Estamos perdiendo la guerra contra las drogas
El ex vice primer ministro brit¨¢nico lanza una campa?a para reformar la legislaci¨®n de la UE
El 19 de abril del pr¨®ximo a?o, los pa¨ªses de Naciones Unidas celebrar¨¢n una sesi¨®n especial en Nueva York para debatir el futuro de la pol¨ªtica mundial en materia de droga. El pistoletazo de salida de las negociaciones gubernamentales para la cumbre se dio la semana pasada en una reuni¨®n de la Comisi¨®n de Estupefacientes en Viena.
La ¨²ltima vez que se celebr¨® un acontecimiento de esta importancia, en 1998, la reuni¨®n estuvo dominada por la estrategia del Gobierno de Estados Unidos, a¨²n consistente en la llamada guerra contra las drogas concebida por Richard Nixon en 1971. Los Estados miembros congregados, en un acto que hoy podemos considerar de enga?osa ilusi¨®n colectiva, se comprometieron solemnemente a alcanzar el objetivo de ¡°un mundo libre de drogas en 2008¡±.
Por supuesto, lleg¨® 2008 y no pas¨® nada. No solo no se han erradicado del planeta la producci¨®n, el suministro y el consumo de drogas il¨ªcitas, sino que el tr¨¢fico sigue floreciendo y aportando miles de millones de d¨®lares al crimen organizado. Los bienintencionados esfuerzos de las fuerzas del orden han tenido escasa repercusi¨®n a largo plazo. La violencia en los pa¨ªses de origen y de tr¨¢nsito se ha disparado (s¨®lo en M¨¦xico, se calcula que desde 2006 han muerto 100.000 personas en la guerra contra los c¨¢rteles). En todo el mundo se sigue persiguiendo y encarcelando a millones de consumidores de drogas, lo cual s¨®lo sirve para arruinar vidas y no tiene ning¨²n efecto disuasivo.
No hay duda: estamos perdiendo la guerra contra las drogas.
Los bienintencionados esfuerzos de las fuerzas del orden han tenido escasa repercusi¨®n a largo plazo
Sin embargo, existen motivos para la esperanza. En los ¨²ltimos a?os ha ido consolid¨¢ndose un movimiento mundial partidario de hacer reformas. Encabezados por los Gobiernos de los pa¨ªses latinoamericanos que m¨¢s han sufrido las consecuencias, pol¨ªticos de todo el mundo han empezado a poner en tela de juicio las pol¨ªticas actuales. No se trata de una carrera alocada para dictar nuevas leyes, sino de un debate paciente y racional sobre enfoques alternativos que permita mitigar los da?os. En Estados Unidos, la tolerancia cero y las condenas masivas han dejado paso a la voluntad de permitir que los estados experimenten con modelos reguladores diferentes --como est¨¢n haciendo Colorado, Washington y Oreg¨®n con el cannabis-- y una inquietud creciente ante la injusticia y las consecuencias sociales que tiene encarcelar a cientos de miles de hombres j¨®venes, en su mayor¨ªa negros, por delitos de droga. En Europa, los Gobiernos han tenido tendencia a emplear una estrategia m¨¢s equilibrada y m¨¢s relacionada con la salud, y est¨¢n desarrollando y evaluando varias ideas, desde la despenalizaci¨®n total hasta los lugares seguros para que se inyecten los consumidores de drogas intravenosas.
El objetivo de los partidarios de una reforma progresista est¨¢ claro: esta cumbre especial de la ONU debe se?alar una ruptura inequ¨ªvoca con 50 a?os de pol¨ªticas y estrategias centradas en la represi¨®n y el castigo como soluci¨®n al problema de las drogas, y sustituirlas por otros m¨¦todos que den prioridad a las mejoras en materia de salud, derechos humanos y seguridad. Las normas actuales de la ONU est¨¢n anticuadas, son producto de una ¨¦poca en la que Estados Unidos y otros pa¨ªses defend¨ªan una misma pol¨ªtica prohibicionista para todos los casos y est¨¢n impidiendo llevar a cabo las innovaciones que tanta falta hacen.
Transformar una pol¨ªtica fallida es dif¨ªcil. Entre los Estados miembros de la ONU no hay un acuerdo general sobre el rumbo futuro de la pol¨ªtica internacional sobre las drogas. Algunos pa¨ªses est¨¢n decididos a aplicar nuevas estrategias, pero otros, como Egipto, Pakist¨¢n y Rusia, est¨¢n deseando aprovechar la cumbre para consolidar el statu quo. Si bien el objetivo a largo plazo debe ser crear un marco que permita reformas sensatas y basadas en datos, no est¨¢ previsto que se discuta en estos momentos el texto de los tratados de la ONU sobre este tema (que debe aprobarse por consenso). Ahora bien, lo que s¨ª puede estar a nuestro alcance son v¨ªas de acci¨®n como una campa?a internacional para reducir el castigo de los consumidores; el compromiso de eliminar la pena de muerte para delitos de droga; la ampliaci¨®n de los programas de tratamiento y salud p¨²blica para mejorar la salud, la inclusi¨®n social y la seguridad; y una cooperaci¨®n internacional que no impida experimentar con nuevos m¨¦todos sino que los facilite.
Es mucho lo que est¨¢ en juego, y existe un verdadero peligro de perder esta oportunidad de modernizaci¨®n si se permite que los m¨¢s inflexibles se reafirmen en su actitud sin que nadie se les oponga. Hasta ahora, los l¨ªderes europeos no han dicho pr¨¢cticamente nada sobre la reforma de la pol¨ªtica internacional contra las drogas. Sin embargo, la Uni¨®n Europea cuenta con numerosos ejemplos de Gobiernos que han tenido la valent¨ªa de cambiar la forma de pensar sobre este problema: Portugal, Dinamarca, Suiza, la Rep¨²blica Checa, Holanda, Espa?a. Pero en esta coyuntura tan crucial, Europa no ha defendido todav¨ªa las reformas de manera un¨¢nime.
Debemos elegir entre defender juntos nuestros valores o dejar que nos los impongan otros pa¨ªses
Cuando los europeos actuamos unidos, somos un bloque unido, con una voz que se escucha en todo el mundo. Ante el problema de las drogas, debemos elegir entre defender juntos nuestros valores o dejar que nos los impongan otros pa¨ªses con prioridades muy distintas. Lo ir¨®nico es que, en un ¨¢mbito en el que Europa antes estaba en la vanguardia, ahora va por detr¨¢s de Am¨¦rica Latina y Estados Unidos. Ya es hora de que recupere el liderazgo.
He visto de primera mano la tendencia de los gobiernos a archivar la reforma de la pol¨ªtica sobre las drogas en la categor¨ªa de ¡°demasiado dif¨ªcil¡±. La cumbre de la ONU del a?o que viene debe servir de catalizador para que los pol¨ªticos de toda la UE preste a este asunto la atenci¨®n que se merece. Por ese motivo, durante los pr¨®ximos meses, voy a hablar con mis colegas de toda Europa para animarles a que alcen la voz.
En vez de criminalizar a millones de j¨®venes y fijarnos objetivos poco realistas, como la erradicaci¨®n total de las drogas, ha llegado el momento de que los gobiernos busquen alternativas basadas en la realidad. Hay mucho que aprender de la experiencia europea. El empuje reformista tiene fuerza y est¨¢ bien encaminado; no lo desperdiciemos.
Nick Clegg fue vice primer ministro del Reino Unido entre 2010 y 2015.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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