La caza del le¨®n
Palmer pag¨® 50 000 d¨®lares por matar a Cecil, a pesar de ser un animal protegido. No pudo llev¨¢rselo como trofeo debido al esc¨¢ndalo mundial
Hace cuatro d¨¦cadas pas¨¦ una temporada en ?frica Oriental en compa?¨ªa de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente, compartiendo su entusiasmo por los leones y haciendo acopio de datos, fotos y experiencias para la Enciclopedia Fauna. En el pasado mes de julio he vuelto a observar y fotografiar leones y otros animales en el parque nacional Serengueti (en Tanzania), y el azar ha querido que mi estancia coincidiera en el tiempo con la vil matanza del famoso le¨®n Cecil en Zimbabue.
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El espect¨¢culo de un gran le¨®n macho de plet¨®rica musculatura, espesa melena oscura ondeando al viento y pelaje dorado destellando al sol, majestuoso, sereno y alerta, tiene poco que ver con la apagada y triste figura de su cong¨¦nere en el zoo. En estos momentos cientos de miles de ?us y cebras cruzan el Serengueti en busca de agua y pastos frescos, por lo que las leonas no tienen problema alguno en cazar y alimentar a toda la manada. Las hembras y los cachorros descansan saciados y relajados en los promontorios rocosos. Los machos no cazan, pero defienden el territorio. A veces se trata de un ¨²nico macho, pero con frecuencia son dos hermanos o dos amigos que han formado una coalici¨®n duradera para ayudarse mutuamente en la protecci¨®n del territorio.
No es raro encontrar en la sabana dos leones machos tumbados juntos en el suelo y mirando al frente como esfinges, con la gran cabeza oteando el horizonte, seguros y despreocupados, pues carecen de enemigos naturales. En el parque nacional de Hwange, el mayor de Zimbabue, resid¨ªan los dos leones coaligados Cecil (el dominante) y Jeric¨®. Su manada estaba formada adem¨¢s por tres leonas y siete cachorros. El hermoso le¨®n Cecil, muy fotografiado y conocido, fue atra¨ªdo con malas artes fuera del parque nacional, a fin de abatirlo. Diversos batidores y cazadores profesionales intervinieron en la operaci¨®n para llevarlo ante Palmer.
El hermoso felino, muy fotografiado y conocido, fue atra¨ªdo con malas artes fuera del parque nacional, a fin de abatirlo. Diversos batidores y cazadores profesionales intervinieron en la operaci¨®n
Walter Palmer,?El hermoso le¨®n Cecil, muy fotografiado y conocido, fue atra¨ªdo con malas artes fuera del parque nacional, a fin de abatirlo. Diversos batidores y cazadores profesionales intervinieron en la operaci¨®n para llevarlo ante Palmer En la vecina Minnesota posee una finca de 265 hect¨¢reas, llena de puestos de caza escondidos desde los que disparar a los ciervos. All¨ª ha transformado el edificio de una antigua escuela en el museo de los horrores de sus cacer¨ªas, con las paredes llenas de los pellejos y cabezas disecadas de los animales que ha matado, desde alces y ciervos hasta rinocerontes, osos polares y leopardos. Ahora ten¨ªa previsto a?adir a la siniestra colecci¨®n la noble cabeza del le¨®n Cecil.
En julio de 2015 Palmer pag¨® 50 000 d¨®lares por matar a Cecil, a pesar de ser un animal protegido. Primero hizo que batidores lo fueran empujando hasta su presencia. Luego lo hiri¨® gravemente a flechazos. El fornido le¨®n no se resignaba a morir y Palmer lo fue persiguiendo durante 40 horas de agon¨ªa y dolores atroces. Al final lo mat¨® a tiros con un rifle e hizo que le cortaran la cabeza para llev¨¢rsela de trofeo en avi¨®n. No lo pudo conseguir ante el esc¨¢ndalo mundial que se mont¨® y que indujo a las compa?¨ªas a¨¦reas previstas a prohibir el trasporte de trofeos de caza.
Un peligro de la matanza de un le¨®n dominante consiste en que otro le¨®n elimine a todos los cachorros hu¨¦rfanos, a fin de abrir paso a la trasmisi¨®n de sus propios genes a trav¨¦s de sus madres. En los primeros d¨ªas tras la muerte de Cecil, esto no ocurri¨®, pues parec¨ªa que su compa?ero Jeric¨® asum¨ªa el liderazgo y la defensa de la manada, pero pronto la abandon¨®. Un macho rival for¨¢neo ya ha matado a una de las cr¨ªas para copular eficazmente con su madre. Ahora todos los cachorros corren peligro.
