Canta la ceiba, la palmera responde
Corisco es una isla de apenas 14 kil¨®metros cuadrados, que se asoma sobre el mar de puro milagro, aupada en una playa de arena resplandeciente, puro s¨ªlice, que ciega y la vuelve invisible frente a los navegantes que no son de all¨ª y no pueden sentirla. All¨ª naci¨® Raquel Ilombe del Pozo Epita, el 22 de noviembre de 1931, en una colonia espa?ola en ?frica que se llama Guinea Ecuatorial. Mestiza, era hija de Raimundo del Pozo, un finquero espa?ol posiblemente mas¨®n y seguro republicano, que se instal¨® en Nguand¨®n, una tierra a 90 kil¨®metros de Bata y al lado del rio Muni. Su madre, Esperanza Epita, era benga, corisque?a, elegante y negra como las noches sin luna. Raquel abri¨® los ojos sin nubes en una isla misteriosa, m¨¢gica, en la que su madre deposit¨® un conjuro, una llamada para atraerla cuando se la arrebataron, apenas con 3 a?os, rumbo a Espa?a.
Raquel Ilomb¨¦ / Liter¨¢frica
Los profesores Baltasar Fra Molinero y Benita Sampedro Vizcaya acaban de publicar Ceiba II, un compendio de su poes¨ªa in¨¦dita que es, adem¨¢s, la primera edici¨®n cr¨ªtica de Raquel Ilombe hecha con criterio universitario. Un trabajo muy necesario, ya que su figura ha quedado empeque?ecida, casi olvidada, a pesar de su relevancia: fue la primera mujer ecuatoguineana que vio publicado un libro suyo en su propio pa¨ªs. Su primer poemario, Ceiba (Madrid, 1978) se caracteriza por impregnarse de infelicidad y soledad, pero es en sus poemas in¨¦ditos que ahora podemos leer gracias a este trabajo donde se va a mostrar la forma en que la magn¨¦tica Corisco "tira" de ella y a revelar toda la complejidad de su figura.
Im¨¢genes de la presentaci¨®n de Ceiba II en Casa ?frica, con Baltasar Fra y Adelaida Zamora / Casa ?frica
Ceiba II es un poemario que huele casi a Corisco, la isla de los rayos y los truenos. Emporio comercial, dep¨®sito de esclavos, refugio de piratas y aventureros o zona cero de la evangelizaci¨®n del pa¨ªs, Corisco tiene un car¨¢cter m¨ªtico, cimentado en leyendas terribles que desbordan su m¨ªnimo territorio. All¨ª se atrevieron a ajusticiar a un blanco en la ¨¦poca de la colonia y a enrolarse en expediciones colonizadoras contra otros africanos. Situada en la desembocadura del Mun¨ª, en una zona de corrientes cruzadas, se dec¨ªa que no se pod¨ªa alcanzar su costa sin permiso. Es una isla que se mueve al ritmo de las mareas, conectada a la luna, el mar y los elementos, y por tanto, m¨¢gica, capaz de retener una invocaci¨®n de madre para que la hija perdida regrese, al tiempo, sabia y culta. Un territorio que inspir¨® versos a Raquel, en los que clama que llega a Corisco a purificarse en arenas blancas y playas tranquilas, a departir con una ni?a que arrulla la tierra con los dedos de los pies, a escuchar c¨®mo canta la ceiba y la palmera responde.
Im¨¢genes de la presentaci¨®n de Ceiba II en Casa ?frica, con Baltasar Fra, Adelaida Zamora y Teodoro Bondyale / Casa ?frica
Lo que Baltasar Fra Molinero y Benita Sampedro Vizcaya imaginaban una peque?a antolog¨ªa se convirti¨® en un trabajo mucho m¨¢s extenso de lo esperado, profundo y enriquecedor, plasmado no s¨®lo en la compilaci¨®n de m¨¢s de 200 poemas, sino en un romance intelectual con una mujer irrepetible.
