?Son los Tele?ecos anticapitalistas?
Son muchos, con la vertiente m¨¢s conservadora del canal Fox a la cabeza, los que han acusado a estos mu?ecos de felpa de adoctrinar a los peque?os con soflamas encubiertas
¡°The Muppet Show es monumental: tiene diferentes niveles de lectura, funciona en todos ellos; es irreverente, agresiva; identifica a su enemigo y va al cuello.¡° Suscribimos, punto por punto, la lectura que Ra¨²l Sensato hizo aqu¨ª del programa televisivo The Muppet Show: el producto -lanzado cuando los espect¨¢culos de variedades, despu¨¦s de haber maltratado la figura del que insuflaba vida a los t¨ªteres, estaban en horas bajas- ven¨ªa a demoler el cabaret como venganza al ostracismo que este tipo de espect¨¢culos hab¨ªan inflingido en los propios mu?ecos; una demolici¨®n hecha desde abajo hacia arriba que, adem¨¢s, pondr¨ªa fin a la decadencia del music hall, estableciendo para ¨¦l un nuevo orden.
La ret¨®rica puede que os sea familiar: ¡°Somos los de abajo y vamos a por los de arriba¡± o ¡°Le llaman democracia y no lo es¡± fueron algunos de los lemas que decoraban las pancartas de los indignados acampados por Sol y Catalunya en 2011, pero que se pueden, si cambiamos democracia por cabaret, parafrasear a la perfecci¨®n para hablar del impacto que The Muppet Show, un programa a priori infantil, tuvo en el mundo del espect¨¢culo a mediados de los a?os setenta.
Si la comparaci¨®n entre la muppet explosion y el movimiento 15-M os parece fruto de una mala digesti¨®n, siempre nos quedar¨¢ el consuelo de haber comido en el mismo restaurante que Eric Bolling: el presentador de Follow the Money, programa emitido en el canal financiero Fox Business, asegur¨® en su espacio televisivo que los personajes de felpa creados por Jim Henson eran un producto urdido por los comunistas de Hollywood; una suerte de panfleto anticapitalista que intentaba adoctrinar a los m¨¢s peque?os de forma encubierta. Para defender su tesis, Bolling us¨® de pretexto Los Muppets, pel¨ªcula que vio la luz el mismo a?o en que empezaron las movilizaciones ciudadanas, y donde la figura del villano reca¨ªa en un magnate petrolero llamado Tex Richman, cuyas intenciones pasaban por echar abajo el teatro de los tele?ecos para realizar perforaciones petrol¨ªferas.
Los tertulianos que Bolling invit¨® al programa tambi¨¦n coincid¨ªan en que Los Muppets demonizaba la figura del millonario exitoso, a la Am¨¦rica empresarial en general, y a la industria del petr¨®leo en particular. El analista de los medios de comunicaci¨®n Dan Gainor se expresaba as¨ª sobre las impresiones que la pel¨ªcula le hab¨ªa causado: ¡°Esto es lo que est¨¢n ense?ando a nuestros hijos, y luego nos preguntamos por qu¨¦ hay gente de Occupy Wall Street por todas partes: han sido educados durante a?os con este tipo de cosas¡±.
La vida a veces puede ser maravillosa: fueron la propia rana Gustavo y la cerdita Peggy en rueda de prensa los encargados de responder a esta pol¨¦mica, que Peggy zanj¨® -corroborando el lado de la zanja donde se encuentra- con un ¡°eso es tan absurdo como acusar a Fox News de ser un noticiario¡±.
¡°Esto es lo que est¨¢n ense?ando a nuestros hijos, y luego nos preguntamos por qu¨¦ hay gente de Occupy Wall Street por todas partes: han sido educados durante a?os con este tipo de cosas¡±.
Es Peggy, de hecho, uno de los personajes de felpa que m¨¢s ampollas despierta entre los sectores conservadores, o al menos aquellos que conjugan sus posturas neoliberales con las patriarcales: el rol que la cerdita asume frente a su pareja Gustavo -expresado normalmente con manguzadas de este calibre- est¨¢ lejos de la sumisi¨®n femenina complaciente con est¨®magos de la rama m¨¢s ultra del partido republicano.
No hay que ser, adem¨¢s, un experto en etolog¨ªa para ver que una relaci¨®n entre cerdo y batracio s¨®lo puede ser met¨¢fora de las relaciones interraciales (en el programa que los personajes estrenar¨¢n este a?o veremos, incluso, el idilio entre el oso Fozzie y una chica no-muppet) que tanto detestan. El ala m¨¢s abierta de la derecha americana, para su desgracia, ya ni siquiera puede entonar un ¡°si ellos as¨ª son felices¡¡±, pues el sagrado matrimonio que aqu¨ª contrajeron Peggy y Gustavo se rompi¨® definitivamente a principios de este mes para, en s¨®lo unos d¨ªas, dar paso al anuncio de que Gustavo ten¨ªa un nuevo inter¨¦s amoroso; uno que tambi¨¦n se hab¨ªa criado -qu¨¦ fijaci¨®n- en una pocilga. Denise, que as¨ª se llama la causante de los suspiros que emite la rana, es una empleada del departamento de marketing de la cadena ABC, que en Septiembre empezar¨¢ a emitir The Muppets con -pezu?as cruzadas- soflamas antimarketing por parte de Peggy.
No hay que olvidar que, sean o no estos tele?ecos compa?eros de viaje para aqe¨¦l que tenga simpat¨ªas por la izquierda, no son propiedad de ning¨²n centro c¨ªvico: pertenecen a la multinacional Disney desde 2004. El patrimonio cultural contempor¨¢neo del que forman parte, as¨ª como su atractiva iconograf¨ªa, excede al politizado fondo de su propuesta: a un representante de la derecha mexicana como es Ren¨¦ Diaz no le flaquearon las piernas para utilizar, sin permiso alguno, la imagen de Gustavo en una de sus campa?as electorales, con lo que, ?podr¨ªamos afirmar que los personajes de Henson son, despu¨¦s de todo, apol¨ªticos? Quiz¨¢s Alice Cooper, Leo Sayer, Debbie Harry, Johny Cash, Elton John, Dianna Ross o Charles Aznavour sean los ¨²nicos que puedan responder a esta pregunta. Y es que, si alguna vez nos aleccion¨® The Muppet Show, fue present¨¢ndonos a todos ellos mientras com¨ªamos tostadas con Nocilla.
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