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Lo embosqu¨¦ en la espesura de minifaldas de cebra y cazadoras de tigre. Diana. Cay¨® perfecto, sin trampas y a la primera
Despu¨¦s de varios d¨ªas apesadumbrada por la nostalgia de un novio lejano, inesperadamente, una triste tarde de s¨¢bado sent¨ª deseos de salir de cacer¨ªa. La jungla urbana estaba tranquila y parec¨ªa que la expedici¨®n iba a convertirse en un simple paseo. Me esperaban nuevas sensaciones. Me apost¨¦ al acecho en una zona donde en alguna ocasi¨®n hab¨ªa capturado buenas presas. Tras un r¨¢pido ojeo, lo avist¨¦. Enseguida supe que deb¨ªa cobrarme esa pieza. Luc¨ªa la l¨ªnea elegante de los grandes felinos, su piel era sedosa y parec¨ªa reconocerme en la selva. Una sensaci¨®n electrificante me recorri¨® entera. Estaba a punto de iniciar una nueva aventura. Una felicidad bestial, a mi alcance. Con ¨¦l todo ser¨ªa mejor. Ya me ve¨ªa m¨¢s alta y m¨¢s valiente.
Me dispuse pacientemente al aguardo. No iba a ser f¨¢cil hacerme con la fiera. Nos distanciaba un n¨²mero abstracto y est¨¢bamos en el mal momento del mes. ?Deb¨ªa arredrarme ante cualquier consideraci¨®n racional? Mientras yo calculaba, ¨¦l segu¨ªa exhibiendo su belleza sin pudor. Crec¨ªa mi excitaci¨®n. Era un blanco f¨¢cil pero me temblaba el pulso. Tem¨ª errar el tiro. Renunci¨¦ por aquel d¨ªa. Dicen que una retirada a tiempo es una victoria y siempre pod¨ªa volver. Ahora conoc¨ªa bien su h¨¢bitat y su querencia. Me retir¨¦ con cautela para no alarmarle.
S¨¢bado noche, lluvia y melancol¨ªa. Persiste la a?oranza del novio ausente. Domingo, sesteo y reflexi¨®n. Desgarro y aburrimiento. ?Deb¨ªa capturarlo o no? Me pudo el instinto. Lunes ma?ana, tomo una arriesgada decisi¨®n. Necesito algo salvaje: ?la fiera debe ser m¨ªa! Vestida para la ocasi¨®n, me dirijo a su territorio sigilosamente. No me fall¨® el olfato en la batida. Segu¨ªa all¨ª camuflado, esper¨¢ndome. Sola, me rindo al amoroso lance. Lo embosqu¨¦ en la espesura de minifaldas de cebra y cazadoras de tigre. Diana. Cay¨® perfecto, sin trampas y a la primera. ?Una criatura astuta y solitaria, se deja capturar sin ofrecer resistencia? Pasi¨®n garantizada. Un placer de trofeo. Sin sangre ni reservas, me acerco a la caja adecuadamente armada con mi visa:
?¡ª ?No quiere que se lo ponga en una bolsa?
¡ª ?NO, NO! Me lo dejo puesto.
¡ª Le queda muy bien con lo que lleva.
¡ª ?De verdad? Ay, pues s¨ª, es cierto. ?Qu¨¦ casualidad, ?no?
Envuelta en mi nuevo abrigo de leopardo, perfectamente conjuntada, torno a adentrarme en la selva mientras me asalta, feroz, inevitable, una pregunta certera: ?qui¨¦n ha capturado a qui¨¦n?
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