La fascinaci¨®n del mal
?Inter¨¦s por la historia o puro morbo? El turismo negro se pone de moda La oferta es variada. Desde recorrer los escenarios de un terremoto a dormir en una c¨¢rcel
El penal de Karosta, en Letonia, en desuso desde 1997, puede visitarse y se anuncia en estos t¨¦rminos: ¡°?nica prisi¨®n militar de toda Europa abierta a los turistas. Una c¨¢rcel de la que nadie nunca logr¨® escapar. Se la considera a¨²n m¨¢s impresionante que la de Alcatraz en Estados Unidos. En ella fueron fusiladas m¨¢s de 150 personas¡±. Al visitante de Karosta se le ofrece la posibilidad, a cambio de una modesta suma, de pernoctar en la c¨¢rcel, hasta las nueve de la ma?ana siguiente, participando en una animaci¨®n interactiva basada en la historia donde ser¨¢ tratado como un prisionero, como uno m¨¢s de los revolucionarios, marinos, suboficiales del Ej¨¦rcito zarista, desertores de la Wehrmacht, soldados rusos y letones y enemigos del pueblo de cualquier clase que entre sus muros padecieron y murieron. Esta ¡°experiencia carcelaria total¡± en las condiciones de la ¨¦poca comunista incluye amenazas de muerte, sonidos de ametralladoras y gritos de desesperaci¨®n desde celdas contiguas.
Chern¨®bil se anuncia con esta frase: ¡°Visite el lugar del peor desastre medioambiental de la historia. Turismo ecol¨®gico extremo¡±
Apetecible programa para un s¨¢bado por la noche, aunque quiz¨¢ (no lo descarto) a alguien se le ocurra alguno mejor. Habr¨¢, por ejemplo, quien en aquella regi¨®n extrema de Letonia prefiera participar en Ev¨¢dete de la URSS, un juego en el que para escapar de Karosta tendr¨¢ que superar una serie de obst¨¢culos y vigilancias, hasta llegar a la playa donde le espera una barca para conducirle al mundo libre.
Derivado del turismo cultural, que ofrece desde visitas a museos, espect¨¢culos y conciertos a edificios singulares y obras maestras de la arquitectura, hay una clase de vacaciones de expansi¨®n creciente y brillante porvenir que es la llamada ¡°de la desolaci¨®n¡± o ¡°turismo negro¡±, del que Karosta es un paradigma. El turismo negro hace de un lugar donde haya sucedido una cat¨¢strofe ¨Ccuanto m¨¢s catastr¨®fica, mejor¨C un polo de atracci¨®n para un p¨²blico interesado en la historia reciente o que siente la fascinaci¨®n del mal, sea provocado por la naturaleza desatada o, mejor a¨²n, por la mano del hombre. Es dif¨ªcil discernir d¨®nde termina la solidaridad y d¨®nde comienza el gusto voyerista por asomarse a los vestigios del horror y olfatear el aroma del sacrificio humano; distinguir si de la experiencia sale uno, como se supone, moralmente sobrecogido o solo morbosamente satisfecho.
El fot¨®grafo franc¨¦s Ambroise T¨¦zenas ha recorrido el mundo visitando algunos de los centros m¨¢s destacados de esta nueva tendencia del turismo y les ha dedicado un libro de im¨¢genes muy potentes, publicado por Actes Sud. T¨¦zenas se ¡°empotr¨®¡± en grupos de visitantes, tom¨® solo im¨¢genes autorizadas, fotos de turista ¨Cpero de un turista que es adem¨¢s un gran fot¨®grafo¨C, y en cuanto a los textos explicativos que incluye como pies de fotos se ci?¨® a los folletos de propaganda de cada lugar. El libro se titula precisamente Tourisme de la d¨¦solation.
Su primer destino ha sido, naturalmente, el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, que recibe cada a?o un mill¨®n y medio de visitantes, muchos de los cuales son supervivientes o parientes de las v¨ªctimas de la Sho¨¢ (en Auschwitz fueron asesinados m¨¢s de un mill¨®n de prisioneros). Pero tambi¨¦n hay visitantes como la estudiante americana Breanna Mitchell, paradigma aberrante del fen¨®meno del turismo negro, que se exhibi¨® en Instagram mostrando una amplia sonrisa entre los barracones de Auschwitz, acompa?ada del texto ¡°Selfie in the Auschwitz Concentration Camp¡± y de un emoticono risue?o. Su frivolidad no le ha parecido simp¨¢tica a multitud de usuarios de esa red social que la han virtualmente linchado, como al cantante Justin Bieber por dejar en el libro de firmas de la casa de Ana Frank en ?msterdam el siguiente comentario: ¡°Verdaderamente inspirador poder venir aqu¨ª. Ana fue una gran chica. Ojal¨¢ hubiera sido una belieber¡± (como se llaman las fans de Bieber).
Son derrapajes, salidas del tono pol¨ªticamente correcto de la llamada ¡°industria del Holocausto¡± que tiene terminales en Hollywood, en la televisi¨®n, en el negocio editorial ¨Cque con alarde tipogr¨¢fico anuncia ¡°?La primera novela sobre Treblinka!¡±¨C y en la buena conciencia de millones de personas, esas que se apuntan a ver otro documental sobre las aberraciones de Hitler o de Stalin, Dresde o Hiro?shima, no del todo seguras de si lo est¨¢n mirando para aprender sobre la historia del siglo XX algo que ignoraban o para confirmar, entre escalofr¨ªos deliciosos, que ellos ni han cometido tales cr¨ªmenes ni, mejor a¨²n, los han padecido.
