Por un nuevo catalanismo
Hay que situarse otra vez en el punto de partida, 1977-1980, y aprovechar el biling¨¹ismo natural que se respira en la sociedad, intervenir en la pol¨ªtica espa?ola para aumentar la prosperidad general y defender una Catalu?a solidaria
A pesar de todo, el independentismo no gan¨®. Por escaso margen, por cuatro puntos de diferencia, pero no gan¨®. En Quebec no gan¨® por un punto y todos lo aceptaron. En Montenegro gan¨® por medio punto y tambi¨¦n lo aceptaron. Aqu¨ª todo ha sido m¨¢s confuso porque eran unas elecciones y no un refer¨¦ndum. Pero fueron Artur Mas y los suyos, especialmente al formar una candidatura unitaria con ERC, quienes quisieron que as¨ª se interpretara. Fracasaron: como los separatistas en Quebec, como los unionistas en Montenegro. Fijaron las reglas y a ellas deben atenerse. Pasados los primeros momentos poselectorales espero que lo reconozcan aunque, l¨®gicamente, les cueste, sobre todo por una raz¨®n.
Porque estas elecciones certifican el error del catalanismo pol¨ªtico dominante en Catalu?a durante estos ¨²ltimos 35 a?os y que ha desembocado en esta ¨²ltima fase declaradamente soberanista. Todo nacionalismo identitario, a la larga, conduce a reclamar la independencia. El nacionalismo catal¨¢n no es una excepci¨®n y sus primeros te¨®ricos, por ejemplo, ya la ten¨ªan como objetivo final. Pero Prat era prudente, muy prudente, y ten¨ªa sentido de la realidad. No lo fueron Maci¨¤ o Companys durante la Rep¨²blica y as¨ª termin¨® la cosa.
Tambi¨¦n tuvieron sentido de la realidad quienes elaboraron el Estatuto de 1979. En cambio, desde el primer mandato de Jordi Pujol en 1980, la estrategia pol¨ªtica de construcci¨®n nacional que se empez¨® a llevar a cabo estaba pensada para que en el momento m¨¢s conveniente se intentara acceder a la independencia. Profundo error porque olvid¨®, como m¨ªnimo, cuatro aspectos nuevos respecto a la Catalu?a de este catalanismo a comienzos de siglo XX.
El primer aspecto es el cambio demogr¨¢fico debido a la intensa inmigraci¨®n ¡ªpara denominarla con un t¨¦rmino impropio¡ª, desde otras partes de Espa?a, entre los a?os 1950 y 1975. Unos nuevos catalanes, como les llam¨® Candel, con el castellano como lengua materna. Segundo aspecto, a principios de siglo XX buena parte de Espa?a era una sociedad econ¨®mica, social y culturalmente bastante m¨¢s atrasada que la catalana. Pero ello ya no era as¨ª en 1975, mucho menos en los a?os sucesivos: Espa?a hab¨ªa cambiado.
El poder est¨¢ descentralizado, pero el conjunto de poderes necesita estar integrado
El tercer aspecto fue el surgimiento de una realidad econ¨®mica y pol¨ªtica nueva: la Comunidad Econ¨®mica Europea, ahora Uni¨®n Europea. Sus Estados miembros, entre ellos Espa?a a partir de 1986, se transformaron profundamente, sus poderes disminuyeron, las competencias se fueron trasladando a las instituciones europeas, el Banco de Espa?a pas¨® a depender del Banco Central Europeo, la peseta se convirti¨® en euro. Asimismo, otros organismos internacionales, en especial la ONU, la OTAN y el Consejo de Europa, tambi¨¦n provocaron cambios en las relaciones exteriores, defensa o derechos humanos. Los Estados occidentales pasaron de ser independientes a ser interdependientes. La independencia es vista hoy como un anacronismo, propio de antes de la II Guerra Mundial. El nacionalismo catal¨¢n sin enterarse.
Lo mismo sucede, y este es el cuarto aspecto, con la idea de federalismo. Desde principios del siglo XX hasta hoy, los Estados federales han cambiado radicalmente, sobre todo por las transformaciones experimentadas por el Estado mismo; de liberal ha pasado a social, de ser un poder muy reducido a operar en un amplio campo de nuevas actividades: ense?anza, sanidad, protecci¨®n social, intervencionismo econ¨®mico. La autonom¨ªa, el autogobierno de las partes federadas, sigue siendo un elemento b¨¢sico, pero tambi¨¦n lo son las relaciones intergubernamentales: colaboraci¨®n, cooperaci¨®n, coordinaci¨®n. El poder pol¨ªtico est¨¢ descentralizado, pero el conjunto de poderes necesita tambi¨¦n estar integrado para ser eficiente.
