El triunfo del hombre mono
El hallazgo del 'Homo naledi' vuelve a abrir el debate sobre lo que diferenci¨® a los seres humanos del resto de los primates
El hallazgo en Sud¨¢frica de una nueva especie de hom¨ªnidos, el Homo naledi, que muestra rasgos muy primitivos (las manos, el tama?o del cerebro) pero tambi¨¦n muy evolucionados (los dientes, los pies), ha vuelto a poner sobre la mesa el debate en torno a una cuesti¨®n crucial que parece una obviedad, pero sobre la que los cient¨ªficos llevan debatiendo desde Darwin sin encontrar una respuesta ¨²nica: ?qu¨¦ nos convierte en humanos? ?Qu¨¦ nos diferencia del resto de los primates? ¡°Los rasgos mezclados de estos restos prehist¨®ricos representan un reto para la teor¨ªa m¨¢s asentada sobre el origen de nuestra especie, seg¨²n la cual el bipedismo propici¨® la tecnolog¨ªa, el cambio de dieta y una mayor inteligencia¡±, escribi¨® esta semana en The New York Times el c¨¦lebre primat¨®logo, profesor de la Universidad Emory de Atlanta, Frans de Waal.
Bill Gates lanz¨® la pregunta ¡°?Qu¨¦ nos convierte en humanos?¡± en su p¨¢gina de Facebook y se encontr¨® con 1.500 respuestas, la inmensa mayor¨ªa de ellas diferentes. Lo que parece obvio, que los seres humanos son distintos del resto de las especies, nunca ha encontrado una respuesta un¨¢nime y conforme se descubren nuevos f¨®siles aparecen nuevas dudas. El neurocient¨ªfico franc¨¦s Thierry Chaminade, experto en la evoluci¨®n del cerebro humano, explica que la ¡°evidencia fenomenol¨®gica¡± se impone ¡°ya que la observaci¨®n de nuestra cultura y nuestra historia nos lleva necesariamente a la conclusi¨®n de que, aunque sigamos siendo un animal, somos diferentes del resto¡±. Sin embargo, esta respuesta deja abierta la pregunta clave: de acuerdo, somos diferentes, pero ?por qu¨¦?
Chaminade cree que el hombre es ¡°el resultado de un salto evolutivo que le dio ventajas psicol¨®gicas ¨Ccapacidad de aprender y transmitir el conocimiento a trav¨¦s de la cultura¨C que explica que seamos ¨²nicos¡±. Un reportaje reciente de la cadena brit¨¢nica BBC trazaba una lista de 15 mutaciones gen¨¦ticas desde que comenzamos a separarnos de los monos hace siete millones de a?os, como el gen RNF213, que aumenta el tama?o de la cari¨®tida que lleva sangre al cerebro; el FOXP2, que permite el lenguaje complejo; o el AMY1, que produce una enzima en la saliva que permite digerir el almid¨®n (y por lo tanto, la agricultura en torno a la que se crearon las sociedades en las que vivimos ahora).
¡°No hay una sola cosa que nos convierta en humanos¡±, asegura desde Harvard el paleoantrop¨®logo Daniel Lieberman, director del Departamento de Biolog¨ªa Evolutiva de esta universidad estadounidense, una opini¨®n que refleja la teor¨ªa aceptada por la mayor¨ªa de los expertos: no existe una varita m¨¢gica que nos transform¨® en lo que somos; m¨¢s bien se trat¨® de una serie de golpes de suerte evolutivos. ¡°Muchos factores que fueron cambiando a lo largo de la evoluci¨®n humana nos ayudaron a convertirnos en humanos: ser b¨ªpedos, tener un cerebro m¨¢s grande, construir y utilizar herramientas, el lenguaje, la cultura, elevados niveles de cooperaci¨®n, la capacidad para desplazarnos a lo largo de grandes distancias¡±, prosigue.
Una por una, la mayor¨ªa de estas cualidades pueden encontrarse, aunque en versiones m¨¢s simples, en otras especies (y no s¨®lo de primates); el conjunto de ellas, no. De hecho, a lo largo de la historia de la paleoantropolog¨ªa muchas certezas han ido cambiando, no s¨®lo a causa del hallazgo de f¨®siles, sino tambi¨¦n por avances en el estudio del comportamiento de los simios. Raymond Dart, autor de la primera teor¨ªa de que el hombre ven¨ªa de ?frica, pensaba que lo que nos hace humanos es la violencia. De hecho, Stanley Kubrick plasm¨® esa teor¨ªa en uno de las escenas m¨¢s famosas de 2001. Odisea del espacio. Sin embargo, se ha acabado por descubrir que los chimpanc¨¦s hacen algo muy parecido a nuestra guerra.