¡°?Auschwitz? ?Con billete de vuelta? ?Desde el centro de la ciudad? S¨ª, es posible¡±, rezaba la campa?a publicitaria de una compa?¨ªa de autobuses de Cracovia. ?Pero por qu¨¦ solo ir de visita al Holocausto cuando, all¨¢ donde piso, piso una tumba y la capa de la Tierra me ofrece un sinf¨ªn de reconfortantes ocasiones de sentirme inocente e ileso? As¨ª, T¨¦zenas ha fotografiado el pueblo m¨¢rtir de Oradour-sur-Glane (Francia), cuya poblaci¨®n fue exterminada por los alemanes en 1944, en represalia por la emboscada y muerte de un capit¨¢n de su Ej¨¦rcito, y cuyas calles entre ruinas se constituyen en un memorial mudo por el que deambulan los visitantes mirando aqu¨ª un coche calcinado, all¨ª una pared que se sostiene sola¡
En la zona del B¨¢ltico, el quim¨¦rico turista negro nos muestra el Parque Grutas (Lituania), que exhibe una colecci¨®n exhaustiva de monumentos de la era sovi¨¦tica dispuestos a lo largo de un camino de dos kil¨®metros, y la ya mencionada prisi¨®n de Karosta en Letonia. Chern¨®bil (Ucrania) se anuncia con esta frase seductora: ¡°Visite el lugar del peor desastre medioambiental de la historia. Turismo ecol¨®gico extremo¡±. A los forasteros se les brinda la ocasi¨®n de hacerse fotos muy cerca del reactor n¨²mero cuatro, donde se produjo el accidente y ahora est¨¢ encerrado en un sarc¨®fago, adem¨¢s de visitar la ciudad fantasma de Pripyat, de la que escaparon apresuradamente sus 51.000 habitantes, dejando detr¨¢s ¡°esas cositas que me recuerdan a ti¡±, como dice la canci¨®n: los cuadernos de los ni?os en los pupitres de la escuela, los zapatos por todas partes, los cubiertos y los platos sobre la mesa, y la oxidada noria del parque de atracciones gimiendo cuando el viento mece sus g¨®ndolas¡
En Am¨¦rica del Norte, T¨¦zenas ha seguido el circuito de los lugares ligados al asesinato del presidente de EE UU John Fitzgerald Kennedy (Dallas, 1963). En Asia le acompa?amos al Museo del Genocidio de Tuol Sleng (Camboya), donde los jemeres rojos de Pol Pot crearon una prisi¨®n para torturar y ejecutar a los prisioneros. Se conservan las celdas min¨²sculas, las salas y artilugios donde se torturaba, el llamado ¡°¨¢rbol de la muerte¡±, contra el que los verdugos reventaban a los ni?os, y el grafito de un turista: ¡°I was here Chiqui 2002¡±.
La propaganda de las ruinas del terremoto del Wenchuan (China, 2008) dice: ¡°Venga a descubrir los destrozos del terremoto, el m¨¢s mort¨ªfero de la historia contempor¨¢nea¡±. Los turistas observan los vestigios de un pueblo hundido en un lago formado por el terremoto, f¨¢bricas demolidas, grandes puentes, orgullo de la ingenier¨ªa, partidos por la mitad¡
En ?frica est¨¢ el circuito conmemorativo del genocidio en Ruanda: el Gorilla Safari Genocide Memorial Tour propone la visita a los sitios de la memoria del exterminio ¨Cvemos pabellones llenos de huesos humanos y calaveras y montones de ropa usada, la ropa de las v¨ªctimas el d¨ªa de su muerte¨C y a continuaci¨®n damos un paseo entre los gorilas del Parque nacional de los Volcanes¡
En 2010 se inaugur¨® Mleeta Resistance Tourist Landmark, cerca del pueblo de Mleeta (L¨ªbano), un museo de la guerra operado por Hezbol¨¢ para conmemorar el d¨¦cimo aniversario de la retirada del Ej¨¦rcito israel¨ª y capitalizar el m¨¦rito de haberla supuestamente forzado. Los turistas son bienvenidos a ¡°la tierra de la resistencia, la pureza y la yihad¡±, donde entre otras cosas pueden visitar un b¨²nker, las oficinas y despachos subterr¨¢neos de la comandancia de los guerrilleros de Hezbol¨¢, en el fondo de un profundo t¨²nel, y un parque llamado Colina de los M¨¢rtires que exhibe ca?ones, tanques y dem¨¢s material b¨¦lico. ¡°?Y si, bajo el pretexto del deber de la memoria, no nos hall¨¢semos simplemente en presencia de un mercado de la barbarie humana?¡±, se pregunta T¨¦zenas. ¡°?El reclamo exacerbado de lo macabro, que se oculta tras la coartada cultural, ¨¦tica?¡±. A menudo me formulo casi, casi, preguntas parecidas: cuando miro, tiernamente conmovido, el telediario con su desfile de los ahogados y los n¨¢ufragos de las pateras y otras hecatombes desliz¨¢ndose por la pantalla antes del c¨®mico de turno, la pel¨ªcula o el anuncio de perfume. J¡¯adore.
elpaissemanal@elpais.es
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