Con disfraz de mendigo se hizo millonario
En efecto, el proteccionismo populista de aquel r¨¦gimen se extendi¨® al cine y Argentina lleg¨® a tener su propia Cinecitt¨¤
Un d¨ªa, entre los d¨ªas de 1978, dos escribidores de telenovela venezolanos, galeotes de la palabra escrita que excret¨¢bamos guiones de una hora de culebr¨®n a raz¨®n de seis libretos por semana, recibimos del gerente de producci¨®n del canal la orden de acometer la en¨¦sima adaptaci¨®n para la pantalla chica de un a?oso filme argentino.
Mi compa?ero en la experiencia era el ya desaparecido Salvador Garmendia, uno de nuestros mejores narradores, autor de una breve obra maestra titulada Memorias de Altagracia, Premio Nacional de Literatura, Premio Juan Rulfo y pionero en esto de ganarse la vida como escribidor de culebrones de radio y televisi¨®n a tanto la alzada. A Salvador y a m¨ª nos invitaron, pues, a dejar a un lado la telenovela que por entonces nos ocupaba para sentarnos en una peque?a sala de proyecciones a ver aquel filme del que tanto hab¨ªa yo o¨ªdo hablar con sorna a Rodolfo Izaguirre, penetrante cr¨ªtico de cine, fundador de la primera cinemateca caraque?a y hoy d¨ªa mejor conocido como ¡°el pap¨¢ de Boris¡±.
Debo confesar que me llev¨¦ una sorpresa tremenda y que hoy tengo para m¨ª que pocas met¨¢foras del siempre proteico populismo son tan iluminadoras como el cl¨¢sico del cine argentino Dios se lo pague, dirigido en 1948 por Luis C¨¦sar Amadori y protagonizado por Zully Moreno y el legendario Arturo de C¨®rdoba.
En aquel momento, hace casi setenta a?os, Dios se lo pague fue un genuino acontecimiento continental. Exhibida en el Festival Internacional de Venecia, cosech¨® rese?as entusiastas de la cr¨ªtica europea de posguerra. Como todo ¨¦xito de taquilla, ha recibido tambi¨¦n el homenaje de nuevas versiones, tanto para el cine como para la televisi¨®n.
Dios se lo pague es una f¨¢bula latinoamericana sobre ricos y pobres. Y a pesar de su empaque elitista, a su pretensi¨®n de ¡°teatro de c¨¢mara¡± filmado ¡ªoriginalmente fue, en efecto, una pieza teatral¡ª, resulta tambi¨¦n una f¨¢bula populista. Acaso en ello haya influido el haber sido producida durante el ¡°primer peronismo¡±. En efecto, el proteccionismo populista de aquel r¨¦gimen se extendi¨® al cine y Argentina lleg¨® a tener su propia Cinecitt¨¤. Entre 1946 y 1955 llegaron a estrenarse casi 400 largometrajes.
Atraviesa la pel¨ªcula con un desenga?ado mon¨®logo en torno al lucro, siempre innoble, y la pobreza, siempre virtuosa
La trama de Dios se lo pague es apenas veros¨ªmil: Juca, el protagonista, es un obrero que se ve despojado por su patr¨®n de los planos de un invento. Su mujer, desesperada ¡ªpues fue c¨®mplice inocente de la usurpaci¨®n¡ª, se suicida y entonces Juca decide vengarse.
Para ello opta por el disfraz de mendigo y, pidiendo limosna, llega a hacerse millonario. En el proceso, conoce a una prostituta de lujo y la hace su amante. La amante lo deja eventualmente por un hombre que resulta ser el hijo del antiguo patr¨®n, el ladr¨®n de la patente. Al darse cuenta de ello, Juca decide no ejecutar su venganza para que ella, de quien se ha enamorado, pueda ser feliz¡
Arturo de C¨®rdoba encarna al mendigo que, juntando centavitos, llega a comprar en la Bolsa el paquete de acciones preferenciales que le dan la mayor¨ªa en el directorio de la empresa que, a?os atr¨¢s, lo despoj¨® de la patente de invenci¨®n.
Este singular pordiosero tiene un compa?ero de andanzas, una especie de ¡°submendigo¡±, personaje ancilar a quien Juca instruye en los secretos de la mendicidad exitosa. Juca atraviesa la pel¨ªcula articulando un desenga?ado mon¨®logo hecho de m¨¢ximas y sarcasmos en torno al lucro, siempre innoble, y la pobreza, siempre virtuosa.
Por ello, lo que se impone al espectador desde el primer momento son las ideas ¡ªo las creencias, ?verdad, don Jos¨¦?¡ª que sobre la vida econ¨®mica, la proterva usurpaci¨®n de riqueza y la justiciera redistribuci¨®n de la misma van cobrando vida en el guion. Riqueza mal habida y redistribuci¨®n del gasto p¨²blico. ?Cabe imaginar asuntos que interesen m¨¢s a los latinoamericanos de todos los tiempos?
La proposici¨®n de que mendigando sea posible crear riqueza, hasta el punto de llegar a adquirir el paquete del accionariado que te otorgue la cabecera de la mesa directiva, es lo que hace de este filme una muy apta homil¨ªa en pro del populismo.
?Acaso lo m¨¢s propio del populismo latinoamericano no ha sido su insidiosa facultad para transmutar a los ciudadanos en mendigos, al tiempo que infunde en todos ellos la teologal convicci¨®n de que su miserable servidumbre restituye todo lo que les ha sido ¡°robado¡±?
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