La fascinaci¨®n del mal
Nos aproxima a algunos acontecimientos de nuestro proceder y no resuelve las alternativas a estos macabros escenarios
Carta de la semana: La fascinaci¨®n del mal
?Pierde el ser humano el sentido del bien al hacer turismo tildado de cultural pero te?ido de negro? Es el cuestionamiento que me hago tras la impresi¨®n recibida despu¨¦s de leer el art¨ªculo La fascinaci¨®n del mal, que, por una parte, nos aproxima a algunos acontecimientos de nuestro ignominioso proceder y que, por otra, no resuelve las alternativas a estos macabros escenarios y la capacidad humana de empatizar con el dolor que aqueja a otras personas.
Mar¨ªa Mar Rojas Buend¨ªa. Getafe (Madrid)
La nada de Mill¨¢s
Siete d¨ªas estuve esperando la fotograf¨ªa de Arthur Miller con su hijo sin saber que esta ser¨ªa finalmente la que presentar¨ªa Juan Jos¨¦ Mill¨¢s en El Pa¨ªs Semanal del pasado domingo 26 de julio. Siete d¨ªas me he llevado contemplando at¨®nito aquella otra de Cristina Cifuentes. Sin palabras. Y la de los caballeros Iglesias y Garz¨®n en un sof¨¢ ¡°estilo chester¡± venido a menos. Las fotos que comenta Juan Jos¨¦ Mill¨¢s en la secci¨®n La imagen se pueden masticar, comer, oler, rumiar, tocar y, se me olvidaba, tambi¨¦n ver, claro.
Recuerden la foto de Arthur Miller de hace unas semanas, cont¨¦mplenla de nuevo. El dramaturgo escrib¨ªa relajadamente frente al escritorio con su hijo/beb¨¦ en el regazo. El mismo que estuvo casado con Marilyn Monroe se rodeaba de la nada m¨¢s cotidiana, de la cotidianidad m¨¢s absoluta. Pues bien, el otro d¨ªa compr¨¦ un libro infantil y lo guard¨¦ en la estanter¨ªa de mi biblioteca (envuelto en papel celof¨¢n inclusive) para el hijo que no tengo (a¨²n). Gracias, Mill¨¢s, de todo coraz¨®n.
J. A. M¨¢rquez Izquierdo. El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz)
Educaci¨®n vial
Leo a destiempo (tengo acumulados incluso ejemplares de El Pa¨ªs Semanal en papel desde hace seis a?os a la espera de su lectura) el reportaje Amarga victoria. ?Se puede acabar con las muertes en la carretera? Soy, o quiz¨¢ deber¨ªa decir ¡°era¡± porque ya no ejerzo de nada de esto, profesor de formaci¨®n vial, educador infantil y experto en seguridad vial (no es que lo diga yo, lo dice un t¨ªtulo de la UNED con un nombre as¨ª de pedante y ostentoso), y siempre he reivindicado la educaci¨®n de los ni?os para evitar el castigo de los mayores. Pero en este pa¨ªs es dif¨ªcil conjugar el verbo educar, es demasiado costoso y demasiado largo, por eso preferimos castigar o prohibir (uno de los preferidos de los gobernantes tambi¨¦n es ¡°pagar impuestos¡±, que de eso la conducci¨®n sabe mucho). A pesar de que castigando y prohibiendo se hayan bajado considerablemente los muertos en la carretera, no es nada comparado con lo que se podr¨ªa hacer educando a la poblaci¨®n. Precisamente, lo que m¨¢s me llama la atenci¨®n del magn¨ªfico art¨ªculo son las palabras de Jes¨²s Moncl¨²s: ¡°Y mirar m¨¢s all¨¢ de una legislatura¡±. Quiz¨¢ esto sea lo m¨¢s complicado. M¨¢s dif¨ªcil incluso que rebajar los muertos en la carretera P
??igo Franco Benito. Correo electr¨®nico
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