El estado de Malhumor
Eso s¨ª que es preocupante y no la fiesta. El estado de malhumor que se va imponiendo en Espa?a
La imagen de Espa?a se asocia con fiesta. En todo el mundo. El otro t¨®pico son los toros, aunque las corridas, en la forma y el fondo, tienen muy poco de festivo. Hablo de la fiesta como el placer compartido de vivir, un espacio com¨²n de buen humor. Al contrario que otros, no me molesta esa asociaci¨®n. Hay gente que se subleva ante esa identidad atribuida y responde al t¨®pico de la Espa?a & Fiesta a la manera no menos t¨®pica del espa?ol cabreado, con un ramalazo m¨¢s o menos culto del sentimiento tr¨¢gico de la vida.
Si est¨¢s en el paro o con la soga de un cr¨¦dito bancario, no todos los d¨ªas te levantas con humor
Eso s¨ª que es preocupante y no la fiesta. El estado de malhumor que se va imponiendo en Espa?a. No hablo del malestar justificado de los que han sufrido y est¨¢n sufriendo esta gran operaci¨®n de abaratamiento humano que se ha dado en llamar crisis. En otros tiempos de penuria, un pariente, el t¨ªo Antonio, reun¨ªa a la familia delante de un cuadro que colgaba en la sala, una naturaleza muerta de melocotones bastante vivos, y les dec¨ªa con entusiasmo: ¡°Comed, hijos, comed. ?No hay melocotones como los de Calanda!¡±. Pero si est¨¢s en el paro o con la soga de un cr¨¦dito bancario, no todos los d¨ªas te levantas con humor para comer los melocotones pintados en un cuadro, aunque sean de Teruel. Lo normal es levantarse masticando un rap de Rapsusklei o la Mala Rodr¨ªguez.
El estado del Malhumor vigente en Espa?a, el m¨¢s perturbador, es el cultivado por las ¨¦lites. Aqu¨ª los m¨¢s malhumorados son los poderes pol¨ªticos y econ¨®micos. Est¨¢n que trinan. El malhumor del presidente es silencioso, lo que multiplica la sensaci¨®n de desasosiego. Un presidente cabreado, pero locuaz, siempre anima la cancha. Con excepciones. Por ejemplo, el malhumor del ministro del Interior deja casi siempre un poso inquietante, tiene madera de autor de ¡°serie negra¡±. Del encargado del Orden no esperamos un chiste, pero tampoco que eche le?a al fuego, como ocurri¨® con la peque?a trifulca de ense?as en el balc¨®n del ayuntamiento de Barcelona, durante la campa?a catalana, que el ministro convirti¨® en una aut¨¦ntica ¡°guerra de banderas¡± remont¨¢ndose al paleol¨ªtico etarra. Un detalle, entre muchos, del s¨ªndrome del Malhumor.
El Malhumor empresarial, o de los portavoces de ese mundo, es especialmente parad¨®jico. Y siempre coincidente con organismos, como el Fondo Monetario Internacional, caracterizado este ¨²ltimo, sin embargo, y a la vista de lo ocurrido en los ¨²ltimos a?os, por su alto sentido del humor, e incluso de la fiesta. Lo que llama la atenci¨®n del Malhumor empresarial es que se incrementa al ritmo del crecimiento del PIB. La de Espa?a es una recuperaci¨®n econ¨®mica con Malhumor: en vez de restablecer unas condiciones laborales m¨¢s civilizadas, lo que se recomienda es proseguir el abaratamiento del trabajo humano. Con tanto precariado, horarios infinitos y anestesia sindical, es posible que est¨¦ aumentando la productividad laboral, pero, sin duda, no es comparable a la producci¨®n masiva de Malhumor.
Del encargado del Orden no esperamos un chiste, pero tampoco que eche le?a al fuego
Dentro del mundo cultural, el Malhumor tiene tambi¨¦n un prestigio creciente. Como car¨¢cter, el malhumor intelectual es una cualidad que admiro, imprescindible, por ejemplo, para producir buen humor. Pero el Malhumor que ahora se expande no tiene que ver con la creatividad, sino con su p¨¦rdida. Es penoso ver como el Moloch del Malhumor est¨¢ afectando a algunas de nuestras m¨¢s l¨²cidas mentes. El humor es sutileza, es matiz, y por tanto, una herramienta de activismo cr¨ªtico que busca la controversia, pero no dominar, ridiculizar o acallar al otro.
El Malhumor imperante no espera respuesta alguna. Entre los pol¨ªticos, desde luego. Pero resulta m¨¢s extra?o en gente de la literatura, el pensamiento o el periodismo. Cesare Pavese dec¨ªa que la iron¨ªa era la verdadera marca de la modernidad. Es penoso ver c¨®mo la lucidez ir¨®nica puede ser neutralizada por la espada de palo del dogmatismo malhumorado. Hay gente tan afectada por el s¨ªndrome del Malhumor que cuando habla bien de alguien lo hace con malhumor.
As¨ª que tenemos un alto ¨ªndice de Malhumor ambiental. No s¨¦ si existe una correlaci¨®n con el calentamiento global, pero es una forma de calentamiento. Salvo el comportamiento de la gente, la fiesta democr¨¢tica de las urnas, lo ocurrido en la pasada campa?a electoral en Catalu?a fue, b¨¢sicamente, un espect¨¢culo de Malhumor. A las puertas de otras elecciones decisivas, las generales, ser¨ªa una verdadera revoluci¨®n que hubiese fuerzas pol¨ªticas y candidatos capaces de transformar el ecosistema electoral desarmando con humor el Malhumor dominante.
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