Los que nunca paran
Si es usted ministro y, por la circunstancia que sea, lo cesan o dimite, no se aflija; siempre habr¨¢ un destinillo al que enviarle. Si siendo tambi¨¦n ministro, sus proyectos retro no se llevan adelante por inter¨¦s electoral de su propio partido, y su orgullo no lo puede soportar, no pasa nada; siempre habr¨¢ un consejo consultivo donde, con escas¨ªsimo trabajo, pueda usted llevarse a su casa, mensualmente, unas decenas de salarios de los que se cobran ahora. Tendr¨¢ usted, tambi¨¦n, coche oficial y secretaria.
Si ha sido presidente de comunidad aut¨®noma y ha perdido el puesto, no se preocupe; ah¨ª est¨¢ el Senado, c¨®modo, calentito en invierno y refrigerado en verano, sin quebraderos de cabeza.
A¨²n m¨¢s, si ha tenido usted un cargo de alcalde o diputado no faltar¨¢ alguna puerta giratoria que funcione a su paso y le garantice una feliz subsistencia, como una asesor¨ªa, un puesto en un Consejo de Administraci¨®n o algo semejante. Tal vez en alguna de esas empresas a las que les han llegado los beneficios de las privatizaciones.
Ustedes nunca paran. O sea, que no van al paro.¡ª ?ngel Villegas Bravo.
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