¡®Tin Tan¡¯, el pachuco centenario
El popular c¨®mico mexicano habr¨ªa cumplido este s¨¢bado 100 a?os. Su legado cinematogr¨¢fico representa la s¨ªntesis la cultura m¨¦xico-estadounidense.
Entre las boutiques, bares, restaurantes, galer¨ªas de arte y cafeter¨ªas de la Zona Rosa de la ciudad de M¨¦xico, hay una estatua de casi cuatro metros de alto que inmortaliza a un personaje tan parrandero, vago, mujeriego e impuntual, como listo, alegre, bondadoso y simp¨¢tico. Viste un pantal¨®n holgado (ce?ido en la cintura y los tobillos), camisa de cuello grande, corbata mal ajustada, gabardina, sombrero italiano con una pluma y zapatos bicolor, un atuendo propio de los ¡°pachucos¡±, como eran llamados los estilizados pandilleros que sacud¨ªan con sus trastadas las noches de Los ?ngeles (California) en los a?os 30 y 40 del siglo XX. Es la figura de bronce de Germ¨¢n Vald¨¦s ¡°Tin Tan¡± (1915-1973), el c¨®mico que mejor ha representado la p¨ªcara cultura mexico-estadounidense, protagonista de m¨¢s de cien pel¨ªculas de la ¨¦poca de oro del cine mexicano y que, este s¨¢bado 19 de septiembre, habr¨ªa cumplido 100 a?os.
Con las piernas flexionadas y los brazos extendidos, la efigie parece estar congelada a medio baile de una pieza de swing, boogie-woogie o mambo, los tres g¨¦neros en los que Vald¨¦s sobresal¨ªa. Sus labios entreabiertos, debajo del bigote bien recortado, parecen estar a punto de pronunciar alguna frase en spanglish, esas que caracterizaban su particular forma de hablar, como ¡°calmantes montes y ya lo veredas tropicales¡±, ¡°?cu¨¢ntos carn¨ªvoros nos andan wacheando!¡±, o quiz¨¢ alguna otra, ali?ada con palabras como ¡°guatjapen¡±, ¡°wuachar¡±, ¡°estrict¡± o ¡°tacuche¡±. Hay otras estatuas del humorista en Acapulco y Ciudad Ju¨¢rez, los otros dos sitios fundamentales en su vida. Y, 42 a?os despu¨¦s de su muerte, por todo M¨¦xico y por varias ciudades de Estados Unidos su legado cinematogr¨¢fico y musical sigue presente en el imaginario colectivo.
Germ¨¢n Vald¨¦s ten¨ªa 19 a?os cuando comenz¨® a trabajar en una emisora de radio de la norte?a y (entonces) no tan violenta Ciudad Ju¨¢rez. Hab¨ªa llegado a vivir ah¨ª en una mudanza m¨¢s debido a que su padre trabajaba como agente aduanal. Sus constantes visitas al otro lado de la frontera (El Paso, Texas), provocaron su familiaridad con el ingl¨¦s y una mezcla de h¨¢bitos cotidianos mexicanos y estadounidenses (comida, gustos musicales, vestimenta, habla coloquial). As¨ª que ante el micr¨®fono le¨ªa con facilidad anuncios en ingl¨¦s y en espa?ol, hac¨ªa sketches combinando con desparpajo ambos idiomas e interpretaba (y parodiaba) canciones de artistas como Agust¨ªn Lara o To?a La Negra. El ¨¦xito entre los oyentes le oblig¨® a ponerse un nombre para ser identificado con facilidad: ¡°Topillo Tapas¡±, el antecedente del personaje que desarrollar¨ªa despu¨¦s en la gran pantalla.
