Piedras contra nuestro propio tejado
Desgraciadamente, cada d¨ªa veo m¨¢s espa?oles que reniegan de su condici¨®n, que se averg¨¹enzan de su identidad, de su v¨ªnculo con nuestra naci¨®n. Sobre todo entre los j¨®venes de mi generaci¨®n, cuyo sano esp¨ªritu cr¨ªtico, renovador e inconformista a veces deja de lado algo tan necesario como es el orgullo. Y es que, aunque Espa?a sea campeona del Eurobasket 2015, el deporte nacional es el autoboicoteo. Si bien no cabe negar que la autocr¨ªtica es saludable y esencial para el progreso, en nuestro pa¨ªs alcanza l¨ªmites virulentos. Porque da igual que seamos el quinto pa¨ªs m¨¢s seguro del mundo, la tercera potencia tur¨ªstica o el segundo pa¨ªs en producci¨®n automovil¨ªstica a escala europea. Tampoco importa que estemos dotados de un sistema sanitario excepcional, que tengamos una historia y tradici¨®n envidiables e incluso una gastronom¨ªa distintiva. Al contrario. De hecho, ya casi parece inherente a la naturaleza de los espa?oles taparse la cara y esconder su bandera. Porque aqu¨ª se tilda de ¡°facha¡± a todo el que luce la rojigualda cuando estamos fuera del Mundial de f¨²tbol. Y todo porque un d¨ªa una oscura etapa en la historia espa?ola tom¨® las insignias nacionales y, desde entonces, nadie se atrevi¨® a reclamarlas y proclamar la categ¨®rica verdad de que nos pertenecen a todos, y no a unos pocos. Espa?a no es capaz de apreciar lo que es, olvidar los errores del pasado, y presumir de su vigor. Y, como dice el refranero ¡ªespa?ol¡ª, al final lo ¨²nico que hacemos es tirar piedras contra nuestro propio tejado.¡ª Ana Ma?¨¢ Blanco.
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