El alcalde de la siesta y el derecho al silencio
Hace a?os que algunas empresas de vanguardia instalaron recintos con literas para que el personal refrescara el cerebro con un sue?o corto tras la comida de mediod¨ªa
El alcalde de Ador, provincia de Valencia, ha dictado un bando en el que pide a sus 1.400 habitantes que durante el verano respeten con su silencio el periodo de siesta, entre las dos y las cinco de la tarde, de los vecinos que quieran hacerla. Es una sabia disposici¨®n que ojal¨¢ se extienda a otros pueblos y ciudades; y no solo durante el est¨ªo.
La asociaci¨®n entre siesta y pereza viene de lejos. Leopoldo Alas, Clar¨ªn, ya relacion¨® a ambas en el arranque de La regenta: ¡°La heroica ciudad dorm¨ªa la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes (...)¡±. Sin embargo, estudios recientes han constatado que hacer una siesta corta, de no m¨¢s de media hora, es una medida muy beneficiosa para la mente y para el cuerpo. Algo que incita a trabajar m¨¢s eficazmente. La siesta permite ordenar y fijar en la memoria las ideas e informaciones adquiridas en la primera parte, la m¨¢s provechosa, de la jornada.
El novelista Javier Cercas resumi¨® ese efecto con agudeza: ¡°Quienes no trabajan pueden permitirse el lujo de saltarse la siesta, pero quienes trabajamos, no¡±. En Jap¨®n, primero, y en otros pa¨ªses luego, hace a?os que algunas empresas de vanguardia instalaron recintos con literas para que el personal refrescara el cerebro con un sue?o corto tras la comida de mediod¨ªa. Adem¨¢s, seg¨²n Cercas, practicar este h¨¢bito reduce el riesgo de enfermedades coronarias, que es como decir que alarga la vida.
Por ello, no es casual que los mayores sean, en general, los m¨¢s firmes defensores de la siesta. Las personas de cierta edad hemos comprobado que de ese descanso se levanta uno con mejor humor que el que llev¨¢bamos al iniciarla. Pero es cierto que se necesitan unas condiciones m¨ªnimas para que esos efectos sean efectivos. Lo primero, el silencio. No es posible recordar nombres que se nos hab¨ªan resistido, sintetizar ideas dispersas, encontrar la palabra precisa para concluir un art¨ªculo period¨ªstico si el entorno es ruidoso. ¡°La inteligencia ¡ªdej¨® dicho Schopenhauer¡ª es una facultad humana inversamente proporcional a la capacidad para soportar el ruido¡±.
El de las motos de adolescentes necesitados de reconocimiento, por ejemplo, pero tambi¨¦n el de los veh¨ªculos municipales de recogida de basura o el de las cortadoras de c¨¦sped de jardineros de parques p¨²blicos trabajando a deshora. O el de la pirotecnia que despierta violentamente a los veraneantes en localidades que celebran con p¨®lvora sus fiestas patronales. La siesta es adem¨¢s una necesidad vital para compensar las noches en vela provocadas por olas de calor como esta de ahora mismo y que tanta irritabilidad suelen suscitar.
No se trata tanto de aumentar la legislaci¨®n contra el ruido como de explicar las razones a favor del silencio, que es lo que ha hecho el alcalde de Ador. Porque como dec¨ªa un viejo editorial de este peri¨®dico, ¡°el ruido no hace bien y adem¨¢s el bien no hace ruido¡±.
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