Hablar de cultura en S?o Paulo
Los urbanitas no habitan la ciudad: la crean y recrean recorri¨¦ndola, la producen, porque la ciudad no es un producto ¡ªcomo quisieran quienes la han puesto en venta¡ª, sino una producci¨®n que no es finalista ni finalizada, puesto que si tuviera fin ¡ªfinal o finalidad¡ª dejar¨ªa de ser urbana y morir¨ªa.
El 22 y 23 de septiembre se va a hablar de cultura en S¨¡o Paulo. Va ocurrir en el marco del Encuentro Internacional Espacios Culturales Urbanos, los d¨ªas 22 y 23 de este mes de septiembre, en el Centro de Investigaci¨®n y Formaci¨®n del SESC, el Servicio Social de Comercio de aquella ciudad. Pero, ?de qu¨¦ "cultura" se va a discutir, con el acento puesto en su lugar en la prosperidad de las ciudades y en el bienestar de sus habitantes?
Podr¨ªa ser que el asunto a dirimir fuera el de la cultura entendida como una de las coartadas favoritas para lo que est¨¢ siendo la apropiaci¨®n capitalista de las ciudades, un instrumento destinado a embellecer moralmente los estragos de las l¨®gicas neoliberales. De ah¨ª esas pol¨ªticas p¨²blicas y esas iniciativas privadas que exaltan una determinada idea de cultura y la ponen al servicio de la revitalizaci¨®n como espacios-negocio de barrios c¨¦ntricos o perif¨¦ricos que fueron populares, o de antiguas zonas industriales o portuarias ahora abandonadas, que se recalifican como residenciales "de categor¨ªa" o se colocan al servicio de las nuevas industrias tecnol¨®gicas y cognitivas.
Porque en verdad que es en la cultura que las pol¨ªticas de promoci¨®n urbana y competencia entre ciudades encuentran en la actualidad un valor refugio con que dotar de singularidad funcional lo que en la pr¨¢ctica son estrategias de mercado, adem¨¢s de fuentes de prestigio para las instituciones pol¨ªticas ante la propia ciudadan¨ªa. Es importante que al resultado de las intervenciones que se presentan como regeneradoras del tejido urbano quepa asignarles el atributo de creativas, dando a entender que han ido acompa?adas de la radicaci¨®n de industrias e instituciones en condiciones de proveer de bienes y servicios inmateriales. Para ello, las ciudades deben convertirse en nicho de instituciones culturales de renombre y escenario para grandes eventos igualmente culturales, componentes clave para hacer de ellas n¨²cleos hiperactivos de producci¨®n de im¨¢genes y significados.
Pero, viendo el programa previsto para esta cita, creo que de la cultura de la que se hablar¨¢ dentro de unos d¨ªas en S¨¡o Paulo va ser otra. Me alegra ver que all¨ª se va a poner de manifiesto que la cultura no es solo esa entidad casi m¨ªstica a la que se consagran grandilocuentes templos y se ofician solemnes y grandiosas ceremonias internacionales ¡ªexposiciones universales, forums de las culturas, capitalidades culturales. La cultura que va importar all¨ª va a ser la que se define no como el conjunto de elaboraciones m¨¢s o menos "elevadas", creadas o recibidas por un p¨²blico supuestamente selecto, sino el conjunto de formas de pensar, decir y hacer de los seres humanos en cada contexto particular, o, lo que es lo mismo, la capacidad humana no solo de vivir en el mundo, sino de crear el mundo en que vive.
En las ciudades, la cultura sucede en los museos y en los centros culturales, por supuesto, pero tambi¨¦n se expande por las calles aleda?as o lejanas a estos, a ras de suelo, en la acci¨®n innumerable e infinita de la gente. La cultura entonces no es sino el conjunto inacabable de formas que adopta la sociedad y lo inagotable de sus trenzamienos, es decir su competencia para generar universos nuevos. Es acto e imaginaci¨®n; memoria y potencia. En nuestro caso, el de la vida urbana, la cultura remite al mismo principio, ese principio que dice: los urbanitas no habitan la ciudad: la crean y recrean recorri¨¦ndola, la producen, porque la ciudad no es un producto ¡ªcomo quisieran quienes la han puesto en venta¡ª, sino una producci¨®n que no es finalista ni finalizada, puesto que si tuviera fin ¡ªfinal o finalidad¡ª dejar¨ªa de ser urbana y morir¨ªa.
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