No es agua todo lo que reluce
Al proclamar el derecho humano al agua y al saneamiento se reconoce que el acceso a ambos debe ser universal, asequible y transparente
En 2010, cinco a?os antes de lo previsto, el mundo logr¨® cumplir su Objetivo del Milenio 7C: reducir a la mitad el n¨²mero de personas sin acceso a una fuente mejorada de agua. Esto significa que esta meta se hizo realidad para 2.300 millones de personas. Ellas, los l¨ªderes mundiales y la comunidad internacional en su conjunto se han congratulado por este logro global en m¨²ltiples ocasiones durante los ¨²ltimos a?os. Esta es la cara de la moneda. La cruz, los casi 1.000 millones de personas que siguen defecando al aire libre cada d¨ªa, con la exposici¨®n que ello supone a enfermedades (y muertes) que podr¨ªan evitarse con un saneamiento b¨¢sico. Porque el agua, y tambi¨¦n el saneamiento, no son un fin por s¨ª mismos sino un medio (y uno de los m¨¢s eficaces) para reducir la morbilidad, la desnutrici¨®n, la mortalidad¡ y alcanzar un pr¨®spero desarrollo social y econ¨®mico. Los expertos calculan que cada d¨®lar invertido en agua tiene un retorno de dos d¨®lares y cada d¨®lar invertido en saneamiento reporta ocho.
Tras las felicitaciones, hay que decir que no es agua todo lo que reluce. Los indicadores de cobertura abordan solo la superficie del problema, la punta del iceberg. En este sentido, nos encontramos lugares donde las pol¨ªticas para alcanzar estos objetivos han supuesto una mayor inversi¨®n en el sector, pero este enfoque debe ser de servicio y no de infraestructura ejecutada. De nada sirven millones de letrinas si la gente no las usa. Tampoco podemos deleitarnos en el alcance masivo de un punto de agua en un suburbio urbano y olvidar as¨ª a la poblaci¨®n dispersa en el medio rural. Solo verdaderos indicadores de impacto pueden arrojar luz sobre el resto del iceberg. ?Hay menos diarreas? ?Ha aumentado la escolarizaci¨®n tras la construcci¨®n del pozo en la comunidad? ?Han aumentado los ingresos agr¨ªcolas y est¨¢n los ni?os consecuentemente mejor alimentados? Este es el tipo de preguntas que hay que hacerse para saber si realmente hemos conseguido un cambio, a mejor, en la vida de la poblaci¨®n.
Pero hacerse estas preguntas no siempre es f¨¢cil, ni tampoco lo m¨¢s c¨®modo. Para empezar, habr¨ªa que promover un cambio en el enfoque de la ayuda para perseguir realmente a la meta de universalidad del acceso al agua, tal y como lo reconoce en julio de 2010 la Asamblea de las Naciones Unidas (resoluci¨®n 64/292) al proclamar el Derecho humano al agua y al saneamiento reafirmando expl¨ªcitamente que el acceso a ambos es vital para la realizaci¨®n de todos los dem¨¢s derechos humanos y poniendo en valor un recurso que debe ser universal, asequible y transparente.
El agua es un bien com¨²n y hay que gestionarlo como un servicio p¨²blico
?Qu¨¦ tenemos que hacer las organizaciones humanitarias en este contexto? Superar el enfoque de asistencia directa para el aprovisionamiento y trabajar con los titulares de responsabilidades y obligaciones, en las brechas de capacidades que impiden una buena gobernanza de recursos y servicios, desde la asistencia t¨¦cnica. Acci¨®n Contra el Hambre tiene buenas experiencias en este sentido en lugares como Filipinas, Sud¨¢n Sur, Kenia, C¨¢ucaso Sur, y Am¨¦rica Latina, donde, m¨¢s all¨¢ de la asistencia directa, hemos contribuido a la creaci¨®n de marcos regulatorios mano a mano con los titulares de obligaciones (el Estado) y los titulares de responsabilidades (los operadores del servicios, ya sea una empresa p¨²blica o privada), con una premisa: el agua es un bien com¨²n y hay que gestionarlo como un servicio p¨²blico, y el Estado tiene que ser garante, primero, de asegurar la realizaci¨®n progresiva de este derecho.
El pago por el agua no deber¨ªa superar el 3% de los ingresos
Un acceso universal no quiere decir que tenga que haber grifos en todas las casas sino una dotaci¨®n m¨ªnima a la que todo el mundo debe tener acceso. Tampoco quiere decir que el agua tenga que ser gratis. Hay que ser conscientes de que el servicio conlleva un gasto. Pero este ha de ser un gasto adecuado al contexto y a la capacidad de pago de la poblaci¨®n. El pago por el agua no deber¨ªa superar el 3% de los ingresos familiares, pero, parad¨®jicamente, hoy son los m¨¢s pobres quienes m¨¢s pagan por el agua.
A dos meses de que expiren los Objetivos del Milenio, los gobiernos del mundo se afanan por construir una nueva agenda de desarrollo para los pr¨®ximos 15 a?os. El reconocimiento expl¨ªcito en la agenda del sector del agua y saneamiento, como uno de los pilares para el desarrollo sostenible y vinculado tambi¨¦n a otras metas globales como la reducci¨®n de la desnutrici¨®n, ser¨¢ un gran avance. Las oportunidades est¨¢n sobre la mesa. No podemos fallar.
Pablo Alcalde es el responsable de Agua, Saneamiento e Higiene de Acci¨®n Contra el Hambre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.