Los cinco
Ser padrinos es la clave. Tener primos y sobrinos no cuenta ni cuesta tanto, pero los ahijados s¨ª
Para los que no tienen/tenemos hijos porque as¨ª lo han/hemos elegido (talibanes de los ni?os, fans ac¨¦rrimos de Herodes y dem¨¢s), los llantos, los culos sucios y las pataletas no compensan los besos con babas y los ¡ªescasos, presupongo¡ª d¨ªas que los lazos quedan rectos y los zapatos se alinean en la curva correcta, como la sonrisa. No por el momento. Pero por muchas ganas de renegar (con cierto airecillo de superioridad) que tengamos, hay que reconocer que un cr¨ªo cada tanto calienta el coraz¨®n.
Ser padrinos es la clave. Tener primos y sobrinos a secas, carnales o de los amigos que se van subiendo al carro, no cuenta ni cuesta tanto. Pero los ahijados s¨ª. Con esos no valen tarjetas regalo de Zara (¡°compradle un ch¨¢ndal¡±) ni libros reciclados. Uy no. Con esos hay que curr¨¢rselo, pensar, elegir, y regalarles lo m¨¢s caro: tu tiempo. Estar ah¨ª cuando los padres se van de cena, o (?locura!) de fin de semana. Llamar de vez en cuando e ir a sus cumplea?os. A todos. Si apadrinas, el reloj en la comuni¨®n, la mochila al empezar el tuto, la pluma al acabar la carrera, las merendolas cuando se enfade con el primersegundotercercuartoquinto noviete y hasta tu propia casa cuando vuelva con ¨¦l, van a estar a la orden del d¨ªa. As¨²melo.
Por ello, y como madrina de un adorable monstruito gordinfl¨®n de pocos meses, me compadezco de los cinco (?cinco!) padrinos de Carlota, la segunda de los duques de Cambridge. Cinco muchachos, amigos y primos de los padres, que por muy de buena cuna que sean no saben ?ay! la que les espera. ?Qu¨¦ van a hacer con esa chiquilla? La peque?a lo va a tener todo: regalos, caprichos, herencia (por el ala Windsor, por el ala Middleton y por eso, por segundona) y envidia a pu?aos. Lidiar con Jorge tampoco debe ser f¨¢cil, pero ese al menos se lo reparten entre siete. Deb¨ªan haber hecho como con Leonor, con los (ya ex) reyes como padrinos: con Isabel II iba a ir la cr¨ªa tiesa como una vela. Tendr¨¢ que conformarse con los cinco. Y confiar en la ni?era palentina para la rectitud.
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