Errores en cadena

La declaraci¨®n ante el juez de la inspectora jefe de la Oficina Nacional de Investigaci¨®n del Fraude (ONIF), Margarita Garc¨ªa-Valdecasas, llamada para explicar el informe que sirvi¨® de base a la imputaci¨®n por delito fiscal de Rodrigo Rato, confirma los peores temores sobre el deplorable funcionamiento de la Agencia Tributaria y la chapucera instrucci¨®n de su expediente por la supuesta comisi¨®n de cinco delitos fiscales. Las respuestas de Garc¨ªa-Valdecasas alientan la sospecha de que el caso contra Rato ¡ªcometiera o no delito fiscal¡ª se aceler¨® indebidamente, sin las pruebas indiciarias m¨ªnimas requeridas en una investigaci¨®n, utilizando las meras sospechas como si fueran pruebas. La hip¨®tesis que manejan algunos estupefactos cargos pol¨ªticos y funcionarios de Hacienda y Econom¨ªa es que el expediente se aceler¨® para controlar el momento pol¨ªtico en el que se difund¨ªa el caso Rato.

En primer lugar, es totalmente ins¨®lito que la responsable de la Oficina Antifraude responda a un juez que las conclusiones del informe se basaban en los datos que figuraban en los ficheros de la Oficina, t¨¦cnicamente meras sospechas. Porque el modo de actuaci¨®n de la Agencia excluye que un expediente se base en sospechas; por el contrario, debe fundamentarse en indicios. Y para convertir las sospechas en indicios es necesario, seg¨²n el procedimiento de la ONIF, que el informe incluya la declaraci¨®n del contribuyente (derecho de contradicci¨®n). Algo que sorprendentemente no se hizo.

Por tanto, es m¨¢s ins¨®lito a¨²n que Garc¨ªa-Valdecasas responda al juez que no conoce la diferencia entre ¡°indicio y sospecha¡±; precisamente esa diferencia es uno de los criterios b¨¢sicos para desarrollar su trabajo. Y tambi¨¦n hay que poner en cuesti¨®n su declaraci¨®n de que firm¨® el informe de los funcionarios ¡°como es habitual¡±; porque tambi¨¦n es habitual que los informes, sean tempranos, madrugadores o tard¨ªos, los encargue un jefe, que, mira por donde, es ella.

En resumen, el informe contra Rato (con independencia, hay que repetir, de si hubo o no delito fiscal) es una actuaci¨®n t¨¦cnicamente desdichada, pre?ada de sospechas y sin indicios sustanciales. No es de extra?ar que la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n no lo tuviera en cuenta. El que, a pesar de todo, se llevara adelante implica una motivaci¨®n pol¨ªtica que contamina escandalosamente la credibilidad de la Agencia.

Para despejar las sospechas de manipulaci¨®n, la Agencia tiene que ofrecer una explicaci¨®n contundente de este caso en el Parlamento, detallada paso a paso por los principales responsables ¡ªcon su director general en cabeza¡ª y la comparecencia de cuantos pusieron mano y pluma en el expediente. Parece obvio que Margarita Garc¨ªa-Valdecasas no est¨¢ capacitada para dirigir la Oficina de Investigaci¨®n del Fraude; sus respuestas al juez as¨ª lo indican. En cuanto al director de la Agencia, tambi¨¦n se ha ganado su sustituci¨®n; por ¨¦ste y por otros graves problemas anteriores.