Retrato indirecto de Liz Taylor
La fot¨®grafa Catherine Opie pas¨® seis meses en la casa de la actriz, justo en el momento de su muerte, y le dedica el libro ¡®700 Nimes Road¡¯
"Tiara de diamantes Mike Todd". La etiqueta, escrita en un humilde r¨®tulo tipo DYMO, como la que usar¨ªa cualquiera para poner ¡°ropa de beb¨¦¡± o ¡°mantas invierno¡± y pegada en una gastada caja de joyer¨ªa, lo dice todo. Dentro guardaba Elizabeth Taylor la espectacular diadema de diamantes y platino que le regal¨® su tercer marido en 1957 y que ella, encantada, se puso ese mismo a?o en Cannes y en los Oscar.
Ese es uno de los muchos detalles que se pueden apreciar si uno se detiene unos minutos en las im¨¢genes que forman 700 Nimes Road (Prestel), el libro con el que la fot¨®grafa Catherine Opie ha querido hacer un retrato de la actriz a trav¨¦s de sus objetos. La serie completa podr¨¢ verse a partir de enero en el MOCA, el museo de arte contempor¨¢neo de Los ?ngeles y en la galer¨ªa Lehman Maupin de Nueva York.
Opie, cuyo anterior proyecto, Inauguration, consisti¨® en fotografiar a un centenar de las personas que acudieron a Washington para asistir a la primera toma de posesi¨®n de Barack Obama, se inspir¨® en una famosa serie que William Eggleston hizo en Graceland, retratando las pertenencias de Elvis Presley seis a?os despu¨¦s de su muerte. Y tuvo acceso a Taylor de manera un tanto fortuita, gracias a que ambas compart¨ªan el mismo contable.
Opie lleg¨® al 700 de la calle Nimes, la (lujosa, pero no babil¨®nica) casa de la actriz en el barrio de Bel Air cuando ¨¦sta a¨²n viv¨ªa, pero no llegaron a cruzarse, porque Taylor ya pasaba la mayor parte del tiempo en su dormitorio. Tres meses despu¨¦s, la llevaron al hospital en el que muri¨®, pero la familia insisti¨® en que la fot¨®grafa siguiese en la casa y completase el proyecto, para el que dispar¨® m¨¢s de 3.000 im¨¢genes. ¡°Al poco, empezaron a desmantelar la casa, as¨ª que todo el trabajo se ti?¨® de cierta melancol¨ªa. No era s¨®lo el final de una vida, era el final de una vida ic¨®nica¡±, explica la fot¨®grafa por tel¨¦fono.
Hab¨ªa varias cosas que quer¨ªa evitar. Una era plasmar la casa ¡°como si fuese un reportaje de Architectural¡¯s Digest¡± y otra dejarse deslumbrar por el lujo y prestar demasiada atenci¨®n a las famosas joyas de la actriz (aun as¨ª reconoce que las esmeraldas impresionan en directo). ¡°Me gusta la idea de que sus objetos eran muy democr¨¢ticos para ella, que ella los amaba a todos igual¡±, afirma. De hecho, una de sus fotos preferidas es la que muestra el manual de instrucciones del mando de la tele, con las p¨¢ginas gastadas por el uso.
Tambi¨¦n le llam¨® la atenci¨®n la cantidad de miniaturas que inundaban la casa, que nunca hab¨ªa sido fotografiada antes. Zapatitos. Mu?equitos. Muestritas de perfume. Perritos malteses por todas partes. ¡°Les conced¨ª un valor metaf¨®rico ¨Cdice¨C Alguien que tuvo una vida tan grandiosa y que de alguna manera monta una producci¨®n cada vez que sale de casa, con seguridad y gente alrededor, deb¨ªa sentirse as¨ª en su propia casa¡±.
Para alguien que construy¨® tantos hogares distintos, con todos sus maridos, y que viaj¨® a tantos rodajes, sorprende la cantidad de objetos que la actriz lleg¨® a reunir en su ¨²ltima casa. All¨ª est¨¢n las zapatillas de ballet que usaba de ni?a, que su madre conserv¨®, sus Oscars, alineados sin mucha pompa, las tarjetas de cumplea?os de Andy Warhol y Bette Davis, los guantes de boxeo de Sugar Ray Robinson, el traje de chiffon amarillo que llevaba la primera vez que se cas¨® con Richard Burton y los muchos, muchos trajes de Valentino, Fendi, Halston, Dior o Chanel que coleccionaba y que se subastaron en Christie¡¯s en 2011, apenas meses despu¨¦s de su muerte.
Ingrid Sischy, la periodista recientemente fallecida, directora durante muchos a?os de la revista Interview y amiga de medio Hollywood ¨Cla mitad buena¨C, conoc¨ªa bien tanto a Opie como a Taylor y se encarga de firmar uno de los textos del libro. All¨ª destaca las diferencias entre ambas: ¡°Para empezar, Taylor tuvo ocho maridos, si cuentas las dos bodas con Richard Burton, y Opie tiene una esposa .Taylor era una loca de la ropa, que amaba la moda, ya fuese alta costura creada especialmente para ella o un caft¨¢n comprado en cualquier lado. Opie no tiene ning¨²n inter¨¦s ni conocimiento de la moda y lleva cada d¨ªa y cada noche el mismo uniforme de vaqueros. Las diferencias son obvias pero son las afinidades las que hacen de estas fotos memorables. Tienen una honestidad y una claridad que es conmovedora y elocuente¡±. La propia fot¨®grafa tambi¨¦n rememora en el libro como, a veces, pon¨ªa su zapatilla de deporte al lado de los mules de sat¨¦n de Chanel de Taylor y ¡°cabeceaba de incredulidad¡±. Pero, como se?ala Sischy, no enfoca todo ese glamour casi kitsch, esa feminidad exacerbada, como si fuera algo rid¨ªculo, ni tampoco grandioso, simplemente como las cosas de una se?ora mayor bastante interesante.
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