Por el derecho a ser lo que te d¨¦ la gana
La Fundaci¨®n Daniela tiene una propuesta para el Congreso de los Diputados: dejen a nuestros ni?os sentirse del g¨¦nero que les d¨¦ la gana¡ El debate est¨¢ abierto
Lady Gaga cantaba aquello? de ¡°Rejoice and love yourself today ¡®cause, baby, you were born this way. No mater gay, straight or bi, lesbian, transgender life. I¡¯m on the right track, baby. I was born to survive¡± (¡°Al¨¦grate y qui¨¦rete hoy a ti mismo porque naciste as¨ª. Da igual que seas gay, hetero o bi, lesbiana o transg¨¦nero. Voy en el buen camino. Nac¨ª para sobrevivir¡±). Este deber¨ªa ser un lema necesario en el siglo XXI.
Porque cada ¨¦poca tiene sus mitos, y por mucho que digan que la generaci¨®n X, la Y, la Z y la que sea que viene ahora son generaciones sin mitos, nunca hay que subestimar el poder¨ªo de las estrellas del pop. Podemos pensar que Lady Gaga es una 'payasa', pero sus letras no son ninguna tonter¨ªa. Hasta hacen referencia a textos b¨¢sicos del feminismo postmoderno como ¡°Manifiesto para Cyborgs¡± de Donna Haraway. En mi generaci¨®n salir del armario supon¨ªa, para algunos privilegiados, menos problemas que en d¨¦cadas anteriores, por mucho que fu¨¦ramos criados en unas d¨¦cadas en la que ser gay estaba ¡°bien¡± pero en las que era ¡°mejor¡± cuanto menos visible fuera. Ahra muchos treinta?eros hemos empezado a aceptar ciertas hechos en lo que a cuesti¨®n de g¨¦nero se refiere. Vamos tarde.
La m¨ªa es una generaci¨®n que creci¨® sobredimensionando la cuesti¨®n de la sexualidad pero, b¨¢sicamente, dejando la cuesti¨®n de g¨¦nero ¡°para m¨¢s tarde¡±. Nos dio por alimentar la idea de que ¡°ser quien nos d¨¦ la gana¡± pasaba por meter en la cama a quien nos apetec¨ªa y, de esta forma, acabamos obviando la perugrollada de que ¡°ser quien nos d¨¦ la gana¡± es m¨¢s bien eso: ¡°ser quien nos d¨¦ la gana¡±, literalmente, independientemente del g¨¦nero con el que retoces en tu intimidad. As¨ª las cosas, no es de extra?ar, por ejemplo, que todav¨ªa exista una preocupante confusi¨®n al respecto de t¨¦rminos como transexual o travesti y, sobre todo, cierto rechazo a ambos conceptos.
No hay duda: lo trans es el nuevo estigma una vez superado el trauma de lo gay. Si en los 80 y en los 90 la sociedad hizo un esfuerzo re-educacional para aceptar, comprender y abrazar a esos ni?os y ni?as que crec¨ªan siendo diferentes porque se sent¨ªan atra¨ªdos por su mismo sexo, en el nuevo siglo la re-educaci¨®n pasar¨¢ por la comprensi¨®n de que el g¨¦nero no es lo que tienes entre las piernas, sino dentro de la cabeza. Teniendo en cuenta que lo gay se ha convertido en algo no s¨®lo aceptable, sino rabiosamente exitoso en ciertos casos, cada vez es m¨¢s usual ver a ni?os que visten su homosexualidad como un manto de infinito 'molamiento'. ?Que esto es algo que les puede reportar dificultades relacionales con su grupo social? S¨ª, claro. Tanto o m¨¢s que ser el empoll¨®n de la clase, un g¨®tico o un aficionado al rol en vivo.
Ahora bien: siempre hay una l¨ªnea roja que no se puede ni se debe cruzar. Y esta l¨ªnea roja es, en la actualidad, la cuesti¨®n de g¨¦nero: est¨¢ bien ser un ni?o amanerado o una ni?a machorra, pero lo que es inaceptable es que un ni?o sienta ser una ni?a o que una ni?a sienta ser un ni?o. Ah¨ª empiezan los problemas¡ Y no son s¨®lo problemas sociales, sino tambi¨¦n legales. En Espa?a, por ejemplo, hasta que una persona no cumple los 18 a?os no puede apelar al g¨¦nero de su carn¨¦ de identidad, que se le asign¨® al nacer, evidentemente, a partir de sus evidencias genitales. Con todos los problemas psicol¨®gicos que esto implica al sentir que tu propio pa¨ªs no reconoce a la persona que realmente eres, sino exclusivamente al cuerpo en el que est¨¢s encerrado.
Ser¨¢ este un proceso de re-educaci¨®n y cambio de marco legal que no podemos dejar ¡°para m¨¢s tarde¡±. Hay que llevarlo a cabo ya, aqu¨ª y ahora. Hay que sumarse a proyectos valientes como la recogida de firmas que la Fundaci¨®n Daniela est¨¢ llevando a cabo para presentar ante el Congreso de los Diputados una petici¨®n formal de reformulaci¨®n de la ley para que los ni?os no vean su g¨¦nero fatalmente ligado a lo que dicte su cuerpo.
Y ser¨¢ un proceso que hay que recorrer, a su vez, intentando no dejar ¡°para m¨¢s tarde¡± ning¨²n otro corolario en cuestiones de sexualidad y g¨¦nero. Es necesario asumir que apostar por el derecho de las personas a ser lo que quieren ser no pasa exclusivamente por dejarles decidir si quieren ser hombres o mujeres. Estos t¨¦rminos, ¡°hombre¡± y ¡°mujer¡±, van a ser desmontados en los pr¨®ximos a?os a medida que nos adentremos en la era del pan-g¨¦nero, el post-g¨¦nero o como sea que se le acabe designando. Las masculinidad y la feminidad ser¨¢n puestas en tela de juicio, vaciadas de su carga ic¨®nica y relativizadas al m¨¢ximo. Las generaciones que est¨¢n por venir crecer¨¢n sin el peso de unos modelos que dicten lo que significa ¡°ser un hombre¡± o ¡°ser una mujer¡±¡
Puede que la humanidad se pasara el siglo XX luchando por las libertades, pero ser¨¢ el siglo XXI en el que conquistemos la verdadera libertad definitiva: ser quien nos d¨¦ la gana.
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