Taylor Swift, la omnipresente
La cantante mantiene una intensa vida en las redes sociales. Su imagen, hasta ahora natural, peligra con tanta exposici¨®n
En agosto de este a?o, la web Buzzfeed sub¨ªa un tema titulado 27 ocasiones en las que Taylor Swift se equivoc¨® tanto que casi gan¨®. Los gifs e im¨¢genes que compon¨ªan la pieza mostraban a la autora de 1989 tratando de matar una mosca durante una entrevista, preguntando en un foro c¨®mo se hac¨ªa para descargar su propio disco, divagando sobre las ballenas en una intervenci¨®n radiof¨®nica, admitiendo en Tumblr que se hab¨ªa puesto un jersei de pico del rev¨¦s o fracasando en el intento de pelar una gamba. Dos semanas despu¨¦s, llegaba a los quioscos el n¨²mero de septiembre de la edici¨®n estadounidense de la revista Vogue. La protagonista de la portada era Beyonc¨¦. Aparec¨ªa rozagante, fotografiada por Mario Testino. En el interior, el art¨ªculo que acompa?aba las otras dos fotos de la diva, no conten¨ªa ni una sola declaraci¨®n suya. De hecho, hace m¨¢s de un a?o que Beyonc¨¦ no responde a preguntas de ning¨²n medio de comunicaci¨®n. La ¨²ltima vez fue durante una entrevista para la portada de la edici¨®n estadounidense de GQ?de febrero de 2014 en un encuentro que el periodista defini¨® como ¡°perfectamente coreografiado¡±. Eso s¨ª, en el v¨ªdeo del making of de la sesi¨®n, la diva aparece feliz bebiendo de una lata de Pepsi, una de las marcas para las que es imagen.
Beyonc¨¦ y Taylor son, sin duda, las dos divas m¨¢s poderosas de la industria musical. La primera lo logra, como recuerda la periodista de The Guardian Tshepo Mokoena, "gracias a una estrategia a la vieja usanza, emulando el misterio y la distancia que rodeaba a las estrellas de los a?os ochenta y noventa. Esto hace que gane m¨¢s fans de los que pierde, pero no evita que se le vea como alguien fr¨ªo y calculador". Justo lo contrario que Taylor Swift, quien ha forjado su fama haciendo exactamente lo opuesto ¡ªubicua presencia en redes sociales, relaci¨®n estrecha con los fans y apariciones televisivas continuas¡ª, sobre todo desde que en 2012, coincidiendo con su primer amago de abandono del country, tratara de jugar en la liga de las grandes divas, apareciendo en las portadas de Glamour y Vogue, y vendiendo en ambos casos menos que otras estrellas como Lady Gaga o Victoria Beckham. Tambi¨¦n fue portada de Cosmopolitan aquel a?o; el peor n¨²mero del ejercicio.
Desde entonces, Taylor ha logrado ser la cuarta persona con m¨¢s seguidores en Twitter (63,3 millones), y esta misma semana, la l¨ªder en Instagram, alcanzando los 45,7 millones, 100.000 m¨¢s que la anterior reina, Kim Kardashian. La decisi¨®n de Swift de comportarse como una estrella que rentabiliza el hecho de ser nativa digital, en lugar de aprovecharse del hecho de que sus representantes lograron convertir en celebridades a artistas que vend¨ªan muchos discos en 1987, hasta hoy le ha salido redonda. En una encuesta publicada recientemente aparec¨ªa como la artista que mejor interact¨²a con sus seguidores, a quienes ha escrito cartas a mano, ha mandado regalos personalizados, ha donado dinero para que se paguen la matr¨ªcula en la Universidad, ha abierto las puertas de sus casas para realizar escuchas comentadas de su reciente disco e, incluso, en los conciertos de su ¨²ltima gira les coloca una pulsera luminosa para "poder ver sus caras desde aqu¨ª arriba", como le gusta a la diva recalcar en cada show.
Ahora, Taylor parece que ha decidido que prefiere ser amiga (o enemiga) de famosas antes que colega de sus fans. Se enfrenta, por primera vez, a unos medios que empiezan no solo a estar cansados de su ubicuidad, sino que ya dudan de su naturalidad y de esa blanca e impoluta bondad. "La barrera que hay que sortear para entrar en su mundo es cada vez m¨¢s alta. Al escenario ya no invita a sus fans, sino a otros famosos", cuenta Harley Brown, redactora de la revista musical estadounidense Spin. "A¨²n no estamos cerca de presenciar su ca¨ªda en desgracia, pero s¨ª vemos que su feminismo aflora solo cuando le sirve a ella, que sus seguidores ya no son sus mejores amigas y que cada d¨ªa est¨¢ m¨¢s metida en su propio mundo", a?ade.
Sus reglas
Como una estrella de los ochenta, Taylor empieza a copar los medios de comunicaci¨®n por motivos que poco tienen que ver con la generosidad, la est¨¦tica o la cercan¨ªa, elementos sobre los que ha cimentado su ¨¦xito global, sino por noticias y rumores dignos de una diva con delirios de grandeza. As¨ª, estos meses hemos sabido que impone reglas a sus amigas. Por la Red circulan maledicentes rumores de que ninguna debe vestir mejor que ella, de que los colores que se pueden lucir en su presencia los fija Swift o de que nadie habla si ella no les habla primero. Adem¨¢s, se ha peleado en Twitter con Nicki Minaj y con Avril Lavigne, y en el v¨ªdeo de Wildest Dreams ha fabulado con una ?frica que m¨¢s que el continente negro parece una versi¨®n des¨¦rtica de los Hamptons. La novia de Am¨¦rica empieza a parecer otra rubia que Am¨¦rica encontr¨® en Tinder.
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