El champ¨²
La pol¨ªtica se ha convertido en una cuesti¨®n de orden personal
La vida personal, maldita sea, termina en el borde de la cama, a veces antes, sobre todo si te despiertas con la radio y te sientas junto a la mesilla de noche, a¨²n con el pijama puesto si duermes con pijama, y la garganta seca si eres fumador o bebiste despu¨¦s de cenar. Intentas digerir las im¨¢genes en fuga del sue?o del que te han arrancado las noticias. So?abas, por ejemplo, que tu madre dirig¨ªa un convento de monjas de clausura en cuyo torno eras abandonado por otra madre que ven¨ªa de afuera. La madre de dentro y la de afuera eran inexplicablemente la misma. Te abandonaba, pues, la que te recog¨ªa y te daba el pecho la que te lo hab¨ªa negado. El argumento del sue?o se diluye dentro de tu cabeza como el humo en una habitaci¨®n y al final lo ¨²nico que rescatas, cuando vuelves a ¨¦l, es el olor a Camel o a Marlboro de un cigarrillo aplastado contra el cenicero.
El caso es que no has llegado al cuarto de ba?o, que se encuentra a tres metros, y ya te han alcanzado sucesos que se encuentran a trescientos, o a tres mil. Un negro, por seguir con los ejemplos, se ha quedado atrapado entre las cuchillas de una concertina que divide a Espa?a de Marruecos como una mosca en la tela de una ara?a. Mientras el negro se debate y se desangra, t¨² manipulas los grifos del agua fr¨ªa y la caliente para dar con la temperatura justa. La pol¨ªtica se ha convertido en una cuesti¨®n de orden personal. No se respetan los c¨ªrculos conc¨¦ntricos que conducen de la existencia ¨ªntima a la ¨¦xtima. No hay una gradaci¨®n como la que se aprecia en los troncos de los ¨¢rboles reci¨¦n cortados o en la superficie del agua sobre la que arrojas una piedra. Lo exterior ha llegado al centro de tus intereses y todav¨ªa no has desenroscado el bote del champ¨².
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