Hydra, la isla de Leonard Cohen
El cantante fue uno de los protagonistas de la revoluci¨®n hippy vivida en la ciudad griega. Desde los sesenta, es un refugio de artistas
Poner un pie en Hydra es retroceder en el tiempo. Quiz¨¢s sea este su secreto. Cautiva al viajero de un solo golpe, con la aparici¨®n de su pintoresca bah¨ªa a medida que se aproxima a tierra. La ¡°salvaje y desnuda perfecci¨®n¡±, que deslumbr¨® al escritor Henry Miller, se ha mantenido pr¨¢cticamente inmune al paso del tiempo. Conserva su pureza arquitect¨®nica, donde sencillas casas de pescadores comparten escenario con grandes mansiones de estilo veneciano construidas en el siglo XVIII. Pero tal vez su encanto se encuentre en su silencio, un tipo de silencio al que el hombre contempor¨¢neo est¨¢ poco habituado: no hay coches, s¨®lo burros.
El puerto es el lugar m¨¢s animado de esta isla griega del golfo Sar¨®nico. All¨ª los burros esperan, enfrente de restaurantes y boutiques, la llegada de los viajeros para transportar sus equipajes por todo un laberinto de encrucijadas. Es al pasear por las sombr¨ªas y empinadas calles, subiendo y bajando escaleras empedradas, dejando atr¨¢s tapias encaladas cubiertas por buganvillas, iglesias ortodoxas y coloridas puertas de recios picaportes, cuando perciben la esencia de la isla; su ritmo lento y simple y su relajada decadencia. Arropado por la sencillez y generosidad de sus habitantes, el turista comprueba que la legendaria philoxenia griega es real.
No resulta f¨¢cil dar con la casa de Leonard Cohen, pero cuando uno la encuentra se vuelve tan iluso que tiene la sensaci¨®n de haber desvelado una peque?a parte de su solitaria y compleja ¡°vida secreta¡±. No lo busquen, ¨¦l ya no est¨¢, pero la austeridad de la casa, ba?ada por la voluptuosidad de la luz del Egeo, encierra los recuerdos de uno de los periodos m¨¢s significativos del cantante. Fue all¨ª donde compuso?So long Marianne (1967) o Bird on wire (1969), entre otras de sus canciones m¨¢s conocidas. Lleg¨® a Hydra reci¨¦n estrenados los sesenta. All¨ª se encontr¨® con una colonia de artistas expatriados, inconformistas y bohemios. Juntos rompieron el silencio y las tradicionales costumbres de la isla, iluminando sus largas noches con l¨¢mparas de aceite en las terrazas y trastiendas de los colmados, adelantando 10 a?os la revoluci¨®n que llegar¨ªa con los hippies. Bajo la presencia y el ingenio de este grupo, Hydra vivi¨® su esplendor y atrajo a la flor y nata de la sociedad: Allen Ginsberg, Mick Jagger, Jacqueline Kennedy, Sofia Loren, y un largo etc¨¦tera, pasearon por sus calles. Todo ello otorg¨® a la ¨¢rida isla un tinte chic y cosmopolita, que ha persistido hasta hoy, donde la tradici¨®n y la vanguardia se unen en una b¨²squeda com¨²n de los placeres m¨¢s b¨¢sicos. La isla sigue atrayendo a los artistas. El pintor Brice Marden pasa all¨ª parte del a?o. Otro habitual es el coleccionista de arte Dakis Joannou; su lujoso y colorido yate, decorado por Jeff Koons, delata su presencia.
Hydra no es lugar para turismo de masas, ni aquellos que busquen resorts o grandes playas de arena fina. Su reclamo seguir¨¢ siendo su recogida y placida sencillez.
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