Nuevos due?os para dos gigantes de la prensa
'The Economist' es un semanario que no se parece a los dem¨¢s. Quiz¨¢s por eso ha soportado mejor todas las crisis
![Portada del semanario 'The Economist"](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GZS6ZTXZJKCVYYC4POEDVATZA4.jpg?auth=16a6dbf16dc66b4f7e4a78f00d87a97db1339479625518b82465018efe908614&width=414)
Karl Marx era un asiduo lector de The Economist. No es que coincidieran mucho: consideraba al semanario de Londres fundado en 1846 el ¡°¨®rgano europeo de la aristocracia financiera¡±, pero lo citaba a menudo en sus textos. El respeto ha sido mutuo, porque la revista ha vuelto una y otra vez al pensamiento del autor de El capital. Cada uno en su sitio, eso s¨ª. The Economist practica un tipo particular de liberalismo: defensor del libre mercado y de la globalizaci¨®n en lo econ¨®mico pero progresista en lo social, capaz de sumarse a causas como el matrimonio gay, el fin de la pena de muerte o la legalizaci¨®n de las drogas.??
En el Reino Unido, algunos medios de comunicaci¨®n son vistos como patrimonio nacional: es el caso de The Economist y del Financial Times. Ambos tienen nuevos due?os de fuera de las islas, lo que a algunos parecer¨¢ traum¨¢tico. El pasado julio, Pearson acord¨® el traspaso del FT ¡ªel diario econ¨®mico m¨¢s influyente de Europa y, junto al Wall Street Journal, del mundo¡ª al grupo editor japon¨¦s Nikkei por cerca de 1.200 millones de euros. Y este jueves la misma Pearson anunci¨® la venta del paquete mayoritario en The Economist, cercano al 50% del capital, a Exor, sociedad de la familia italiana Agnelli, propietaria de la Fiat y del Corriere della Sera, por 660 millones. El grupo ingl¨¦s, que tambi¨¦n participa en la editorial Penguin Random House, prev¨¦ centrarse en el negocio de la educaci¨®n.??
The Economist es un semanario que no se parece a los dem¨¢s semanarios. Quiz¨¢s por eso ha soportado mejor todas las crisis: cada viernes pone en circulaci¨®n 1,6 millones de ejemplares, la mitad en EE UU, y un 75% de sus nuevos suscriptores eligen la edici¨®n digital. Enfocado sobre todo al an¨¢lisis y la opini¨®n, tan pol¨ªtico como econ¨®mico, toma posici¨®n en todos los temas que trata, a menudo con valent¨ªa. En los ¨²ltimos a?os han abundado sus portadas de impacto, bien sostenidas en art¨ªculos de fondo, que han debido enfurecer a l¨ªderes como Putin. Los art¨ªculos de The Economist no van firmados, sino que son una obra colectiva que asume la publicaci¨®n. Esta semana se hizo una excepci¨®n: una carta del director ¡ªdirectora: Zanny Minton Beddoes, pero no figura su nombre¡ª da cuenta del cambio de propiedad y asegura a los lectores que la independencia del semanario est¨¢ a salvo. A ello ayudar¨¢n tanto los mecanismos que protegen de injerencias a la redacci¨®n como los que limitan el voto en el consejo, y que impedir¨¢n a los Agnelli ejercer el control.??
Son tiempos agitados para los medios de comunicaci¨®n en el mundo. Otras cabeceras hist¨®ricas han cambiado de manos para enfrentarse al desaf¨ªo de la era digital: la etapa actual de The Washington Post bajo el control de Jeff Bezos, el creador de Amazon, ha convertido al diario que destap¨® el Watergate en un laboratorio de nuevos formatos, pero es pronto para valorar el resultado de este rumbo. Como escribe la directora de The Economist, ¡°el ¨¦xito en las pr¨®ximas d¨¦cadas exige no solo la excelencia editorial, sino un compromiso para invertir e innovar¡±. Quedan muchos cambios por delante para salvaguardar, o mejor a¨²n impulsar, el buen periodismo de siempre.
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