Ego¨ªsmos nacionales
La UE tiene que sancionar a los pa¨ªses refractarios a los refugiados
Hungr¨ªa no ser¨ªa admitida hoy en la Uni¨®n Europea si se atendiera a los llamados criterios de Copenhague, establecidos en 1993 como paso previo a la incorporaci¨®n de los pa¨ªses que hab¨ªan formado parte del bloque sovi¨¦tico y estaban evolucionando hacia la democracia. Eran cuatro las exigencias, que tambi¨¦n sirvieron de est¨ªmulo para todos los Estados que se encontraban a la espera: deb¨ªan dotarse de instituciones democr¨¢ticas, asegurar el respeto de los derechos, el funcionamiento de la econom¨ªa de mercado y la aplicaci¨®n del acervo jur¨ªdico comunitario. Con la aplicaci¨®n de sus medidas contra los refugiados, Budapest incumple al menos tres de estos criterios.
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Hungr¨ªa es un caso singular y extremo, pero otros pa¨ªses del antiguo bloque comunista est¨¢n adoptando posiciones respecto a los refugiados en abierta disonancia con los valores y las reglas legales europeas e internacionales, espec¨ªficamente las convenciones de Naciones Unidas, que obligan a aceptar, no discriminar ni penalizar a quienes solicitan asilo como v¨ªctimas de guerras o persecuciones.
Tanto es as¨ª que el Gobierno alem¨¢n advierte a los socios de la UE, especialmente los del Este, de que est¨¢ harto de ser ¡°el pagador¡± de Europa y que otros Estados participen solo cuando se trata de cobrar, pero no cuando toca demostrar una solidaridad m¨ªnima entre pa¨ªses y ciudadanos. Demasiados miembros de la UE ponen sus ego¨ªsmos nacionales por delante de la acci¨®n colectiva que deber¨ªa permitir el reparto solidario de 120.000 refugiados y otras medidas de sentido com¨²n propuestas por la Comisi¨®n. Alemania tiene raz¨®n. Se puede comprender el restablecimiento de controles en las fronteras donde existe mayor presi¨®n migratoria, pero es inaceptable la actitud de numerosos Gobiernos que pretenden ignorar la tragedia que golpea las puertas del Viejo Continente.
La crisis de los refugiados es una buena ocasi¨®n para que la UE refuerce el contenido de la ampliaci¨®n a 28 pa¨ªses, realizada entre 2004 y 2012, o en caso contrario permita que avancen en una mayor integraci¨®n pol¨ªtica el n¨²cleo de pa¨ªses favorables a las pol¨ªticas de asilo y dejen en una segunda velocidad a quienes quieren imponer restricciones.
Hay que construir r¨¢pidamente una pol¨ªtica com¨²n de asilo, en vez de permanecer en el limbo actual que significa la mera coordinaci¨®n de unas pol¨ªticas nacionales pensadas para otra ¨¦poca. Los pa¨ªses que se nieguen a acoger a los refugiados que les correspondan deber¨ªan abandonar el acuerdo de Schengen, adem¨¢s de convertirse en candidatos a sanciones como las esgrimidas por el Gobierno de Angela Merkel. No hay ahora otra f¨®rmula para preservar el espacio europeo de libertades del mercado ¨²nico, incluida la de circulaci¨®n de personas.
Y en ese contexto, no debe descartarse adoptar medidas mucho m¨¢s en¨¦rgicas sobre un pa¨ªs como Hungr¨ªa, gobernado por un partido que ha convertido la xenofobia y el irredentismo nacionalista en componentes de su ideolog¨ªa antieuropea, m¨¢s pr¨®xima a la Rusia de Putin que a la Europa de Adenauer, Monet y Schuman.
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