Intrigas cortesanas y guisantes

No se ajusta a los estrictos c¨¢nones del roman o novela sino a los del rel¨¦ o relato. En su primer libro el periodista franc¨¦s Fr¨¦d¨¦ric Richaud se adentra en el espl¨¦ndido huerto del Palacio de Versalles de la mano de su creador, Jean-Baptiste de la Quintenie. El misterioso abogado, que plant¨® su carrera como letrado por la cosecha de frutas y verduras, es el protagonista de esta historia en la que tras los guisantes y los higos se escucha el rumor de fondo de las guerras emprendidas por Luis XIV, las intrigas cortesanas y otras voces que denuncian la injusticia del r¨¦gimen absolutista. Hay bailes de m¨¢scaras en el Louvre, juicios por envenenamientos, favoritas del rey ¨Ccomo Mademoiselle de Fontanges , que al qued¨¢rsele enganchado en un ¨¢rbol su sombrero, opt¨® por atarse con una cinta sus bucles e instaur¨® una nueva moda de peinado¨C, planes de ampliaci¨®n del palacio para acoger permanentemente a la corte, y sobre todo, una constante lucha contra las heladas y la carencia de agua y de abono.

'El jardinero del rey'

El libro de Fr¨¦d¨¦ric Richaud recuerda lo que era motivo de orgullo para el monarca Luis XIV. En el margen de lo que ser¨ªa el Distrito de San Luis, el rey del Sol encarg¨® a Jean Baptiste de la Quintenie la creaci¨®n de un huerto que abasteciese a la corte. Las obras empezaron en 1678 y el huerto empez¨® a producir en 1683. Este se convirti¨® m¨¢s adelante en la sede del ?cole Nationale Superiore du Payssage.

El ¡°Intendente para los cuidados de los vergeles de frutales y de hortalizas de Versalles¡± construy¨® los primeros invernaderos en Francia, logr¨® cultivar suficientes hortalizas para abastecer a la corte durante todo el a?o y se gan¨® el respeto y la confianza del rey, un monarca por quien Quintenie, en el relato de Richaud, no puede evitar sentir ambivalencia: le permite construir su peque?o ed¨¦n, pero ?a costa de qu¨¦? ?l logr¨® drenar las nueve hect¨¢reas de tierras pantanosas, y en ellas crear peque?os microclimas amurallados que permitieron obtener, para asombro de todos, lechugas en enero o fresas en marzo. Pero sus frutos que con tanto mimo y ciencia cultivaba apenas duraban unas horas en los fr¨ªvolos banquetes. ¡°No os imagin¨¢is cu¨¢n grato me resulta encontrar refugio en el hueco de una parcela aislada, a cualquier hora del d¨ªa o de la noche, lejos, tan lejos de todo¡±, escribe a Phillippe de Neuville.

Sutil y pausado, El jardinero del rey no es un tratado de jardiner¨ªa, ni una biograf¨ªa; a partir de m¨ªnimos datos biogr¨¢ficos y de la correspondencia del maestro jardinero, se construye esta historia cortesana, un fresco con un ¨²nico punto de vista, el del mis¨¢ntropo horticultor.