Tribulaciones h¨ªdricas urbanas
El cat¨¢logo de desatinos es inagotable: con la idea de que hay que gastar o el dinero se pierde, se han invertido en obras de agua urbana, de escasa o nula utilidad, miles de millones de Bruselas
Con el atribulado ciudadano digiriendo las elecciones catalanas, se le anuncia otro plato a¨²n mayor, las generales. Y claro, con tanto sobresalto olvida los bochornosos incidentes del pasado verano (a los que despu¨¦s me referir¨¦) y que se repetir¨¢n si nadie mete mano a nuestra vieja cultura h¨ªdrica. Piensa el ciudadano que la administraci¨®n (auton¨®mica, nacional o europea) debe asumir las inversiones necesarias para construir o actualizar las infraestructuras de agua urbana. Lo evidencia un reciente titular de prensa, "Benic¨¤ssim se une y exige a Rajoy otra depuradora", una reivindicaci¨®n, por cierto, contraria a la Directiva Marco del Agua (DMA) que, desde el a?o 2000 (con moratoria hasta el 2010), dice que son los usuarios quienes deben pagar todos los costes del servicio. Pero claro, ning¨²n pol¨ªtico quiere cumplirlo porque eso exige aumentar las tarifas. Sin embargo nadie se escandaliza del consumo desbocado de agua embotellada (un 10% ha aumentado este verano) pese a ser mil veces m¨¢s cara y medioambientalmente mucho m¨¢s inconveniente. Por ser novedad no forma parte de la vieja cultura y el ciudadano le aplica otra vara. No le importa pagar una fortuna por lo prescindible (el agua de grifo es potable) pero le indigna que le suban el recibo del agua porque cree en su credo. Renovar las infraestructuras que garantizan la calidad del servicio y preservan el medio natural es un problema de la administraci¨®n, no del usuario. As¨ª ha sido y as¨ª ser¨¢, diga lo que diga la DMA o el sursuncorda.
Es lo que hay. Una cultura basada en una administraci¨®n que paga las obras (lo que permite mantener las tarifas bajas) y en una pobre gesti¨®n. Lo brillante (nueva obra) frente a lo humilde (mantener lo existente). Paradigm¨¢tica la an¨¦cdota que o¨ª en Bruselas a funcionarios responsables de fondos de desarrollo regional. Un pueblo de Arag¨®n, de cuyo nombre no quiero acordarme, por las muchas fugas de su red, s¨®lo dispon¨ªa de agua unas horas al d¨ªa. La soluci¨®n, fiel reflejo de nuestra idiosincrasia, estaba cantada. Perforar un pozo m¨¢s profundo, elevar m¨¢s agua y construir un dep¨®sito mayor. El sistema ampliado atender¨ªa, ya sin cortes, a usuarios y fugas. Reparar la red es inc¨®modo para el ciudadano (hay que abrir zanjas) y, adem¨¢s, luce poco. Una cultura que propicia desaladoras sin conectar a la red (Menorca), sin suministro el¨¦ctrico (Torrevieja) o, es el mejor escenario, sin demanda suficiente (Carboneras). Y es la punta del iceberg como acreditan (son titulares frecuentes en la costa mediterr¨¢nea) cabeceras de peri¨®dicos estivales, ¡°el nuevo pozo no est¨¢ conectado pero tampoco dar¨¢ la cantidad ni la calidad que nos dijeron¡±; ¡°desaladoras y depuradoras no funcionan por falta de financiaci¨®n¡± o, en fin, ¡°En Ibiza se han evaporado 54 millones en infraestructuras in¨²tiles¡±.
En Ibiza hay dinero para todo menos para adecuar las infraestructuras a los tiempos actuales
El cat¨¢logo de desatinos es inagotable. Presididos por el hay que gastar o el dinero se pierde, se han invertido en obras de agua urbana, de escasa o nula utilidad, miles de millones de Bruselas. Otro ejemplo de libro. En un pueblo de 600 habitantes de C¨¢ceres (de su nombre tampoco me quiero acordar) se han gastado 4 millones en una potabilizadora alimentada por una tuber¨ªa de 25 Km. Por obvias razones de econom¨ªa de escala, ni funciona ni funcionar¨¢. Si cual establece la DMA, precisamente para que el dinero se gaste mejor, la amortizaci¨®n de esas obras se trasladara al recibo del agua, los estudios ex-ante se habr¨ªan afinado mucho m¨¢s. En resumen, mucha inversi¨®n, magros resultados y problemas sin resolver.
Y claro, con las deficiencias se disparan los cortes veraniegos. En la glamurosa Ibiza hay dinero para todo menos para adecuar las infraestructuras a los tiempos actuales. ¡°Emergencia en Ibiza por la falta de agua potable¡± o ¡°La ley seca llega a Ibiza. La falta de lluvias, la superpoblaci¨®n y una infraestructura deficiente condenan a la isla a cortes y al suministro de agua salada¡± son otras perlas vistas este verano. Bien est¨¢ que superemos r¨¦cords tur¨ªsticos pero asum¨¢moslos como un pa¨ªs serio, que dir¨ªa don Mariano.
Mientras tomador y receptor de decisiones dif¨ªciles sean vecinos, el primero no har¨¢ lo que debe
Los otros cortes, los individuales por impago, aunque ni afectan al sistema ni a la calidad del servicio, tambi¨¦n debieran ruborizar a una sociedad incapaz de garantizar el derecho universal al agua. Grave problema en pa¨ªses en desarrollo pero problema menor (por su f¨¢cil soluci¨®n) en los desarrollados. Y as¨ª en Australia el ayuntamiento, previa verificaci¨®n de incapacidad econ¨®mica y de un uso racional del agua, paga por quien no puede hacerlo. L¨®gico porque la empresa debe cobrar para no comprometer la econom¨ªa del servicio. Los cortes generales de agua tienen otro origen (excesivas fugas) y obligan a ir a la ra¨ªz del problema. De no hacerlo, sequ¨ªas venideras y turistas abarrotando nuestras soleadas costas propiciar¨¢n nuevas tribulaciones. Conviene recordar que estos cortes impiden beber del grifo y, lo que es peor, al multiplicar las fugas agravan el problema.
Un problema que s¨®lo tiene una soluci¨®n, educar para cambiar el credo. S¨®lo as¨ª se podr¨¢n realizar las reformas necesarias. Porque mientras todo siga igual habr¨¢ alcaldes que, conociendo la soluci¨®n, nada hacen porque nada pueden hacer. Les va en ello unas elecciones que, si actualizaran tarifas, ganar¨ªa su oponente a quien, para m¨¢s inri, le dejar¨ªan resuelto el problema. Parece, pues, evidente que mientras tomador y receptor de decisiones dif¨ªciles sean vecinos, el primero se resistir¨¢ a hacer lo que debe. As¨ª lo piensan muchos. Y as¨ª seguiremos hasta que nuevos veranos haciendo el rid¨ªculo obliguen a quien corresponda a mover ficha. ?Qu¨¦ pa¨ªs!
Enrique Cabrera es catedr¨¢tico de Mec¨¢nica de Fluidos en la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
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