Todo esto no ha llegado a entenderlo nunca el nacionalismo catal¨¢n. Los sucesivos Gobiernos de la Generalitat tuvieron b¨¢sicamente dos objetivos: crear un poder auton¨®mico a semejanza de un peque?o Estado, con todos los atributos del mismo, y catalanizar a la sociedad, reforzar sus elementos identitarios con el objetivo de diferenciarlos al m¨¢ximo del resto de espa?oles, ejerciendo la presi¨®n social necesaria para reducir su pluralidad y configurar una Catalu?a homog¨¦nea.
Para ello se han utilizado todos los m¨¦todos: politizar la lengua, adoctrinar en los centros de ense?anza, convertir a los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos en escuelas de c¨®mo debe comportarse un buen catal¨¢n, utilizar los deportes para avivar el enfrentamiento con el resto de Espa?a, imponer un modelo de lenguaje nacionalista, inventar tradiciones para contraponerlas a las costumbres espa?olas¡ A eso le llaman construcci¨®n nacional, crear una identidad colectiva catalana para as¨ª poder sostener que ¡°somos diferentes¡±.
Es f¨¢cil resolver pol¨ªticas biling¨¹es y proteger la cultura que se expresa en la lengua minoritaria
En estos ¨²ltimos a?os, la semilla sembrada en los a?os 80 ha empezado a dar frutos y la presi¨®n se ha redoblado para as¨ª dar, ya que Espa?a estaba atravesando una crisis, el golpe final: la independencia. ¡°Hay que aprovechar esta ocasi¨®n, ahora o nunca¡±. A pesar de todo, as¨ª empez¨¢bamos este art¨ªculo, una mayor¨ªa, apretada pero mayor¨ªa, de ciudadanos de Catalu?a dijeron no; no a la independencia.
A la vista de todo ello, lo que se deber¨ªa hacerse ahora es rebobinar, situarnos otra vez en el punto de partida, en los a?os 1977-1980. ?Es distinta Catalu?a del resto de Espa?a? Pues s¨ª, aunque en pocas cosas, especialmente en una que comparte con Valencia y Baleares: se habla de forma habitual catal¨¢n adem¨¢s de castellano. Se trata de algo muy sencillo de resolver conforme a criterios de justicia: establecer pol¨ªticas biling¨¹es, catal¨¢n y castellano, y proteger la cultura que se expresa en la lengua minoritaria, el catal¨¢n. La Generalitat dispone de suficientes poderes para llevar a cabo actuaciones espec¨ªficas que garanticen la libertad, igualdad y prosperidad econ¨®mica. Este deber¨ªa ser el programa del nuevo catalanismo pol¨ªtico, un programa que no les ser¨¢ f¨¢cil llevar a cabo, de momento, a los viejos partidos nacionalistas, y cuya responsabilidad recae en los partidos estatales: el PSC, el PP, C's y Podemos.
Ya s¨¦ que a los nacionalistas este programa le parecer¨¢ propio de un ¡°mal catal¨¢n¡±. La verdad es que si yo utilizara este t¨¦rmino lo aplicar¨ªa a los independentistas, quienes para darse el gusto de separarse de Espa?a querr¨ªan ver a Catalu?a tambi¨¦n separada de la UE, aislada del mundo y en decadencia econ¨®mica durante a?os. Yo me apunto a un catalanismo que aproveche el biling¨¹ismo natural que se respira en la sociedad, que intervenga en la pol¨ªtica espa?ola para aumentar la prosperidad general y que defienda una Catalu?a como comunidad aut¨®noma solidaria con todos. Quiz¨¢s ser¨¦ mal catal¨¢n, un t¨¦rmino incomprensible, pero tendr¨¦ la conciencia tranquila porque no habr¨¦ vulnerado ni la libertad ni la igualdad que, conforme a la ley, deben regir en un Estado democr¨¢tico las relaciones entre ciudadanos.
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