Derrota y victoria
El 27-S es para el secesionismo un triunfo electoral y un fracaso plebiscitario
Nadie puede ignorar este resultado. Todos, tambi¨¦n el Gobierno, deben reaccionar. Las elecciones celebradas en Catalu?a han sido enormemente significativas. Pese a la confusi¨®n del car¨¢cter de la convocatoria (plebiscito o elecciones); pese al hecho, desincentivador del voto, de celebrarse en puente en la gran Barcelona (el territorio menos secesionista), y pese a la escasa calidad del debate, el nivel de participaci¨®n ha sido extraordinario, perfilando un r¨¦cord hist¨®rico para unas elecciones de ¨¢mbito auton¨®mico.
En efecto, la participaci¨®n ha superado no solo la de 2012, sino la de todas las anteriores convocatorias de este ¨¢mbito. Adem¨¢s, ha concurrido a las urnas una variad¨ªsima gama de opciones y se ha incrementado el n¨²mero de votantes en todas las circunscripciones, urbanas y rurales, de catalanes de siempre y de nous catalans. Todo ello otorga al 27-S un empaque pol¨ªtico que debe acarrear grandes consecuencias.
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?Cu¨¢les? El presidente saliente de la Generalitat, Artur Mas, las configur¨® como unas elecciones plebiscitarias: ¡°Quer¨ªamos un plebiscito y es lo que tendremos¡±, dijo en el cierre de campa?a; estas elecciones ¡°se leer¨¢n como un plebiscito¡±, insisti¨® ayer. Y el l¨ªder del secesionismo antisistema, Antonio Ba?os, a?ad¨ªa que ¡°es necesario¡± al menos ¡°un 50% de los votos, porque estos comicios son un plebiscito¡±.
Como este diario destac¨® antes de celebrarse la elecci¨®n, el pretendido car¨¢cter de plebiscito para la independencia era enga?oso, por la naturaleza de la convocatoria (se votaban partidos, no una ¨²nica cuesti¨®n) y por la carencia de competencia jur¨ªdica para ello del convocante.
Con casi el 100% de votos escrutados, las fuerzas (contradictorias entre s¨ª) partidarias de la secesi¨®n no alcanzaban ni de lejos la mitad de los votos. Pero es evidente que la ciudadan¨ªa catalana se ha mostrado severamente fracturada en dos bloques, de distinta aunque similar dimensi¨®n. Como el plebiscito que desearon sus organizadores, pues, los secesionistas han perdido claramente la partida. Es un factor fundamental, especialmente en la arena internacional. Sobre todo si adem¨¢s se considera que en casos del g¨¦nero se exigen no solo mayor¨ªas simples, sino reforzadas (Montenegro, a instancias de la UE; Quebec, del Tribunal Superior de Canad¨¢), l¨®gico en cuestiones trascendentales.
Ahora bien, como elecciones de especial importancia, han resultado contundentes en favor del independentismo. En esca?os, recordando que un esca?o barcelon¨¦s cuesta dos veces y media que otro leridano, Junts pel S¨ª vence holgadamente, muy por encima de la ascendente y mete¨®rica cosecha del segundo puesto de Ciutadans (que desbanca al PP, convertido en fuerza menor), y del meritorio tercer lugar del PSC, al que tantos consideraban desahuciado. Lo que da a Junts legitimidad para continuar su estrategia proindependentista, siempre que lo haga ateni¨¦ndose estrictamente a la legalidad.
Es cierto que su resultado empalidece porque acaba con muchos menos esca?os que la suma anterior de Converg¨¨ncia y Esquerra. Y porque necesitar¨¢ el concurso de la imprevisible formaci¨®n antisistema CUP para recolocar como presidente a su n¨²mero cuatro, Mas. Pero tambi¨¦n es cierto que cualquier otra alternativa se asemeja dificil¨ªsima, cuando no imposible.
Por todo ello, y porque muchos votos de otras listas exigen mejoras del autogobierno, nadie, tampoco el Gobierno central, puede hacer o¨ªdos sordos al resultado. Debe reaccionar con urgencia, ofreciendo cauces para el di¨¢logo y v¨ªas de soluci¨®n que puedan dar respuesta al deseo de cambio expresado s¨®lidamente por los catalanes: v¨ªas de soluci¨®n con la firma del Gobierno, que no puede seguir cediendo la iniciativa a los tribunales de justicia.
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