Falacias plebiscitarias
Hay que lograr que este 27-S haya una masiva asistencia a las urnas. El que calla, otorga.
?Los comicios catalanes de hoy se han convertido en una encrucijada de incierta salida, pues cualquiera que sea su resultado plantear¨¢ problemas irresolubles. Pero as¨ª lo ha querido el doble designio nihilista de los presidentes Rajoy y Mas. Dada la burda manipulaci¨®n de los argumentos utilizados, son muchos los equ¨ªvocos que se podr¨ªan analizar, pero aqu¨ª me limitar¨¦ a comentar dos grandes contradicciones. La primera puede llamarse una falacia de representaci¨®n, y la segunda, de tipo plebiscitario, es falaz por partida doble.
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Por falacia de representaci¨®n me refiero a que el secesionismo va a ganar la mayor¨ªa en n¨²mero de esca?os a pesar de ser minoritario en las preferencias de la ciudadan¨ªa, y a que probablemente tampoco vencer¨¢ en n¨²mero de votos. Lo cual pone en duda la representatividad de unas elecciones parlamentarias que, al traducir las preferencias en votos y a estos en esca?os, convierte a la minor¨ªa secesionista en mayoritaria en perjuicio de la mayor¨ªa no independentista, que quedar¨¢ en minor¨ªa. ?A qu¨¦ se debe esta falacia que traiciona la democracia representativa? Comencemos por el primer escal¨®n, que distorsiona las preferencias al traducirlas a votos. Aqu¨ª la clave reside en la distribuci¨®n desigual de la participaci¨®n, pues casi todos los que prefieren la secesi¨®n acudir¨¢n a las urnas mientras que muchos de los indiferentes o contrarios a ella se quedar¨¢n sin votar.
Pero adem¨¢s hay otros dos factores que priman el voto secesionista y reducen el no independentista. El primero es el mayor activismo de los secesionistas, pues cada ciudadano catal¨¢n habr¨¢ estado expuesto al impacto de 90 llamadas radicales a la secesi¨®n por cada 10 apelaciones a la cordura. Y este efecto estar¨¢ reforzado por la polarizaci¨®n, que induce la abstenci¨®n de los moderados y favorece la toma de partido de los desafectos por las opciones extremistas. Es decir, los potenciales votantes del PSC y UDC huir¨¢n del griter¨ªo polarizador mientras que los habitualmente indolentes correr¨¢n a las urnas para expresar su protesta o su ansia de milagros votando secesi¨®n.
La mayor¨ªa de electores perder¨¢ y vencer¨¢ la minor¨ªa en n¨²mero de esca?os
As¨ª, la preferencia independentista quedar¨¢ sobrerrepresentada y la espa?olista, infrarrepresentada. Pero en el siguiente escal¨®n que traduce votos a esca?os volver¨¢ a ocurrir otro tanto, a partir de la aplicaci¨®n provincial de la ley d¡¯Hondt que penaliza la proporcionalidad favoreciendo al vencedor, que se lo lleva casi todo. De este modo el secesionismo, que se concentra en los distritos menos urbanizados de Lleida y Girona, se impondr¨¢ a los m¨¢s poblados de la Gran Barcelona, quedando los no independentistas infrarrepresentados: la mayor¨ªa de electores perder¨¢ y vencer¨¢ la minor¨ªa en n¨²mero de esca?os.
Y a esa falacia de representaci¨®n se superpone la falacia plebiscitaria. Aunque legalmente s¨®lo son comicios auton¨®micos, el soberanismo los define como una elecci¨®n dicot¨®mica entre el s¨ª y el no a la independencia. Pero a la hora de valorar los resultados, interpreta que el s¨ª habr¨¢ vencido si obtiene la mayor¨ªa de esca?os aunque no consiga la mayor¨ªa de votos. Una interpretaci¨®n falaz que s¨®lo ser¨ªa v¨¢lida para la elecci¨®n de representantes donde se trata de repartir esca?os, y no para una elecci¨®n plebiscitaria donde se trata de contabilizar votos. Y la raz¨®n de que desprecien los votos y se apunten los esca?os es que se saben minoritarios en t¨¦rminos de preferencias pol¨ªticas, aunque luego su mayor activismo logre obtener una proporci¨®n superior de votos y la ley electoral traduzca esa ventaja en un n¨²mero de esca?os todav¨ªa mayor. Por eso al soberanismo le conviene m¨¢s celebrar comicios convencionales, donde puede dar gato por liebre, que un verdadero plebiscito, donde ser¨ªa probablemente vencido.
Y en el bando gubernamental sucede otro tanto pero al rev¨¦s. Oficialmente denuncian la impostura plebiscitaria de Mas, recordando que legalmente s¨®lo se trata de comicios auton¨®micos. Pero luego plantean la contienda como una disyuntiva donde est¨¢ en juego el futuro de Espa?a, aceptando de facto ese refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n que siempre han rechazado en t¨¦rminos legales. Y la raz¨®n de que lo hagan as¨ª es que si las elecciones s¨®lo fueran auton¨®micas, la abstenci¨®n de los espa?olistas ser¨ªa muy elevada, proporcionando una holgada victoria al secesionismo: el que calla, otorga. Y el ¨²nico modo de evitarlo es lograr que el 27-S se convierta en la pr¨¢ctica en un aut¨¦ntico plebiscito, a fin de meter el miedo en el cuerpo a los abstencionistas para que acudan masivamente a las urnas por temor a la ruptura.
Enrique Gil Calvo es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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