El aroma de Azzedine Ala?a
Es uno de los ¨²ltimos dise?adores en resistirse a los dictados de la industria del lujo Tras 24 a?os de carrera, ha decidido lanzar su primera fragancia
La entrada al universo de Azzedine Ala?a (T¨²nez, 1940) es tan discreta como ¨¦l mismo: una puerta marr¨®n en la parisiense calle de la Verrerie (4? distrito) que pasa totalmente desapercibida pese a la peque?a placa que luce el nombre de la casa de alta costura. Una tranquila noche del pasado mayo, sin embargo, monsieur Ala?a organizaba una fiesta. Presentaba el primer perfume de la marca desde su creaci¨®n hace 24 a?os. El nombre, sencillo: Ala?a Paris.
Si el lanzamiento de una nueva fragancia es un hecho se?alado para cualquier maison, en el caso de Ala?a se convierte en un acontecimiento ¨²nico. No solo porque el dise?ador, tan poco dado a las entrevistas, ha invitado a varios centenares de periodistas a cenar a su casa. No solo porque la noche acabar¨¢ con el propio Ala?a bailando rumba y haci¨¦ndose selfies a diestro y siniestro. Su perfume es m¨¢s que un movimiento comercial: si el creador ha tardado d¨¦cadas en lanzarlo no ha sido, aseguran en su entorno, para entrar ahora en la carrera de las fragancias, una fuente segura de ingresos para las grandes marcas.
"Mi perfume no refleja una ¨¦poca particular, sino emociones de todas las ¨¦pocas¡±, asevera Ala?a en una nota. Marie Salamagne, perfumista y encargada de crear el olor Ala?a a las ¨®rdenes del dise?ador, completa la idea: ¡°No es un perfume que est¨¦ ah¨ª para ser comercial. Lo que ¨¦l ha elegido es representativo de su marca y su personalidad, y est¨¢ pensado para resistir el paso del tiempo¡±, a?ade. El prop¨®sito casa con su esp¨ªritu de trabajo. Ala?a es famoso por haberse resistido durante d¨¦cadas a los imperativos de la industria: lanza solo dos colecciones al a?o (aunque dividida cada una de ellas en dos) y contin¨²a presentando sus esculturales vestidos (entre 2.000 y 5.000 euros en el pr¨ºt-¨¤-porter) en privado y, de nuevo, en casa, bajo la impresionante luz de la cristalera de la galer¨ªa principal. Mientras, el resto de grandes firmas no suelen bajar de las cuatro colecciones, sin contar las dos de alta costura y las de la l¨ªnea masculina.
Su perfume, defienden en la marca, nada tiene que ver con la treintena de fragancias y variantes que venden actualmente otras grandes marcas francesas. Los n¨²meros que definen a Ala?a son, de nuevo, m¨¢s discretos de lo que suele estilarse en el sector: desde la cifra de negocio (59 millones de euros en 2014) hasta la cantidad de tiendas propias (solo dos: la de su estudio y una abierta en 2013 cerca de los Campos El¨ªseos).
La elaboraci¨®n de la fragancia dur¨® un a?o y medio. ¡°Estar¨¢ listo cuando est¨¦ listo¡±, dec¨ªa el creador tunecino
Tampoco el proceso de creaci¨®n se asemeja a los habituales en la industria del lujo. ¡°Nunca he trabajado tan cerca de ning¨²n dise?ador¡±, asegura Salamagne, que ha colaborado con gigantes como Giorgio Armani e Yves Saint Laurent. La elaboraci¨®n de la fragancia dur¨® a?o y medio, siguiendo los tiempos pausados del creador, que suele explicarse con un tautol¨®gico ¡°estar¨¢ listo cuando est¨¦ listo¡±.
Salamagne se reuni¨® en una decena de ocasiones con todos los actores que participaron en el proyecto. ¡°Uno no va a casa de Ala?a para media hora¡±, explica, divertida, la perfumista. ¡°Al final de cada sesi¨®n nos dec¨ªa: ¡®Venga, os qued¨¢is a comer, a tomar algo¡±.
A juzgar por el perfume, encerrado en un frasco casi completamente opaco y decorado con los ic¨®nicos troquelados del autor, Ala?a huele a almizcle y flores, una ¡°fragancia animal¡± en palabras de Salamagne. Sobre el aroma intenso y penetrante se ilumina una nota de pimienta rosa. ¡°Fue el ¨²nico ingrediente que ¨¦l me indic¨® directamente. Pens¨¦ que no funcionar¨ªa, y de repente era justo lo que necesitaba¡±, cuenta. En un principio, el dise?ador solo le dio una pista, un recuerdo de infancia: el olor fresco y terroso que desprend¨ªan las paredes del patio de su casa en T¨²nez cuando su abuela las regaba con agua para resistir al calor. Y alguna l¨ªnea roja: nada de jazm¨ªn y naranja, nada que remitiera a ¡°lo oriental¡±.
A ¨²ltima hora de la fiesta, Ala?a bailaba, azuzado por su amiga la core¨®grafa Blanca Li que particip¨® en la presentaci¨®n. ¡°Ha descubierto las casta?uelas y le tienen fascinado¡±, asegura. Un gesto inusitado en un hombre t¨ªmido que huye de focos y micr¨®fonos. El perfume Ala?a huele a pimienta rosa, pero tambi¨¦n a cambios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.