Cuatro t¨®picos sobre Catalu?a
La hoja de ruta de los independentistas es cara y confusa, se basa en un discurso err¨®neo y tiene un final incierto. Cree que la soluci¨®n a sus problemas no pasa por la solidaridad, sino por crear un Estado que piense solo en los intereses ¡®dels catalans¡¯
Ante el 27-S, muchos apelan a los sentimientos; otros, a t¨®picos que damos por ciertos a base de repetirlos. Como economistas que somos, nada podemos decir sobre los sentimientos, pero pensamos que debemos dar nuestra opini¨®n sobre algunos de esos t¨®picos.
1. La necesidad de la independencia. En pocas palabras, el argumento es el siguiente: Espa?a ni se va a descentralizar ni se va a reformar nunca, porque no le interesa al votante mediano espa?ol. Como los catalanes representan solo el 16% de la poblaci¨®n del Estado, nunca podr¨¢n cambiar la situaci¨®n actual. Por lo tanto, la independencia es necesaria. El problema es que con razonamientos como este no funcionar¨ªa ninguna democracia. Por ejemplo, ?qu¨¦ pasar¨ªa si los barceloneses discreparan del votante mediano catal¨¢n?
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Una democracia que ignore sistem¨¢ticamente a alguna de sus minor¨ªas relevantes no es estable, pero tampoco lo es una democracia cuyas minor¨ªas relevantes act¨²en con sistem¨¢tica deslealtad. Desafortunadamente, en el origen del conflicto entre Espa?a y Catalu?a hay g¨¦rmenes de estos dos problemas.
2. Con la independencia, Catalu?a ser¨¢ un pa¨ªs n¨®rdico. Una declaraci¨®n unilateral de independencia probablemente termine por ser muy costosa para ambas partes, a pesar de la insistencia de muchos independentistas en afirmar lo contrario. Aparecer¨¢n nuevos costes y riesgos que se deben tener en cuenta.
Uno de estos costes ser¨ªa la disrupci¨®n del comercio. Si comparamos los patrones de comercio que Catalu?a tiene hoy en d¨ªa con el resto de Espa?a y con los dem¨¢s pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, resulta evidente que Catalu?a no se comporta como un ¡°pa¨ªs normal¡±. Catalu?a vende m¨¢s a Arag¨®n, o la Comunidad de Madrid, o a Valencia, que a Francia; y a Andaluc¨ªa m¨¢s que a Alemania. Ning¨²n pa¨ªs europeo concentra tant¨ªsimo su comercio en un socio tan peque?o como es el resto de Espa?a. El motivo de esta concentraci¨®n no es que las fricciones comerciales de Catalu?a con el resto de Europa sean altas ¡ªson las esperables¡ª, sino que las fricciones con el resto de Espa?a son extraordinariamente bajas.
Como aproximaci¨®n a c¨®mo los patrones del comercio catal¨¢n con el resto de Espa?a pueden cambiar, podemos realizar el ejercicio intelectual de sustituir las fricciones comerciales que Catalu?a tiene con el resto de Espa?a por las que Espa?a tiene con el pa¨ªs del mundo con el que tiene menos fricciones: Portugal. En ese ejercicio, la disminuci¨®n del comercio bilateral entre Catalu?a y el resto de Espa?a es descomunal, y supone una reducci¨®n muy severa del PIB catal¨¢n y otra muy importante del PIB del resto de Espa?a. La p¨¦rdida neta para ambas partes no es balad¨ª.
Los procesos de separaci¨®n son costosos porque repartir activos y pasivos no es f¨¢cil
Adem¨¢s, a corto plazo los procesos de separaci¨®n siempre son costosos porque repartir activos y pasivos no es f¨¢cil. Como no hay ni contrato que regule el reparto ni una judicatura que lo supervise, los conflictos se agudizan. Mientras duran las discusiones, el valor de los activos disminuye y el valor de los pasivos aumenta. En este sentido, la independencia unilateral se parece a los divorcios; es muy improbable que nadie salga beneficiado econ¨®micamente.
Por ejemplo, supongamos que el presidente de la Generalitat amenazase con no pagar la parte de la deuda de Espa?a que le corresponde a Catalu?a, para mejorar su posici¨®n negociadora. Obviamente, el Gobierno espa?ol no lo aceptar¨¢, sus tenedores dejar¨¢n de respaldarla, habremos creado nuestra propia crisis de la deuda soberana y no estaremos dando la imagen de una democracia n¨®rdica consolidada.
