Lo que ya no es noticia
La actual sobreinformaci¨®n medi¨¢tica encubre y desclasifica la escala de valores
Uno. Hasta bien entrado el siglo que dejamos atr¨¢s los Estados autocr¨¢ticos pod¨ªan ocultar toda informaci¨®n contraria a sus intereses por atroz e importante que fuese. Por fortuna, esto es ahora imposible: la ubicuidad de las nuevas tecnolog¨ªas produce m¨¢s bien el efecto contrario.
Dos. En el mundo globalizado de hoy suceden demasiadas cosas al mismo tiempo. El retorno a la guerra fr¨ªa con la Rusia de Putin a ra¨ªz de su intervenci¨®n en Ucrania, las fechor¨ªas salvajes de la organizaci¨®n del Estado Isl¨¢mico y la lucha contra el terrorismo en las sociedades democr¨¢ticas han relegado a un segundo plano los horrores de El Assad hijo en Siria y cuanto ocurre en Irak o Libia por no hablar ya del bloqueo brutal de Gaza y de la colonizaci¨®n impasible de lo que queda de Palestina. Como vio muy bien G¨¹nter Grass, este exceso de informaci¨®n se traduce en una desinformaci¨®n de todo lo que no es esa noticia ef¨ªmera que acapara los titulares de la prensa y origina una avalancha de comentarios en las redes sociales. En el constante zapeo mental al que estamos sometidos los hechos se solapan unos sobre otros y desaparecen de nuestra conciencia si dejan de atraer la luz de los focos. ?Qui¨¦n se acuerda del sitio de Sarajevo y de la limpieza ¨¦tnica de los musulmanes bosnios, del aplastamiento de la independencia chechena o de las crueldades de la guerra civil de Argelia de los que fui testigo hace 20 a?os? El contenido informativo de una noticia aumenta siempre en funci¨®n de su improbabilidad: mientras por ello los atentados terroristas casi diarios que ensangrientan Oriente Pr¨®ximo o Afganist¨¢n no captan sino una modesta nota a pie de p¨¢gina los llevados a cabo en Europa nos mantienen en vilo durante d¨ªas y semanas. Dicha atenci¨®n a lo inesperado pr¨®ximo y cansancio anest¨¦sico de lo habitual y remoto nos lleva a olvidar que las primeras v¨ªctimas del yihadismo son los propios musulmanes y que la pregonada guerra del Islam contra Occidente es ante todo la de los extremistas contra su propia comunidad.
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Tres. El mejor ejemplo de esto nos lo procura la actual llegada dram¨¢tica de decenas de miles de refugiados al espacio Schengen: la imagen conmovedora del peque?o Aylan Kurdi ahogado en la costa turca durante el trayecto de su familia hacia una lejana tierra de convivencia y asilo ha producido una reacci¨®n solidaria en algunos pa¨ªses europeos encabezados, y ello es muy significativo, por la Alemania de Angela Merkel. Pero ?cu¨¢ntos ni?os naufragados en su dif¨ªcil camino hacia Italia o Grecia permanecen an¨®nimos en nuestra abotargada conciencia sin que nadie haya captado el alcance de su tragedia? La profusi¨®n actual de fotos de los refugiados amontonados en lanchas neum¨¢ticas o atravesando las hostiles fronteras balc¨¢nicas rumbo a Alemania o Suecia evidencian el desastre humanitario y moral de nuestros Gobiernos sin que sea posible ocultar la cabeza. El horror es noticia. Pero, ?por cu¨¢nto tiempo?
Los hechos se solapan unos sobre otros y desaparecen de nuestra conciencia si dejan de atraer la luz de los focos
Cuatro. Vuelvo al comienzo: frente a la vertiginosa cadena de acontecimientos que se acumulan como estratos que atraen de modo fugitivo nuestra atenci¨®n, el mejor ejemplo de lo que no es noticia nos lo procura tal vez lo que es para los palestinos pan de todos los d¨ªas. Hechos en apariencia min¨²sculos pero que al hilo del tiempo se convierten en ese tormento de la gota de agua que cae sin cesar sobre uno: demolici¨®n de tres viviendas en Hebr¨®n, tala de olivos centenarios por los colonos de un asentamiento ilegal, expropiaci¨®n de los terrenos lindantes con una carretera reci¨¦n trazada y desde los que los j¨®venes apedrean los veh¨ªculos del ocupante. Ning¨²n peri¨®dico, estaci¨®n de radio ni canal de televisi¨®n dan cuenta de ello: carecen de contenido informativo. No hay muertos, no hay heridos, no hay sangre. No obstante de eso, configuran la memoria colectiva de un pueblo para que cada elemento a primera vista insignificante determine su presente y futuro.
Los devoradores pasivos de los noticieros se han vuelto insensibles al dolor ajeno a fuerza de contemplarlo como un espect¨¢culo. Pasan de las haza?as futboleras de un ¡°genial¡± mediocentro o de un ciclista ¡°chuparruedas¡± (la frase es de Robert Musil) al lanzamiento de barriles con explosivos sobre Alepo sin establecer una diferencia clara entre ambos. La sobreinformaci¨®n medi¨¢tica encubre y desclasifica la escala de valores y mala suerte para aquello que no es noticia.
Juan Goytisolo es escritor.
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