Labordeta
El paso de los a?os agiganta la condici¨®n del cantautor y pol¨ªtico como campe¨®n de la decencia intelectual, pol¨ªtica y moral. Se le extra?a todo el rato
Este s¨¢bado 19 de septiembre se cumplen cinco a?os de un milagro: Willy Toledo, Federico Jim¨¦nez Losantos, el rey Juan Carlos y Joan Tard¨¤, l¨ªder de Esquerra Republicana, se pusieron de acuerdo en algo. Los cuatro se deshicieron en elogios hacia un mismo ser humano, Jos¨¦ Antonio Labordeta. En Arag¨®n, la tristeza de su muerte deriv¨® en una impactante exhibici¨®n de cari?o popular. M¨¢s de 50.000 personas desfilaron por la capilla ardiente, en el Palacio de la Aljafer¨ªa. Tampoco es f¨¢cil que eso vuelva a suceder.
No ha habido otro aragon¨¦s m¨¢s querido por la gente. Pero no todo el mundo le quiso. Labordeta me contaba que siempre que se cruzaba con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en el Congreso amagaba con saludarle pero Aznar ni siquiera le miraba. ¡°Pero qu¨¦ le habr¨¦ hecho yo a este hombre¡±, murmuraba El Abuelo.
El paso de los a?os agiganta la condici¨®n de Labordeta como campe¨®n de la decencia intelectual, pol¨ªtica y moral. Se le extra?a todo el rato. Por ejemplo, se echa mucho de menos su arte para mezclar, con naturalidad y sin prejuicios, el profundo amor por su tierra con el profundo amor por Espa?a, del que dio una lecci¨®n en Un pa¨ªs en la mochila.
El d¨ªa de su muerte, Emilio Lacambra, due?o del m¨ªtico restaurante Casa Emilio de Zaragoza, le rindi¨® un bonito tributo al desvelar un secreto de Labordeta que s¨®lo conoc¨ªa ¨¦l: si un mendigo se le acercaba en la calle, lo enviaba a comer a su restaurante y corr¨ªa con la cuenta, aunque Emilio le oblig¨® a ir a medias con ¨¦l. Mi madre de 90 a?os, fascinada, dice que ya no se puede ser m¨¢s bueno.
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