Aprender a morir

"Viva la Virgen del Roc¨ªo", dijo Fran Rivera mientras le conduc¨ªan al interior de la enfermer¨ªa de la Plaza de Toros de Huesca, tras haber sufrido una grave cornada. Sedado y antes de perder la conciencia. Convencido parece que estaba el diestro de que iba a morir y debi¨® pensar que, como ¨²ltimas palabras, estas estaban la mar de bien. Concretas. Memorables. Folk. Es hasta probable que lo trajera preparado. Los toreros, como los actores o las modelos, son muy de coreografiar sus vidas. Y sus muertes. Porque la muerte es el cenit del egocentrismo. En el entierro, el rey es el muerto. As¨ª como en una boda puede haber una invitada vestida de blanco o un cu?ado beodo que quiten protagonismo a los novios, en un sepelio a nadie se le ocurre intentar competir con el cad¨¢ver por la atenci¨®n del respetable. El ¨²nico problema que tiene fallecer es que no est¨¢s ah¨ª para ver qui¨¦n llora y qui¨¦n no en tu funeral. No puedes leer tu obituario. Ni retuitearlo.

Tras enterarme de lo de Fran Rivera, me pas¨¦ la tarde entretenid¨ªsimo con el descubrimiento de que es casi una certeza que me queda menos tiempo en este mundo del que ya he pasado en ¨¦l. Entonces, hice una lista de cosas que deb¨ªa tener preparadas. Comprar ropa interior es lo m¨¢s urgente. Luego est¨¢ buscar alguna frase de C¨¦line que sirva como ¨²ltimas palabras. No debo olvidar tampoco recordarle a la gente que amo que lo hago y, sobre todo, a la gente que odio que no olvido. Tambi¨¦n puse aquello de pedir perd¨®n a quienes puedo haber hecho da?o en el pasado. Pero lo quit¨¦, pues me parec¨ªa una actividad que iba a consumir demasiado tiempo y no ten¨ªa muy claro que fuera a darme tiempo de completarla. M¨¢s tarde, record¨¦ lo que una vez dijo sobre el tema el escritor Hubert Selby Jr.: "Me di cuenta de que antes de morir, dos cosas iban a sucederme: la primera, que me arrepentir¨ªa de toda mi vida; la segunda, que desear¨ªa poder vivirla entera otra vez". Tach¨¦ toda la lista. Menos lo de la ropa interior.