Lo que vale el amor de una mujer divorciada en el desierto
Por Anal¨ªa Iglesias
Una mujer varias veces casada contiene la poes¨ªa de la infinita arena del desierto. Su capital de amor merece las m¨¢s altas dotes, porque la mujer con experiencia posee y transmite el honor de los hombres que han pasado por su vida.
En el Sahara, el encanto se acumula, la experiencia se disfruta. El hombre que se casa con una divorciada es el que puede asumir con su virilidad la poderosa sexualidad de una mujer que ya ha conocido el amor conjugado por tribus diferentes.
Danzas en Tighmert. Fotograf¨ªa de Romain Simenel.
De esto te hablan en cuanto empiezas a preguntar por las ¡®fiestas de divorcio¡¯ saharauis.
Nos cuentan que el amor del desierto es poes¨ªa, nunca pecado. De ah¨ª el ¡®gaf¡¯, que es canto po¨¦tico sobre la belleza de la mujer.
"El status de la mujer es diferente en el Sahara porque tambi¨¦n lo es el status del hombre", afirma Romain Simenel, investigador del Institut de Recherche pour le D¨¦veloppment (IRD, Francia). En todo caso, "la sexualidad del hombre en el Sahara es mucho m¨¢s vulnerable que la de la mujer, y esto conjuga con la valorizaci¨®n de la mujer divorciada", arriesga Simenel, autor del libro De Bojador a Boujdour ¨C Nomades, po¨¨tes et marins du Sahara Atlantique (¡°De Bojador a Boujdour- N¨®mades, poetas y marinos del Sahara Atl¨¢ntico¡±) de la serie ¡®Historia de las sociedades del Marruecos sahariano¡¯.
Fotograf¨ªa de Romain Simenel. cerca de Asrir, sur de Marruecos.
El amor ¡®feminizado¡¯ es el que comprendi¨® el c¨¦lebre explorador bereber Ibn Battuta seg¨²n aquella an¨¦cdota en que aparece el marido de la mujer a la que ¨¦l pretend¨ªa y le brinda su generosidad, precisamente por haber advertido la escena de seducci¨®n. Porque m¨¢s hombre es el que se mantiene calmo y no el celoso. Viril es quien puede aceptar la aventura de su mujer y ofrecerle leche y comida al viajero. As¨ª la ley de arena no escrita.
"?Qui¨¦n ha dicho que debamos casarnos con mujeres v¨ªrgenes? Quienes est¨¢n obsesionados con la virginidad es que no han le¨ªdo bien los textos sagrados", nos cuenta el etn¨®logo Romain Simenel que alega "la gente del sur", como se les llama en Marruecos a los pobladores de los lindes del desierto.
Al sur de Guelmin, Marruecos. Fotograf¨ªa de Romain Simenel.
"No hay que olvidar que la gente del desierto es la que m¨¢s cerca est¨¢ de la vida del profeta. Hablan hassan¨ªa, que est¨¢ mucho m¨¢s pr¨®ximo al ¨¢rabe cl¨¢sico que el darija. Est¨¢n muy inspirados por la vida del profeta y el profeta no se cas¨® solo con v¨ªrgenes: se cas¨® con Khadija, una mujer bastante mayor que ¨¦l (ella ten¨ªa 40 a?os y ¨¦l, unos veintitantos). La virginidad no era una obsesi¨®n en el matrimonio prof¨¦tico. Con A?cha, que era una ni?a, al parecer, se cas¨® para protegerla y por proteger a una familia que era una aliada pol¨ªtica importante. Si uno lee el texto, sabe que la cuesti¨®n de la virginidad es algo adquirido a posteriori", explica Simenel.
"Es importante comprender la l¨®gica (de las relaciones) en los pueblos saharauis ¨Centre los que hay arab¨®fonos y berber¨®fonos¨C. Son tres los tipos de bodas: de la m¨¢s peque?a a la m¨¢s prestigiosa, la primera es la boda con un primo, para la que no se destina mucho dinero ni una gran fiesta; la segunda es la boda con una mujer bereber del norte y la m¨¢s importante, con una mujer de otra tribu saharaui", relata el investigador, que ha trabajado para la Fundaci¨®n Pierre Berg¨¦-Yves Saint Laurent y el museo bereber de Marrakech.
El etn¨®logo Romain Simenel.
El etn¨®logo relata las pr¨¢cticas del oasis y apunta que las sociedades saharianas est¨¢n muy pr¨®ximas a la cultura tuareg, en la cual la mujer tambi¨¦n es muy libre y, por cierto, la due?a de la jaima.
Son culturas en las que el hombre "es sexualmente sumiso y con frecuencia resulta testeado", comenta Simenel. Hay rituales y pr¨¢cticas m¨¢gicas que hablan de esta suerte de batalla sexual entre las familias de los prometidos, como los sortilegios del tiqaf, y otros quiz¨¢ m¨¢s inocentes, pero que rozan la burla, como el de enviar al novio a imprimir la marca de su pene en la arena para que la futura esposa lo mida y lo valore con sus amigas. "Es una manera de mostrar que la intimidad del hombre tiene poco valor", interpreta el investigador.
Pero, tambi¨¦n en el desierto y al cabo de las convenciones familiares y los mec¨¢nicos encuentros primeros, la intimidad ser¨¢ placer. Y el placer, experiencia.
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