Espa?a-Francia, o la venganza como motivaci¨®n
La invocaci¨®n al desquite invita a perpetuar un clima de hostilidad que puede desembocar en violencia
Puesto que una de las principales funciones del deporte es la de reducir la ansiedad social, y uno de los f¨¢rmacos m¨¢s eficientes para conseguir tal fin es el culto desmedido a la personalidad ¡ªah¨ª est¨¢n los casos de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo para confirmarlo¡ª, a pocos habr¨¢ extra?ado la explosi¨®n de euforia desatada con motivo del triunfo de la selecci¨®n espa?ola de baloncesto sobre la selecci¨®n francesa. La inyecci¨®n de euforizantes ha sido de tal magnitud que, como no se encontraban los adjetivos para calificar la triunfal exhibici¨®n de Pau Gasol en Lille, varios comentaristas de b¨¢sket han solicitado la creaci¨®n de neologismos que definan con m¨¢s exactitud la descomunal calidad del p¨ªvot.
La aportaci¨®n de Pau Gasol ha sido sin duda excepcional; todos los adjetivos de la prensa deportiva (feliz de nadar en las aguas templadas de la unanimidad), incluso los neologismos hipot¨¦ticos que se encuentren, son sin duda merecidos; y su m¨¦rito en nada resultar¨¢ empeque?ecido si Espa?a pierde la final del Eurob¨¢sket. Pero lo m¨¢s llamativo del enfrentamiento baloncest¨ªstico entre Espa?a y Francia no es la ¨¦pica acumulativa de la adjetivaci¨®n (¡°colosal¡±, ¡°regio¡±, ¡°imperial¡±, ¡°de otro planeta¡±) aplicada a Gasol, sino la apelaci¨®n tenaz, desde todos los p¨²lpitos medi¨¢ticos y desde la ret¨®rica de los jugadores, a la revancha, la venganza o el desquite como motivaci¨®n principal del partido contra Francia. Resulta que la selecci¨®n francesa se permiti¨® la osad¨ªa de eliminar a la espa?ola en el Mundial celebrado en Espa?a; y esa derrota espa?ola se convirti¨®, antes y despu¨¦s del partido, en llaga supurante del honor nacional herido. Con sospechoso gregarismo, las cr¨®nicas y relatos despu¨¦s del partido de Lille abundaron en modismos reveladores de las pulsiones rec¨®nditas del deporte como motivo para humillar al oponente en los triunfos y de sentirse agraviado en las derrotas, desde ¡°la venganza es un plato que se sirve fr¨ªo¡± hasta ¡°Espa?a devolvi¨® la moneda del Mundial¡±.
No est¨¢ claro qu¨¦ papel debe jugar la venganza en el deporte. La competici¨®n implica una confrontaci¨®n constante para superar al oponente; pero tiene que existir una frontera reconocible entre la mec¨¢nica competitiva, definida por el ag¨®n como m¨¦todo para probar el valor propio, y la motivaci¨®n revanchista disparada por lo que se considera una afrenta recibida. La invocaci¨®n al desquite invita a perpetuar un clima de hostilidad que puede desembocar en violencia.
En la otra franja del espectro, los portavoces p¨²blicos de la selecci¨®n francesa de baloncesto se han conducido con el mezquino esp¨ªritu del mal perdedor, muy lejos de la elegancia sublimada que se predica en los manuales de promoci¨®n del deporte. Todo su discurso explicativo, pronunciado con el gesto torvo de quien no reconoce la capacidad de su oponente para ganar y siente que le han aguado una fiesta pagada de antemano, consisti¨® en culpar a los ¨¢rbitros (¡°protegieron a Gasol¡±). Como argumento es pobre e inquietante, porque apela inequ¨ªvocamente a la acumulaci¨®n de motivos de rencor y, en consecuencia, a otro caso de afrenta prefabricada que ha de ser vengada.
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