El c¨®mico que robaba las bromas de internet
The Fat Jew triunfa en Instagram, publica libros y se ha convertido en un influencer por el que pujan numerosas marcas. Y lo ha conseguido a base de postear las bromas de otras personas
Un tipo rechoncho y con pelo afro posa junto a Jamie Foxx en los MTV Music Video Awards llevando tan solo una bata (abierta) y ropa interior. En un v¨ªdeo de YouTube, el mismo personaje, esta vez con una especia de coleta que desaf¨ªa a la ley de la gravedad, simula una clase de spinning con las bicicletas p¨²blicas de Nueva York para una clase compuesta exclusivamente por homeless. Una ¨²ltima instant¨¢nea: nuestro protagonista, vestido con frac, aparece en la playa de Cannes, en plena celebraci¨®n de su festival de cine, mientras se derrama por el torso dos botellas de vino rosado.
El tipo responde al nombre de Josh Ostrovsky, pero es mucho m¨¢s conocido como The Fat Jew, uno de los c¨®micos de m¨¢s ¨¦xito actualmente en Estados Unidos: tiene m¨¢s de 5 millones y medio de fans en Instagram, un libro en ciernes, contratos con una de las mayores agencias de representaci¨®n del pa¨ªs y cobra unos 2.500 d¨®lares por hacer que un producto determinado aparezca en sus actualizaciones. Y todo eso lo ha conseguido con un modus operandi que ha indignado a muchos: postear casi exclusivamente las bromas de otros usuarios de Twitter, Tumblr, Instagram y cualquier red social en la que encuentre material al que echarle el guante.
Ostrovski lleva desde 2013 convirtiendo sus cuentas personales en un mosaico de ocurrencias ajenas, con pantallazos en los que se deja convenientemente fuera el nombre del autor original de las bromas. No es dif¨ªcil encontrar numerosas p¨¢ginas en las que se muestra el antes y el despu¨¦s de las acciones de The Fat Jew, que tampoco oculta su m¨¦todo. De hecho, su biograf¨ªa en Instagram le da un giro posmodernos al asunto, autocalific¨¢ndose de ¡°director de asuntos curacionales de Estados Unidos¡±. La postura del curator, esa figura borrosa en la que se confunden los l¨ªmites de la recomendaci¨®n fundada y la impostura interesada, le ha servido a Ostrovski para hacerse un nombre, una gran base de seguidores y, a consecuencia de lo anterior, ganar cada vez m¨¢s dinero.
Budweiser, Virgin Mobile, Burger King o Stella Artois son solo algunas marcas que han requerido sus servicios. La editorial Hachette publicar¨¢ en octubre una ¡°colecci¨®n de hilarantes ensayos personales¡± titulada Money, pizza, respect, el mismo nombre que recibe su reci¨¦n estrenado programa en Apple Music Beats 1, la radio online de la compa?¨ªa de la manzana. Incluso ha lanzado su propia marca de vino, llamada White girl ros¨¦. Ese ¨¦xito le ha llevado a firmar con Creative Artists Agency, una de las principales agencias de representaci¨®n de Estados Unidos, y la agencia de modelos y celebrities One Agency. Todo lo que le rodea parece tan desmesurado y absurdo como el n¨²mero de fans de las cuentas de Instagram de sus dos perros: Toast (290.000) y Muppet (39.000), el primero de los cuales ha servido de imagen para una campa?a de la dise?adora de moda Karen Walker.
Going to start dressing like a Lion. That way cops know that if they kill me. White people will avenge me pic.twitter.com/FIFfcJwOQH
— Davon (@davonmagwood) July 30, 2015
Pero incluso en ese ascenso a la fama, sus t¨¢cticas apropiacionistas le han cerrado alguna puerta. La indignaci¨®n de muchos usuarios de Twitter creci¨® en las ¨²ltimas semanas, con las noticias sobre un programa dirigido y protagonizado por ¨¦l en Comedy Central. La respetada cadena de humor se apresur¨® a desmentir que el programa fuese a ver la luz, recalcando que el proyecto se hab¨ªa cancelado hac¨ªa meses. Humoristas como Davon Magwood han expresado p¨²blicamente su rechazo a la manera en la que ha construido su carrera (y, por tanto, su popularidad), uni¨¦ndose a las voces de muchos tuiteros, algunos de los cuales han visto como tomaba prestado su propio material.
El propio Magwood ha sido una de sus v¨ªctimas: en julio public¨® una broma sobre el le¨®n Cecil y el racismo que apareci¨® poco despu¨¦s, sin cr¨¦dito alguno, en el perfil de The Fat Jew. Otros c¨®micos, como Patton Oswalt, son m¨¢s sutiles, ironizando sobre su supuesta figura de agregador de contenidos o, incluso, lo utilizan como material c¨®mico. Paul Scherr escrib¨ªa hace poco el siguiente tuit: ¡°ahora me siento mal porque @FATJEW no me ha robado a m¨ª. Tengo que mejorar en Instagram¡±.
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