R¨¦quiem por la idea de Europa
Sin cambios institucionales a la altura del momento, el euro pasar¨¢ a ser un fracaso de la UE
La puerta al tercer rescate griego se abri¨®, pero la desconfianza mutua se ense?orea hoy del clima pol¨ªtico entre los socios. Lo m¨¢s grave es que los pueblos de Europa ya no se miran a los ojos, tampoco Francia y Alemania; y con el coraz¨®n franco-alem¨¢n infartado, el declive de Europa es ineludible. Berl¨ªn despliega su propio perfil internacional una vez saldadas las cuentas de las guerras mundiales.
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Pero emanciparse y constituirse en poder hegem¨®nico le obliga a abandonar su universo autorreferencial y asumir responsabilidades m¨¢s all¨¢ de lo nacional. Es cierto, necesitamos el liderazgo de aquella Alemania europea por la que Thomas Mann exhort¨® a luchar a los estudiantes en Hamburgo en 1953. Una Alemania que ejerza su poder hegem¨®nico mediante el m¨¦todo comunitario, que no inspire miedo a los socios, ni explote en exclusivo beneficio nacional el m¨¦todo intergubernamental tan querido de la euroesc¨¦ptica canciller Merkel.
Adem¨¢s, los alemanes podr¨ªan aprender de los paralelismos entre su unificaci¨®n monetaria en el siglo XIX, y la europea del XX. Existe una discordancia entre las dificultades tecnocr¨¢ticas y la ret¨®rica f¨¦rvida de los grandes ideales que alentaban ambos proyectos. Si el nacionalismo rom¨¢ntico alem¨¢n alcanza su cima en 1810, la plenitud del idealismo paneurope¨ªsta eclosiona tras la Segunda Guerra Mundial. Si la unificaci¨®n impulsada por Bismarck tiene que esperar hasta 1870, los planes monetarios europeos cobran fuerza en 1990.
Tras la ca¨ªda del muro, Alemania obtuvo de Francia el benepl¨¢cito para su reunificaci¨®n. A cambio, Mitterrand cont¨® con el asentimiento de Kohl para que Alemania pasase del marco al euro. Si fuese cierto que se necesita medio siglo desde la edad de oro inicial en la que se exaltan los proyectos de unificaci¨®n monetaria hasta que se materializan en realidades institucionales, nos encontrar¨ªamos ahora doblando el cabo y perdiendo impulso.
Francia ha vuelto a demostrar que, a pesar de su querencia nacional, da prioridad al inter¨¦s de Europa
Por otro lado, las experiencias vitales de los l¨ªderes no son hechos anodinos en el devenir de la historia. Merkel es hija de un pastor luterano de la RDA, mientras que el hermano mayor de Kohl muri¨® en el frente en 1944. Este recuerdo tiene que haber acompa?ado a Kohl cuando Mitterrand, en uno de los gestos m¨¢s simb¨®licos de reconciliaci¨®n franco-alemana, le cog¨ªa de la mano en septiembre de 1984 durante los actos que honraban a los muertos en Verd¨²n. Y, tambi¨¦n durante la crisis del SME de 1992, cuando tom¨® ¡°la decisi¨®n exclusivamente pol¨ªtica de continuar sosteniendo al franco franc¨¦s¡± (James 2012, Making the European Monetary Union, Belknap, p. 361).
Las nuevas generaciones, sin embargo, se desentienden del sentimiento de verg¨¹enza por las faltas de sus antepasados. Dan por amortizados los traumas de las guerras, sepultados en el silencio de las trincheras. As¨ª como ¡°un acontecimiento, enterrado como en una cripta, se transmite del inconsciente de los padres al inconsciente de los hijos¡± (Canaula 1998, Comment paye-t-on les fautes de nos anc¨ºtres, DDB, p. 9), se ha echado tierra sobre la dislocaci¨®n que padeci¨® Europa, y eso forma parte ya de los arcanos y no-dichos que se transfieren al inconsciente de las nuevas generaciones.
En 2015, se ha evaporado el aire de familia que nos hab¨ªa hecho olvidar los gases que se enviaron a Ypres en 1915. Lo que ocurra a partir de ahora depender¨¢ de las conclusiones que extraigan las ¨¦lites sobre esta crisis. Pero el tiempo apremia porque el desaf¨ªo tiene plazo de caducidad, y, sin cambios institucionales a la altura del momento hist¨®rico, en un lustro el euro pasar¨¢ a ser un nuevo episodio fracasado de la historia monetaria de Europa.
Francia ha vuelto a demostrar que, a pesar de su querencia nacional, da prioridad al inter¨¦s de Europa, consciente de que no hay alternativa y de que es la mejor forma de servir sus intereses. El impulso pol¨ªtico por Europa sigue d¨¦bil, solo Hollande y Delors reclaman una Uni¨®n pol¨ªtica. Pero sin Alemania como aliado, el ¨ªmpetu pol¨ªtico de Francia perder¨¢ vigor.
Es nuestra ¨²ltima oportunidad. La alternativa, en el mejor de los casos, es la irrelevancia pol¨ªtica y econ¨®mica de Europa; en el peor, un conflicto entre europeos m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito econ¨®mico. La disoluci¨®n del proyecto civilizatorio de Europa, la demolici¨®n del orden moral regido por el respeto al derecho, ser¨¢ imperceptible y gradual, pero no faltar¨¢ a su cita. Cuesti¨®n de tiempo.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia y miembro de AFEMCUAL, su ¨²ltimo libro lleva por t¨ªtulo El fracaso de la ¨¦lites. Lecciones y escarmientos de la Gran Crisis, Pasado & Presente.
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