Da?os devastadores

La declaraci¨®n del nuevo presidente de Volkswagen Matthias M¨¹ller, a prop¨®sito del fraude de los gases contaminantes emitidos por 11 millones de sus autom¨®viles, no deja lugar a dudas: el grupo revisar¨¢ todas las inversiones previstas y cancelar¨¢ o aplazar¨¢ las que no sean ¡°estrictamente necesarias¡±. Fue todav¨ªa m¨¢s claro: ¡°Esto va a ser doloroso¡±. Entre ambas frases se resume lo que probablemente sea la crisis m¨¢s grave de la historia de Volkswagen y el fraude m¨¢s alevoso de la reciente historia econ¨®mica europea.

Ser¨¢ doloroso, desde luego, comprobar c¨®mo se eliminan inversiones y puestos de trabajo debido a la decisi¨®n (?tomada y conocida por qui¨¦n?) de vulnerar las leyes medioambientales y burlarse de los consumidores; y ser¨¢ doloroso comprobar que ¡°las inversiones estrictamente necesarias¡± se decidir¨¢n probablemente con criterios de proximidad geogr¨¢fica. El da?o causado al crecimiento alem¨¢n y al empleo europeo no est¨¢ cuantificado (en Espa?a, sin ir m¨¢s lejos, hay comprometidos unos 4.000 millones en inversiones), pero no ser¨¢ peque?o y tendr¨¢ consecuencias indirectas sobre gran n¨²mero de empresas.

El dolor al que se refiere M¨¹ller es tambi¨¦n el de su empresa. Debe prepararse para tiempos p¨¦simos, en los que, por cierto, tambi¨¦n est¨¢ en juego la supervivencia de la compa?¨ªa. El coste directo del fraude puede superar f¨¢cilmente los 50.000 millones en cuanto se disparen las reclamaciones contra la firma. Ah¨ª no acaba el impacto, porque la p¨¦rdida de confianza en VW se traducir¨¢, en pura l¨®gica, en descensos acusados de las ventas y en una ca¨ªda de inversiones en tecnolog¨ªa.

Cabr¨ªa esperar, ante una crisis de esta envergadura, una reacci¨®n contundente de Bruselas, del Gobierno alem¨¢n y de la propia VW. Hay que cambiar ya los est¨¢ndares de emisiones y los m¨¦todos de inspeccionarlos. Y Merkel deber¨ªa ponerse a la cabeza de esta manifestaci¨®n.