Pronto fue fichado por una compa?¨ªa de teatro que en 1943 lo llev¨® a la ciudad de M¨¦xico anunci¨¢ndolo como ¡°el nuevo as del teatro c¨®mico¡± y le cambi¨® el mote art¨ªstico que ten¨ªa por uno m¨¢s ¡°musical¡±: Tin Tan. Dos a?os despu¨¦s se estren¨® su primer largometraje, El hijo desobediente, inspirado en su propia vida: un pachuco mexico-estadounidense que se va al Distrito Federal para ganarse la vida con astucia y picard¨ªa. Las comparaciones con Cantinflas comenzaron a ser inevitables, pero la rivalidad entre ambos jam¨¢s se materializ¨®. M¨¢s adelante, para resaltar su gracia, los productores de cine le a?adieron un pati?o al personaje: Marcelo Ch¨¢vez, un actor alto, gordo y calvo. Actuando y cantando, juntos recorr¨ªan los teatros de M¨¦xico y juntos, tambi¨¦n, estelarizaban pel¨ªculas con t¨ªtulos como M¨²sico poeta y loco y Calabacitas tiernas (?ay qu¨¦ bonitas piernas!).
Si el nombre del personaje hab¨ªa cambiado, tambi¨¦n lo har¨ªan sus caracter¨ªsticas. El pachuco (¡°que no quiere volver a su origen mexicano, pero tampoco desea fundirse en la vida norteamericana¡±, y ¡°que es v¨ªctima o delincuente o h¨¦roe maldito¡±, como explic¨® Octavio Paz en el Laberinto de la Soledad) dejar¨ªa de serlo en el fondo (que no en la apariencia) para convertirse en m¨²sico, heladero, aprendiz de sastre, ladronzuelo, ferrocarrilero¡ es decir, alguien m¨¢s propio de la capital del pa¨ªs, ubicada lejos de la frontera con Estados Unidos, y tambi¨¦n alguien menos apegado a las historias rancheras y campiranas que hasta entonces predominaban en el cine mexicano. El cambio funcion¨® y, encima, se volvi¨® un gran seductor a base de muecas, gui?os y canciones con estribillos como Cantando en el ba?o¡ me acuerdo mucho de ti.
Germ¨¢n Genaro Cipriano G¨®mez Vald¨¦s Castillo naci¨® el 19 de septiembre de 1915 en una humilde vecindad del centro de la ciudad de M¨¦xico. Tuvo ocho hermanos, entre ellos Manuel ¡°El Loco¡± Vald¨¦s, un c¨®mico exitoso en la televisi¨®n y Ram¨®n Vald¨¦s, el c¨¦lebre ¡°Don Ram¨®n¡± de El Chavo del Ocho. Con lo que ganaba en el cine (hab¨ªa a?os en los que hac¨ªa m¨¢s de una decena de pel¨ªculas) pudo comprarse, entre otras cosas, un Cadillac convertible para pasear por la capital y un yate para navegar en las aguas de Acapulco.
Su imagen y sus andanzas (reales y ficticias) han sido objeto de varios rockeros latinos. En los a?os 90, por ejemplo, el grupo Maldita Vecindad cant¨® una y otra vez Pachuco para recordarle a la generaci¨®n de sus padres que, al igual que ellos, su aspecto juvenil fue cuestionado: No s¨¦ c¨®mo te atreves / a vestirte de esa forma / y salir... ?as¨ª! / En mis tiempos todo era elegante, / sin gre?udos y sin rock. / ?Hey pa, fuiste pachuco! / Tambi¨¦n te rega?aban / ?Hey pa, bailabas mambo, / ?tienes qu¨¦ recordarlo!
Para celebrar el centenario del protagonista de El rey del barrio, fallecido en 1973, el Ayuntamiento de Ciudad Ju¨¢rez (norte de M¨¦xico) anunci¨® el mes pasado que crear¨¢ el ¡°Museo Tin Tan¡± en la segunda planta del c¨¦ntrico cine Victoria, gracias a los objetos personales que donar¨¢ la familia del actor, un sitio en el que tambi¨¦n se destinar¨¢ una sala para proyectar algunas de sus pel¨ªculas. Entonces, quiz¨¢, volver¨¢ escucharse su saludo m¨¢s popular. ¡°?ya lleg¨® su pachucote!¡±
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