Triple crisis en Brasil
En los pr¨®ximos meses se ver¨¢ si las reformas pol¨ªticas y econ¨®micas de Dilma Rousseff sirven para aclarar los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n
Brasil atraviesa tres crisis: pol¨ªtica, econ¨®mica y ¨¦tica. Lo grave es que se dan a la vez y que se alimentan mutuamente. Mientras el pa¨ªs, bajo el carism¨¢tico Lula da Silva, vivi¨® la euforia alimentada por la extensi¨®n del cr¨¦dito y la entrada en el consumo de 30 millones de personas que ven¨ªan de la pobreza, todo parec¨ªa m¨¢s f¨¢cil. Pero los problemas estaban ya incub¨¢ndose; y tras la llegada de Dilma Rousseff al poder se quebr¨® el respaldo de los partidos que hab¨ªan apoyado al Gobierno a cambio de prebendas. La presidenta ha perdido la confianza popular ¡ªsu apoyo ha ca¨ªdo al 9%¡ª y los jueces, animados por el aplauso de la calle, investigan a fondo el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n en Petrobras, la joya de la corona empresarial de Brasil, en el que adem¨¢s est¨¢n implicados los directivos de las mayores compa?¨ªas del pa¨ªs y decenas de pol¨ªticos.
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La confluencia de las tres crisis ha puesto en cuesti¨®n el modelo de la ¨²ltima d¨¦cada. Brasil sufre hoy de alta inflaci¨®n, ve crecer el desempleo, tiene muy altos tipos de inter¨¦s, la deuda p¨²blica ha aumentado y el PIB est¨¢ en recesi¨®n. El pa¨ªs se ha empobrecido y crecen las protestas al tiempo que se envalentona una oposici¨®n que estuvo eclipsada por el poder¨ªo medi¨¢tico de Lula, ahora tambi¨¦n bajo sospecha de tr¨¢fico de influencias. Brasil empieza a discutir la validez del presidencialismo de coalici¨®n. Es improbable que la presi¨®n de los que exigen la salida de Rousseff por las sospechas de haber financiado su campa?a electoral con dinero de la corrupci¨®n desemboque en un impeachment, pero la tensi¨®n es evidente y puede desencadenar cambios en las alianzas pol¨ªticas.
En los pr¨®ximos meses ¡ªcon el reto de la celebraci¨®n de los Juegos de R¨ªo¡ª se ver¨¢ si las reformas pol¨ªticas y econ¨®micas sirven para aclarar los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y para que este gigante regional y global encuentre de nuevo la senda del crecimiento. Es la hora de la responsabilidad: para el Gobierno, pero tambi¨¦n para la oposici¨®n.
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