Joaqu¨ªn D¨ªaz, el juglar sabio
Estudiaba y cantaba canciones tradicionales hasta que desapareci¨® para recuperar la memoria de todos. Hoy es el gran etn¨®grafo espa?ol
Hacen falta dos presentaciones para hablar de Joaqu¨ªn D¨ªaz.
Quienes han nacido en los ¨²ltimos 40 a?os quiz¨¢ no sepan nada de ¨¦l. A ellos les podemos informar de que este juglar del siglo XX recog¨ªa y estudiaba canciones tradicionales espa?olas y del resto del mundo; que luego las cantaba con voz exquisita y con gran respeto a las versiones originales; que grab¨® discos cuidad¨ªsimos y muy escuchados¡, y que despu¨¦s desapareci¨®.
Eso es probablemente lo que ya saben quienes le siguieron entre 1965 y 1976, los a?os en que su imagen aparec¨ªa en los peri¨®dicos y sus canciones se o¨ªan en radio y televisi¨®n. As¨ª que a ellos la presentaci¨®n anterior les sobra.
Sin embargo, muchos de estos ¨²ltimos quiz¨¢ se est¨¦n enterando ahora de que Joaqu¨ªn D¨ªaz empez¨® a transformarse entonces en el gran etn¨®grafo espa?ol del siglo XXI. Desapareci¨® de la memoria de todos¡ para recuperar la memoria de todos.
Nunca dej¨® de investigar, de recopilar canciones casi perdidas o romances de tradici¨®n oral; hizo acopio de instrumentos musicales, cuentos populares, testimonios gr¨¢ficos de trajes antiguos, octavillas con coplas y relatos. Ha publicado ya 80 discos y 50 libros. Y dirige desde 1980 la Revista de Folklore y la Fundaci¨®n Joaqu¨ªn D¨ªaz, amparada por la Diputaci¨®n de Valladolid y la Junta de Castilla y Le¨®n.
En esta fundaci¨®n-museo, donde trabajan ocho personas cualificadas, custodia ahora un material invaluable, de grand¨ªsimo inter¨¦s para los investigadores de tradiciones y costumbres: 26.000 libros (entre ellos, cientos de cancioneros y unas 300 recopilaciones de refranes); 4.000 aleluyas con estampas, 6.000 pliegos de cordel (cuentos populares y canciones que se expon¨ªan al p¨²blico colgados de una cuerda), 8.000 discos de vinilo, 14.000 fotos antiguas¡ Y 30.000 grabaciones en MP3 donde se oye a los informantes originales que le transmitieron durante estos a?os canciones o cuentos, y que pronto estar¨¢n accesibles para todo el mundo gracias a un convenio con Wikipedia. Por si fuera poco, la fundaci¨®n organiza simposios y expone al p¨²blico m¨¢s de 400 instrumentos tradicionales (escogidos de los m¨¢s de 1.000 catalogados); entre ellos, un tintin¨¢bulo del siglo I (una especie de campanilla).
?Y d¨®nde se encuentra todo esto?
En una gran casa de Urue?a (Valladolid) construida en el siglo XVIII y que iba para el oficio de parador provincial pero ascendi¨® a la categor¨ªa de museo etnogr¨¢fico.
?Y por qu¨¦ Urue?a?
Este pueblo medieval de la Castilla profunda constituye un caso muy singular por la congregaci¨®n de cultura viva que atesora. Joaqu¨ªn D¨ªaz lo conoci¨® en 1971, cuando un realizador de TVE le propuso grabar all¨ª, cantando sobre un carro, un villancico para el programa especial de Navidad. No sab¨ªa entonces que 20 a?os m¨¢s tarde decidir¨ªa instalarse en ese lugar.
Urue?a ya ten¨ªa el t¨ªtulo, desde 1975, de conjunto hist¨®rico art¨ªstico, y en 2007 fue designada Villa del Libro como las de otros pa¨ªses de Europa, pero sin demasiada relevancia al principio. M¨¢s tarde, las correspondientes ayudas oficiales atrajeron a varios rom¨¢nticos del papel que han ido dando a este pueblo una ins¨®lita concentraci¨®n de librer¨ªas por habitante: una decena de establecimientos que tocan a 20 vecinos cada uno.
Un d¨ªa de 1987, el presidente de la Diputaci¨®n, Francisco Delgado, del PSOE, le pregunt¨® a Joaqu¨ªn D¨ªaz qu¨¦ se podr¨ªa hacer con un rumboso edificio que estaba en el centro del pueblo y ped¨ªa a gritos una rehabilitaci¨®n. D¨ªaz le respondi¨®. ¡°En dos d¨ªas te presento un proyecto¡±. El Museo Etnogr¨¢fico se inaugur¨® all¨ª en 1991, dotado principalmente con los archivos del cantante, y Urue?a empez¨® a hacerse grande en el mapa.