3. Los pensionistas saldr¨¢n ganando con la independencia. Las pensiones son otro ejemplo que ilustra las complejidades del proceso. Una Catalu?a independiente sustituir¨ªa al Estado espa?ol como titular de los derechos y de las obligaciones de un sistema de pensiones de reparto que en la actualidad es deficitario.
En el corto plazo, el sistema de pensiones catal¨¢n tendr¨ªa que hacer frente al pago de las pensiones de todos los jubilados que hubieran devengado derechos pensionables en Catalu?a, vivieran donde vivieran, y de todas las pensiones no contributivas de sus pensionistas residentes. Para financiarlas, contar¨ªa con las cotizaciones de los trabajadores que siguieran residiendo en Catalu?a despu¨¦s de la secesi¨®n y con la parte que le correspondiera a Catalu?a del fondo de reserva de las pensiones. Cuantificar estos ingresos en una Catalu?a inmersa en un proceso de independencia ¡ªdel que desconocemos c¨®mo afectar¨¢ a la tasa de crecimiento, los movimientos migratorios, etc¨¦tera¡ª es pura especulaci¨®n.
Sobre las pensiones se pueden hacer pocas promesas, y menos ante tal incertidumbre
Adem¨¢s, los sistemas de reparto de los pa¨ªses peque?os son m¨¢s vulnerables que los de los pa¨ªses grandes ante las perturbaciones econ¨®micas y demogr¨¢ficas porque sus principales ingresos provienen del territorio del Estado que los garantiza. Por ejemplo, cuando Espa?a, Grecia o una Catalu?a independiente van bien, sus pensiones de reparto tambi¨¦n van bien. Pero apostar a que las cosas le van a ir bien a las econom¨ªas espa?ola y catalana durante el periodo transitorio de una secesi¨®n disputada es una apuesta arriesgada. Desafortunadamente, sobre las pensiones se pueden hacer pocas promesas y menos ante tal incertidumbre.
4. Por su propio inter¨¦s, la Uni¨®n Europea y la eurozona no van a tardar en aceptar a Catalu?a como Estado miembro. Esta es la confusi¨®n que m¨¢s nos sorprende: lo han negado un¨¢nimemente las instituciones europeas, sus representantes y sus expertos legales. Pero como el apoyo a la independencia caer¨ªa en picado si se aceptara que la aventura de la independencia puede convertirse en un viaje a tierra de nadie, sus defensores hacen o¨ªdos sordos a la evidencia. Desgraciadamente, la independencia de Catalu?a plantea un problema estructural de fondo.
Es cierto que Catalu?a podr¨ªa ser un Estado perfectamente viable en unos hipot¨¦ticos Estados Unidos de Europa, cosa que no es la Uni¨®n Europea, en la que hay muchas Catalu?as potenciales, y los Estados a los que pertenecen no est¨¢n interesados en su independencia. Pero el problema de fondo es que la Uni¨®n Europea carece de una estructura federal y su funcionamiento ser¨ªa imposible con una multitud de peque?os Estados centrados sobre s¨ª mismos e incapaces de entenderse con sus vecinos. Europa es interdependiente.
En realidad, la hoja de ruta que proponen los independentistas es costosa, con un final muy incierto y se basa en un discurso err¨®neo. Sus partidarios insisten en que Espa?a no puede cambiar, cuando ha cambiado tanto; no ven que Europa ¡ªen la que separados apenas contar¨ªamos¡ª est¨¢ avanzando hacia una mayor integraci¨®n, y se cierran en que la soluci¨®n a los problemas de los catalanes ¡ªtan parecidos a los de los espa?oles¡ª no pasa por la solidaridad y por la complicidad colectiva, sino por crear un Estado que piense exclusivamente en los intereses dels catalans.</CF> ?Por qu¨¦ nos resultar¨¢ tan dif¨ªcil reconocer nuestros errores?
Ramon Marimon, Sevi Rodr¨ªguez Mora, Javier D¨ªaz-Gim¨¦nez y Juan F. Rubio Ram¨ªrez son catedr¨¢ticos de Econom¨ªa.
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