La ley del deseo
Addy es un medicamento para incrementar el deseo femenino en primorosas p¨ªldoras rosadas
A 39 millones de infieles del mundo se les atragant¨® el desayuno la semana pasada, al leer el peri¨®dico. Un grupo de piratas inform¨¢ticos ha robado sus perfiles de la web Ashley Madison para publicarlos en Internet.
Ashley Madison es una web para poner cuernos. Su portada luce el eslogan ¡°La vida es corta. Ten una aventura¡±, y la foto de una rubia llev¨¢ndose el dedo a los labios para que le guarden el secreto. Su utilizaci¨®n resulta muy sencilla: uno ingresa sus datos y entra en contacto con potenciales amantes. Para entrar en el sistema, el usuario debe consignar sus datos f¨ªsicos y describir sus apetitos m¨¢s urgentes. As¨ª que, si tiene usted dudas sobre la lealtad de su pareja, eche un vistazo por la Red. A lo mejor hasta descubre alguna sorpresita sobre sus gustos y preferencias.
Mientras los cornudos del mundo y sus angustiadas parejas se volcaban en Internet, otra noticia sexual lleg¨® a nuestras portadas: la aprobaci¨®n de Estados Unidos a la comercializaci¨®n de Addyi, el viagra femenino, un medicamento para incrementar el deseo femenino en primorosas p¨ªldoras rosadas.
En realidad, Addyi no es un viagra. La sexualidad femenina es m¨¢s compleja que la masculina. La pastilla azul act¨²a sobre la circulaci¨®n, bombeando sangre hacia donde el hombre la necesita (y solo la necesita en un lugar). La rosada, en cambio, es psicoactiva: act¨²a sobre el cerebro, estimulando el apetito sexual. El usuario de viagra siente deseo pero su cuerpo no puede satisfacerlo. Addyi crea el deseo.
A la luz de estos avances, merece la pena volver a ver la primera temporada de Masters of Sex. Esa extraordinaria serie de televisi¨®n recrea la d¨¦cada de los a?os cincuenta, aquellos terribles tiempos en que la sexualidad era tab¨², la gente no hablaba de sus necesidades amatorias y los gais se curaban mediante castraciones qu¨ªmicas y electroshocks.
Hoy, ley del deseo a¨²n es rigurosa, pero se ha invertido. Antes, el sexo estaba prohibido. Ahora es obligatorio. En los a?os cincuenta, las personas se conoc¨ªan, y si se gustaban, desafiaban todo tipo de normas para consumar su atracci¨®n. En el siglo XXI, carecer de amante se considera disfuncional. Y si no quieres acostarte con nadie, debes medicarte. Irte a la cama sin compa?¨ªa est¨¢ tipificado como enfermedad. Creemos que nos hemos vuelto m¨¢s libres, y por eso m¨¢s felices. Pero quiz¨¢ solo hemos cambiado de esclavitudes.
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