A partir de 1994 se fueron trasladando a Urue?a artistas y gentes de la cultura: el dise?ador gr¨¢fico Juan Antonio Moreno; el m¨²sico madrile?o (tambi¨¦n estudioso del folclore) Luis Delgado, que encontr¨® el sitio ideal para establecer su museo de 300 instrumentos recogidos por todo el mundo, entre ellos, un salterio espa?ol del siglo XVII; el cantautor berciano Amancio Prada, que fue a visitar a Joaqu¨ªn D¨ªaz y se hechiz¨® con una puesta de sol compatible con la salida de la luna m¨¢s hermosa; los periodistas Tamara Crespo y Fidel Raso, que est¨¢n terminando de montar una librer¨ªa especializada en comunicaci¨®n. O el empresario Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez, organizador de unos famosos desayunos informativos en Madrid (el foro Nueva Econom¨ªa), que compr¨® casa y mont¨® bodega. O una restauradora de pel¨ªculas como In¨¦s Toharia, convertida tambi¨¦n en librera junto con Isaac Garc¨ªa, y autores ambos, despu¨¦s, de un documental de 87 minutos sobre Joaqu¨ªn D¨ªaz¡
La ubicaci¨®n de Urue?a (cerca de la A-6) facilita que muchos otros admiradores de Joaqu¨ªn se pasen de vez en cuando a saludarle, como el gaitero gallego Carlos N¨²?ez, el acordeonista vasco Kepa Junkera, la cantante catalana Marina Rosell¡ (algunos, con el confesado prop¨®sito de tocar los viejos instrumentos musicales que guarda).
Los tres y algunos m¨²sicos m¨¢s (su amigo Luis Delgado, o Cuco P¨¦rez, o los muchachos de La Musga?a¡) participaron en el homenaje que recibi¨® en el teatro Zorrilla de Valladolid el pasado noviembre por sus 50 a?os de carrera. Porque no en vano es maestro y referencia. Ahora, por ejemplo, est¨¢ trabajando para la Real Academia ¨Ca ra¨ªz de una conversaci¨®n con su vicedirector, Jos¨¦ Antonio Pascual¨C en mejorar las definiciones de los instrumentos musicales en el Diccionario.
¨C?Por qu¨¦ dej¨® de actuar en p¨²blico, Joaqu¨ªn?
¨CPor autoexigencia. Era muy dif¨ªcil estar siempre a una altura digna. Tambi¨¦n sent¨ªa que deb¨ªa hacer algo m¨¢s que cantar, quer¨ªa buscar el origen de las cosas. Pero sigo grabando. Ahora preparo dos discos, uno con nanas y otro con canciones espa?olas recogidas a finales del siglo XIX en California por Charles Lummis con un fon¨®grafo.
¨C?C¨®mo explicamos a un joven de hoy la importancia del estudio de las tradiciones?
Joaqu¨ªn D¨ªaz
Joaqu¨ªn D¨ªaz naci¨® en Zamora en mayo de 1947 (tiene por tanto 68 a?os). En 1951 se traslad¨® a Valladolid. Cant¨® en teatros, radio y televisi¨®n desde 1964 a 1976, y despu¨¦s se dedic¨® a la investigaci¨®n etnogr¨¢fica.
Es director de la Revista de Folklore (una de las m¨¢s importantes publicaciones espa?olas de cultura tradicional) desde su creaci¨®n en 1980. Ha recibido doctorados honoris causa por la Universidad de Valladolid y por el Saint Olaf College de Estados Unidos. Asimismo, es ciudadano de honor del Estado de Texas, miembro de honor del International Council for Traditional Music y de numerosos institutos y sociedades espa?oles y extranjeros de etnograf¨ªa.
El 23 de abril de 1999, fue galardonado con el Premio Castilla y Le¨®n de Humanidades y Ciencias Sociales, m¨¢ximo honor en su g¨¦nero en la Comunidad. Se le otorg¨® tambi¨¦n el Premio Norte de Castilla de Cultura en el a?o 2000. Es acad¨¦mico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y pertenece a la Academia de las Artes y las Ciencias de la M¨²sica.
En mayo de 2012, la empresa discogr¨¢fica Warner Music Spain reedit¨® su obra Cancionero de romances, que se hab¨ªa publicado en los a?os setenta, en una caja con cinco discos de vinilo y con tres digitales en los que se recoge ese trabajo, as¨ª como algunas grabaciones de televisi¨®n de aquella ¨¦poca.
En el a?o 2008, la Academia de la M¨²sica le concedi¨® el premio a toda una vida, que se le entreg¨® en la gala de los Premios de la M¨²sica 2008.
¨CNadie parte de cero, todos tenemos una mentalidad que se forma con la cultura tradicional, y su m¨²sica es una prolongaci¨®n del lenguaje. Por ejemplo, las canciones infantiles han transmitido los valores y los mitos que les interesaban a las madres. Y un cuento como el de Caperucita serv¨ªa para convencer a los ni?os de que no hablaran con extra?os, y para infundir a la vez el miedo al bosque, a la oscuridad¡ Se trata sencillamente de conocernos con todo eso. Y si conoces esa herencia, puedes eliminar lo que no te guste. La tradici¨®n no es repetir, sino adaptar.
