Amor sobre ruedas
Hay gente a la que le choca la comparaci¨®n del Papa con una estrella del pop, pero a ¨¦l no le molesta nada
Me ha tocado vivir la visita del papa Francisco a Cuba y EE UU desde Miami. Que el recibimiento en la Casa Blanca coincidiera con el Yom Kippur, una de las festividades jud¨ªas m¨¢s respetadas, me result¨® apasionante. Solo en una maquinaria como EE UU pueden coincidir dos eventos de creencias tan hist¨®ricamente enfrentadas, como si nada.
Hac¨ªa un d¨ªa fant¨¢stico cuando el Papa lleg¨®. Y en los jardines de la Casa Blanca hab¨ªa m¨¢s orquestas municipales que en el segmento folk de Miss Venezuela. Eran tan municipales que cuando tocaron el himno del Vaticano parec¨ªa como si interpretaran L¡¯elisir d¡¯amore. O algo de la ¨®pera Roberto Devereux, que esta semana ha sido el acontecimiento social de Madrid al reunir a tres reinas en un lugar. Isabel I, protagonista de la ¨®pera, por cuesti¨®n din¨¢stica, Letizia por matrimonio, e Isabel Preysler por m¨¦rito personal.
Volviendo al Papa y su visita, en Am¨¦rica se lo ha pasado bomba. ?Qu¨¦ diferente a como cuando le recibimos en Espa?a y nos ponemos de negro hasta la ropa interior! O morados, como los pol¨ªticos valencianos que consiguieron sacarle nueve millones a la visita. Pero eso es otra historia. En Am¨¦rica se sinti¨® como en casa. Le quitaron las ventanas al papam¨®vil y Francisco bes¨® a ni?as mexicanas en Washington y a familiares de disidentes en La Habana. Y fue todo como una seda, como si el mundo fuera un sitio maravilloso para abrazarse y vitorear. Un mundo sin Donald Trump.
Como l¨ªder, el Papa es tambi¨¦n un hombre de estilo y en esta gira lo demostr¨®. Sus looks parec¨ªan similares pero cada uno ten¨ªa su peculiaridad, su SMS. La sotana para visitar a Fidel, en ese blanco divinamente roto que tan bien maneja la sastrer¨ªa vaticana, qued¨® ligeramente opacado por el uniforme deportivo Adidas de un l¨ªder revolucionario todav¨ªa con los pies en la tierra, como si Fidel quisiera homenajear a Pau Gasol. Lo bueno es que hablaban el mismo idioma y ninguno de los dos sudaba a pesar de la humedad tropical. Francisco volvi¨® a sorprender cuando descendi¨® del avi¨®n en Washington. Es verdad que no le esperaba una multitud pero gritaban como miles en una superproducci¨®n de Hollywood. Y lo hicieron con m¨¢s ¨ªmpetu al ver que el Pont¨ªfice aprovech¨® para presentar un modelo que recordaba mucho a los trajes de Lady Gaga en los Emmy. Hay gente a la que le choca esta comparaci¨®n con una estrella pop, pero a ¨¦l no le molesta nada. Es innegable que estas giras del Papa fomentan esta competencia. ?No puede Lady Gaga compartir sastre con ¨¦l?
La que pasa de sastre es Estefan¨ªa de M¨®naco. Seguro que con el ajetreo su Santidad a¨²n no ha visto el reportaje del Vanity Fair espa?ol donde Estefan¨ªa ha adoptado el aspecto de las campesinas rusas idealizadas por el Realismo Socialista. Al parecer, Jorge Monedero tom¨® las im¨¢genes en pocos minutos. La princesa no permite ni estilistas, ni maquilladores ni mucho menos peluqueros. Siempre fue rebelde, s¨²per suya. ¡°La ¨²nica que tiene sentido com¨²n en su familia¡±, seg¨²n algunos. Se dedica a cuidar elefantes en peligro, ancianos o enfermos. Al parecer empez¨® esta actividad elefanti¨¢sica tras su paso por el circo donde vivi¨® un romance con un recio domador de leones. Durante un tiempo nuestra vida estuvo dividida en ser del club Carolina o del de Estefan¨ªa. Yo decid¨ª que era clave para mi felicidad disfrutarlas a ambas.
Siempre dispuesto a colaborar con la felicidad de la industria italiana, Francisco lleg¨® ante los Obama en un nuevo modelo del Cinquecento de Fiat. Desde luego no pod¨ªa ser un Volkswagen. En Am¨¦rica est¨¢n furiosos con la marca alemana por enga?arles en tantos coches y adem¨¢s con un software sensacional. ?C¨®mo es Alemania para los inventos! ?Un software pirata que disimulaba los da?os al medioambiente en sus motores diesel! Lo peor para el medioambiente ha sido el ¡°La hemos cagado¡± expulsado por el presidente de Volkswagen. Pareci¨® como si fuera miembro de G¨¹rtel o de la Operaci¨®n P¨²nica. Con m¨¢s o menos tecnolog¨ªa, la corrupci¨®n es igual de vulgarota en todos lados.
Me apena. El coche que compartimos mi marido y yo hace 15 a?os es un Volkswagen. Le cambiaron la bater¨ªa el otro d¨ªa y el mec¨¢nico dijo que era el mejor motor de su generaci¨®n. Rub¨¦n le dijo que esperaba que durara 15 a?os m¨¢s. Y con su mono de trabajo nos despidi¨® con ternura, como si fu¨¦ramos pont¨ªfices del amor sobre ruedas.
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