El deber del ministro

El ministro del Interior justific¨® ayer haber recibido en su despacho al exvicepresidente Rato, imputado por varios delitos, a petici¨®n de este y por un motivo relacionado con su seguridad personal tras haber sido objeto de amenazas en las redes sociales. La oposici¨®n no le crey¨® y exigi¨® su dimisi¨®n. La explicaci¨®n del ministro no solo estuvo carente de precisiones, sino del m¨¢s m¨ªnimo sentido de la l¨®gica. Adem¨¢s, dej¨® en el aire una duda de gran importancia: Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz dijo que al recibir a Rato se hab¨ªa limitado a cumplir con su deber; nosotros le a?adir¨ªamos: ?su deber con qui¨¦n? Es posible que hablasen de seguridad, pero no se entiende por qu¨¦ entonces no se mencionaba en la nota oficial del Ministerio difundida al conocerse el encuentro, en la que se dec¨ªa que en la reuni¨®n se hab¨ªa hablado de asuntos ¡°exclusivamente personales¡± y ¡°completamente al margen de su situaci¨®n procesal¡±. El propio Rato declarar¨ªa ese mismo d¨ªa que entre los temas tratados estaba ¡°todo lo que me est¨¢ pasando¡±, expresi¨®n que solo pod¨ªa referirse a su situaci¨®n procesal. Se entiende, por tanto, la solicitud de dimisi¨®n del ministro, aunque solo sea por un acto de negligencia injustificable.

La oposici¨®n tambi¨¦n rechaz¨® el argumento de que la investigaci¨®n policial depend¨ªa de la autoridad judicial. La del blanqueo la lleva una unidad de la Guardia Civil, la UCO, que depende de Interior. Rodrigo Rato es una personalidad relevante por su pasado pero es tambi¨¦n un imputado. El ministro no pod¨ªa ignorar esta segunda dimensi¨®n ni dejar de prever los efectos que provocar¨ªa su deferencia, si trascend¨ªa. Es esa imprudencia pol¨ªtica lo que ayer deb¨ªa juzgar la comisi¨®n de Interior. Pero la sesi¨®n vino precedida de la presentaci¨®n por los socialistas de una denuncia contra el ministro por prevaricaci¨®n, omisi¨®n del deber de perseguir delitos y revelaci¨®n de secretos, a lo que respondi¨® el Ministerio anunciando una posible querella contra el PSOE por denuncia falsa, injurias y calumnias.

La judicializaci¨®n de la pol¨ªtica tantas veces denunciada por quienes siguen practic¨¢ndola brilla a gran altura en ese empate. Lamentable. Llevar el asunto al terreno penal permite esquivar el reproche pol¨ªtico y transmite la idea de que los tribunales tienen m¨¢s credibilidad que las instituciones representativas para zanjar debates pol¨ªticos.