¨CEsto me hace recordar el Toro de la Vega [el alanceamiento popular de una res por unos jinetes, en Tordesillas, Valladolid]. ?Convendr¨ªa adaptarlo entonces?
¨CComo etn¨®grafo, intento ser notario y describir. La gente decide. Pero yo creo que tanto en el Toro de la Vega como en la lidia se acabar¨¢ indultando al animal y manteniendo la fiesta, como hacen en Portugal. Es decir, se establecer¨¢ un simple juego sin matar al toro.
¨CSi usted mira el mapa de la m¨²sica tradicional en Espa?a, ?ve m¨¢s conexiones que diferencias, o al contrario?
¨CLas dos cosas. La jota est¨¢ por todas partes, incluso en Canarias [la isa es en realidad una jota]. Pero se nota que en Catalu?a durante la Renaixen?a [siglo XIX] se elimin¨® lo que no fuera genuinamente catal¨¢n. La Espa?a del siglo XVI era m¨¢s rica en esto que la actual, porque luego se han intentado encapsular las esencias. Antes era todo m¨¢s libre. Una misma canci¨®n ten¨ªa diferentes versiones en cada sitio, y eso nos demuestra ahora su antig¨¹edad¡ y que la gente se mov¨ªa mucho: los juglares, los ciegos y sus romances¡ Y en cada pueblo se recordaban esas canciones y se quedaban con su propia versi¨®n.
¨C?Por qu¨¦ desapareci¨® aquel movimiento de m¨²sica tradicional que se dio durante la Transici¨®n?
¨CPorque ya se exige un cierto virtuosismo. Quienes hacen m¨²sica tradicional ahora son unos virtuosos: Carlos N¨²?ez, Kepa Junkera, Hevia¡ Son el no va m¨¢s del virtuosismo. Y hoy en d¨ªa se busca mucho el espect¨¢culo, adem¨¢s de la transmisi¨®n de cultura.
¨C?Todav¨ªa le quedan canciones espa?olas por recoger o ya las tiene todas?
¨CA¨²n me llevo sorpresas. Pero en un pueblo donde antes se sab¨ªan 400 canciones, se recuerdan ahora 40 como mucho.
¨CUsted ha sido investido doctor honoris causa en Estados Unidos y ha pronunciado conferencias en muchas universidades extranjeras. ?La universidad espa?ola le presta atenci¨®n al estudio de las tradiciones?
¨CEmpec¨¦ Derecho y empec¨¦ Filosof¨ªa. Y dej¨¦ la universidad precisamente porque no encontr¨¦ lo que buscaba. Esta fundaci¨®n es el resultado de aquella curiosidad: se puede investigar con bibliograf¨ªa, documentos sonoros, instrumentos, trajes¡ En la universidad se investiga con mucha especializaci¨®n, pero lo que tiene sentido es observar desde una perspectiva m¨¢s general y relacionarlo todo. Eso se puede hacer aqu¨ª, y vienen investigadores de todo el mundo a estudiar nuestros materiales.
¨C?Y no se queja de falta de medios?
¨CSi yo tuviera las mismas obligaciones que en los a?os sesenta, dir¨ªa que mis medios son m¨¢s que suficientes. Pero siento aqu¨ª una gran responsabilidad: que la gente vea la fundaci¨®n como algo positivo para esta ¨¦poca. Esto es una empresa privada con ayudas p¨²blicas que se van reduciendo, y de las que dependen ocho trabajadores; y mi responsabilidad es mantenerla viva: por ellos, por el tesoro que se guarda en este edificio y porque sin la fundaci¨®n se desbaratar¨ªa la idea de lo que hoy es este pueblo. Eso a veces no me deja dormir. Eso, y conseguir alguna ayuda para ordenar y digitalizar todos los fondos que tenemos, y ponerlos al acceso de la gente desde cualquier lugar.
Joaqu¨ªn D¨ªaz abre a continuaci¨®n la ciberp¨¢gina de la fundaci¨®n, donde se pueden consultar miles de los documentos (pero no los audios).
En ese instante, otros 24 usuarios lo est¨¢n haciendo tambi¨¦n desde cualquier lugar del mundo. Qui¨¦n sabe si alguno de ellos tendr¨¢ asimismo la tentaci¨®n de darse una vuelta por este pueblo para recorrer su muralla, visitar la ermita de La Anunciada y comer con placer en el Mes¨®n Villa de Urue?a por 12 euros. En ese caso, el desconocido forastero deber¨¢ afrontar tambi¨¦n el impulso de quedarse all¨ª a vivir, con ese grupo de 200 vecinos amables que cada ma?ana se saludan por sus nombres.
elpaissemanal@elpais.es
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