Los primeros hom¨ªnidos sobre los que hay certeza que caminaron erguidos fueron los Australopithecus, que vivieron hace unos cuatro millones de a?os en ?frica. Forman parte de nuestro tronco, pero est¨¢n muy lejos de nosotros. Estos, a su vez, evolucionaron hacia el Homo habilis (unos 1,8 millones de a?os), el primer primate de la especie Homo que acabar¨ªa transform¨¢ndose en el Homo sapiens (200.000 a?os), nosotros. Josep Call, primat¨®logo de la Universidad de St Andrews y director del Wolfgang K?hler Primate Research Center del Instituto Max Planck, en Alemania, explica que Louis Leakey, uno de los padres de la paleoantropolog¨ªa y el descubridor de los primeros f¨®siles de Homo habilis en Tanzania, ¡°cre¨® el g¨¦nero Homo para indicar que era un hom¨ªnido que utilizaba instrumentos, pero es una distinci¨®n que se tambalea porque los chimpanc¨¦s tambi¨¦n utilizan instrumentos¡±. Aunque el propio Call lanza el contraargumento: ¡°Es cierto que utilizan piedras para cascar nueces, pero no las modifican, no tienen industria l¨ªtica¡±. Pero la diferencia est¨¢ en el matiz, no en el hecho en s¨ª.
Ning¨²n chimpanc¨¦ creer¨ªa en un cielo lleno de bananas para toda la eternidad. S¨®lo nosotros podemos creer algo as¨ª. Y por eso dominamos el mundo¡±
El profesor de la Universidad de Jerusal¨¦n Yuval Noah Harari, autor de un libro sobre la evoluci¨®n humana De Animales a Dioses (Debate) que se ha convertido en un best-seller internacional por la sencillez y brillantez con la que enfrenta a la pregunta de qui¨¦nes somos, busca la respuesta fuera de nuestro propio cuerpo. ¡°Es obvio que tenemos peculiaridades, adem¨¢s del lenguaje, como la empat¨ªa, la crueldad o la violencia extrema, pero las compartimos con otras especies¡±, explica Harari por correo electr¨®nico. ¡°En lo que los seres humanos somos especiales es en nuestra habilidad ¨²nica para cooperar de forma flexible en grandes n¨²meros. Muchas otras especies, desde las abejas hasta los chimpanc¨¦s, cooperan; pero solo los miembros de la especie Homo cooperan de forma flexible con un n¨²mero indefinido de extra?os¡±.
Para otros pensadores y divulgadores como Bill Bryson la evidencia de que, tras varias oleadas de hom¨ªnidos que salieron de ?frica, s¨®lo los Homo sapiens colonizaron territorios a los que se llegaba cruzando mar abierto (como Australia) convierte la sed de aventura y exploraci¨®n en nuestra caracter¨ªstica definitoria. El famoso ¡°porque est¨¢ ah¨ª¡± de Mallory para explicar su primer ascenso al Everest ser¨ªa la clave de nuestra especie. Harari sigue un camino cercano, tambi¨¦n intangible. ¡°?Qu¨¦ hace que los sapiens podamos cooperar de esa manera? Nuestra imaginaci¨®n. Podemos cooperar con extra?os porque podemos inventar historias sobre cosas que s¨®lo existen en nuestra imaginaci¨®n ¨Cdioses, naciones, dinero¨C y difundirlas a millones de personas. Ning¨²n chimpanc¨¦ creer¨ªa en un cielo lleno de bananas para toda la eternidad. S¨®lo nosotros podemos creer algo as¨ª. Y por eso dominamos el mundo¡±.
Cuando no est¨¢bamos solos
El hecho de que el Homo sapiens sea el ¨²nico Homo sobre la Tierra es bastante extraordinario porque es as¨ª desde hace muy poco tiempo. Hasta hace unos 12.000 a?os (nada en t¨¦rminos evolutivos) vivi¨® el Hombre de Flores, un hom¨ªnido muy peque?o (un metro) que qued¨® aislado en una isla de Indonesia y que algunos cient¨ªficos consideran una especie. Pero hubo un periodo muy largo (decenas de miles de a?os) durante el que el Homo sapiens comparti¨® no s¨®lo el planeta, sino los mismos territorios en los que viv¨ªa con los neandertales (que se extinguieron hace unos 30.000 a?os por motivos que todav¨ªa se debaten), el Homo erectus (que se extingui¨® hace 50.000 a?os tras pasar 1,7 millones de a?os sobre la Tierra) y los denisovanos (descubiertos hace poco tiempo en Siberia, del que se han encontrado escasos f¨®siles, aunque s¨ª se sabe que su genoma est¨¢ presente, por ejemplo, en los abor¨ªgenes australianos). Una de las pel¨ªculas m¨¢s famosas sobre la prehistoria, En busca del fuego, para la que el gran escritor Antony Burguess se invent¨® las lenguas y el primat¨®logo Desmond Morris, autor de El mono desnudo, la comunicaci¨®n gestual, habla precisamente de ese momento en el que el hombre no estaba solo.
Antonio Rosas, autor de los Primeros hom¨ªnidos (Catarata), director de paleoantropolog¨ªa del Museo Nacional de Ciencias Naturales y experto en neandertales, asegura sobre esta convivencia (que acab¨® con la desaparici¨®n de todas las dem¨¢s especies menos la nuestra): "Nos hace menos ¨²nicos, sin duda. Cop¨¦rnico nos quit¨® del centro del universo y la paleoantropolog¨ªa nos pone en la tesitura de que en el planeta han existido diferentes humanidades. Tenemos que relativizar y aprender a pensar qu¨¦ significa ser humano porque hay variantes. Es un camino que todav¨ªa tenemos que explorar".
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