Los predadores de la sabana, como guepardos y leones, eligen y atacan a los individuos tullidos o enfermos, que son las presas que menos energ¨ªa requieren para ser cazadas, por lo que contribuyen decisivamente a mantener la salud y el vigor de las poblaciones. Por el contrario, los cazadores humanos matan a los ejemplares m¨¢s hermosos y fuertes a fin de obtener los trofeos m¨¢s espectaculares, con lo que degradan la vitalidad y la fortaleza de las poblaciones. Los predadores cazan para comer, como lo hac¨ªan nuestros ancestros del Paleol¨ªtico. Desde el Neol¨ªtico, la caza ha perdido todo sentido alimentario, sobre todo la caza mayor y en especial la caza del le¨®n. La carne del le¨®n no se come. El le¨®n se caza por mala leche y por petulancia, nunca por hambre.
En Internet se encuentran anuncios de agencias de caza que organizan cacer¨ªas atroces en pa¨ªses remotos a cambio de grandes sumas de dinero, en parte empleadas en corromper a las autoridades locales. Los anuncios presentan fotos macabras de bellos leones ensangrentados junto al mequetrefe que acaba de matarlos con un rifle enorme en la mano, acompa?ado del cazador profesional que con frecuencia lo reemplaza en el disparo.
El dentista de Minnesota ya hab¨ªa sido multado con anterioridad en Wisconsin por la caza ilegal de osos negros
En el antiguo Egipto la caza de leones estaba reservada a los faraones, que casi llegaron a exterminarlos. Tambi¨¦n en Asiria la caza del le¨®n estaba reservada al rey, que al principio mataba a leones locales, aunque m¨¢s tarde ten¨ªan que tra¨¦rselos desde ?frica. Asurbanipal decor¨® su palacio de N¨ªnive con bajorrelieves de escenas de la caza real del le¨®n, que simbolizaba la victoria del rey sobre las fuerzas del mal. Los leones eran tra¨ªdos en jaulas y soltados en el interior de un recinto cerrado al aire libre, rodeado de soldados con escudos y perros, y con una tribuna o mont¨ªculo para los espectadores. El rey, montado en un carro de combate y rodeado por sus batidores y guardaespaldas, lanzaba flechas contra el le¨®n hasta dejarlo malherido y sangrando por la boca. A veces, lo remataba con la espada o la lanza. En el Coliseo romano, cientos de leones pod¨ªan ser masacrados en un solo espect¨¢culo de gladiadores para regocijo de la plebe ¨¢vida de sangre. La b¨²squeda y captura de leones para las cacer¨ªas reales y los combates de gladiadores contribuyeron a su extinci¨®n definitiva en los pa¨ªses mediterr¨¢neos.
En ¨¦pocas hist¨®ricas los leones estaban ampliamente distribuidos por todo el norte de ?frica, el sur de Europa, el Pr¨®ximo Oriente y gran parte de Asia meridional, as¨ª como por toda ?frica, excepto el desierto y la cuenca del Congo. Ahora los leones han desaparecido de Asia, con la sola excepci¨®n del bosque de Gir (en la India). En ?frica los leones son incompatibles con la agricultura y la ocupaci¨®n humana, por lo que solo sobreviven en los parques nacionales y reservas naturales. En el siglo XIX hab¨ªa m¨¢s de un mill¨®n de leones africanos. Todav¨ªa hace 80 a?os quedaban m¨¢s de 200 000. Hoy en d¨ªa hay menos de 30 000 leones que, adem¨¢s, viven en reservas aisladas unas de otras, por lo que la endogamia reduce la variabilidad gen¨¦tica de las poblaciones e incrementa su riesgo de desaparici¨®n. Por eso la especie est¨¢ oficialmente catalogada como en peligro. La caza mayor, la caza furtiva y la destrucci¨®n del h¨¢bitat han conducido a la dr¨¢stica disminuci¨®n de sus n¨²meros. En el norte de ?frica ya solo hay leones en los zoos. El ¨²ltimo le¨®n salvaje fue matado en Marruecos en 1942.
Los reyes de Espa?a han solido considerarse a s¨ª mismos como cazadores. La caza era su ocupaci¨®n favorita, y en cuadros y retratos se hac¨ªan representar como cazadores. La caza mayor era un signo de prestigio social entre la aristocracia ociosa. Los cazadores decimon¨®nicos presum¨ªan de su imaginaria heroicidad. Anta?o pod¨ªan haber esperado reconocimiento; hoy, solo desprecio. El rey Juan Carlos acab¨® mal, cubierto de rid¨ªculo e ignominia por sus cacer¨ªas. El banquero Miguel Blesa, obsesivamente dedicado a la caza mayor en pa¨ªses lejanos, descuid¨® y arruin¨® a Caja Madrid y ha acabado mal. La noticia de la matanza de Cecil y la difusi¨®n de las fotos de su hermosa cabeza ensangrentada junto a Walter Palmer han dado la vuelta al mundo y han provocado una reacci¨®n universal de indignaci¨®n y condena en las redes sociales. Mientras tanto, Palmer, escondido y amenazado de extradici¨®n, tambi¨¦n ha acabado mal. Incluso tuvo que cerrar durante dos meses su cl¨ªnica dental, que todav¨ªa permanece rodeada de manifestaciones de protesta.
Jes¨²s Moster¨ªn es fil¨®sofo.
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