Raquel Ilombe destaca como una figura tr¨¢gica, extra?amente sofisticada e independiente para su ¨¦poca, a la que una pasi¨®n secreta arrastra hacia Guinea Ecuatorial, la ¨²nica tierra donde se siente libre y plena. Hermosa, culta, pudiente, qued¨® marcada por un nombre, Ilombe, que antepuso al de su padre y que significa "placenta que guarda". Tambi¨¦n por esa Corisco idealizada, donde se le puede imaginar m¨¢s tierna, enamorada, en busca de su memoria.
Seg¨²n la semblanza biogr¨¢fica de Baltasar Fra y Benita Sampedro, Raquel llega a Burgos en 1934, a vivir con sus t¨ªos. Desde que tiene uso de raz¨®n, se le informa de que su madre, que aparece min¨²scula y borrosa en apenas una foto familiar, ha muerto. En realidad, sigue en Corisco, despose¨ªda de la patria potestad de su hija por vida no ejemplar e intenta recuperarla apelando al Patronato de Ind¨ªgenas. En vano, pues en aquella ¨¦poca una mujer negra no pod¨ªa ir en contra de un hombre blanco en Guinea.
Raquel pasa la Guerra Civil en Burgos, mientras su padre es despose¨ªdo de sus propiedades por republicano. Recibe una educaci¨®n de clase media acomodada y destaca por su belleza mestiza, un punto desubicada en una ciudad de provincias pacata y gris. Su padre regresa a Espa?a en 1943, recupera sus propiedades y muere en 1945. Ella pide, apenas con 21 a?os, la emancipaci¨®n y se casa un a?o m¨¢s tarde con un empleado de banca. Viaja a Guinea Ecuatorial por primera vez en 1957, con 26 a?os. All¨ª se encuentra con la madre que cre¨ªa muerta. Regresa a Guinea, esta vez sola y definitivamente, en 1970, aterrizando ahora en un pa¨ªs independiente. Se establece en la casa de su padre, en la Avenida Mar¨ªtima de Bata, un remanso de cultura y paz en una dictadura emergente.
Las primeras composiciones literarias de Raquel Ilombe datan de 1966 y toman forma de canciones y cuentos tradicionales. Raquel se siente africana: en excelentes relaciones con el dictador Mac¨ªas, reclama las propiedades de su padre a trav¨¦s de una carta en la que hace una aut¨¦ntica y apasionada declaraci¨®n de guineanidad. Aunque los intelectuales son perseguidos por el r¨¦gimen, ella puede dedicarse a sus ambiciones literarias sin mayor problema y ejercer de anfitriona de veladas culturales en su hogar.
Raquel es testigo de los virajes de la historia en Guinea Ecuatorial: Mac¨ªas es juzgado en el Cine Marfil de Malabo en 1979. Depuesto por su sobrino, Teodoro Obiang, es condenado a muerte y ejecutado. Ella regresa entonces por primera vez a Corisco y su marido es contratado para cambiar el papel moneda de Mac¨ªas a Obiang en 1980.
Raquel Ilombe tiene entonces sus primeros contactos con la tradici¨®n fang y publica un a?o despu¨¦s un libro de cuentos, Leyendas guineanas, que dedica a todos los ni?os del mundo. Regresa a Madrid en alg¨²n momento, donde se renueva su sensaci¨®n de exilio y extranjer¨ªa, y realiza su ¨²ltimo viaje a Guinea en 1989, para morir en 1992 en Majadahonda, lejos de su isla, la casa de su padre en Bata y sus playas. Dej¨® cinco hijos y un marido que han preservado su legado escrito.
No hay constancia de una segunda vida tras la muerte, pero de las p¨¢ginas de Ceiba II se deprende que -en caso de que ¨¦sta existiera- el esp¨ªritu de Raquel Ilombe, atormentado y solitario, debi¨® abandonar su cuerpo en la meseta castellana para internarse en el Atl¨¢ntico y dirigirse al Muni, donde Corisco sigue ejerciendo, seguro, de im¨¢n para sus pensamientos y poemas no escritos.
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