El fin de un modelo
La investigaci¨®n a Rato debe acabar con una forma de hacer pol¨ªtica y negocio
La investigaci¨®n judicial en torno a las presuntas irregularidades cometidas por el exvicepresidente del Gobierno y ex director gerente del FMI, Rodrigo Rato, apunta m¨¢s lejos que los supuestos delitos fiscales que dieron lugar a una retenci¨®n apresurada del propio Rato y a una torpe tramitaci¨®n de los cargos por parte de las autoridades dependientes del Ministerio de Hacienda. El juez Serrano-Arnal le tom¨® declaraci¨®n ayer durante tres horas sobre presuntos delitos de corrupci¨®n entre particulares (Rato habr¨ªa cobrado una comisi¨®n de al menos 835.000 euros a cambio de la adjudicaci¨®n de publicidad de Bankia a las centrales de medios Zenith y Publicis), blanqueo de dinero y fraude fiscal. Tras la declaraci¨®n, Rato qued¨® en libertad, pero el juez le ha retirado el pasaporte y le obliga a presentarse una vez al mes en el juzgado.
M¨¢s all¨¢ de la obvia apelaci¨®n a la presunci¨®n de inocencia, garantizada por el sistema judicial, y las consideraciones que puedan hacerse sobre las dificultades actuales de un personaje p¨²blico de especial relevancia durante los Gobiernos de Aznar, es evidente que la credibilidad del exvicepresidente disminuye a pasos agigantados cada d¨ªa que pasa, a medida que se van acumulando nuevas pruebas e investigaciones. Son inveros¨ªmiles, por ejemplo, las explicaciones ofrecidas sobre el dinero percibido por Rato procedente de las agencias de publicidad.
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Es irremediable interpretar que la investigaci¨®n sobre Rato tendr¨¢ consecuencias pol¨ªticas para el Partido Popular. No estamos ante un caso m¨¢s de presunta corrupci¨®n, en el que una serie de personas parasitan dineros p¨²blicos con la connivencia de pol¨ªticos y funcionarios sobornados. Rodrigo Rato form¨® parte del n¨²cleo de poder y actu¨® en la conformaci¨®n del partido que gan¨® las elecciones en 1996. Aunque sus apoyos internos hayan sido escasos en los ¨²ltimos tiempos, dispon¨ªa del prestigio suficiente para ocupar puestos relevantes y disfrutar de relaciones pol¨ªticas que no est¨¢n al alcance de todos. Y as¨ª lo demuestra su entrevista reciente con el ministro del Interior, causa de un alboroto pol¨ªtico justificado.
Lo que de verdad se ventila en el caso Rato es el final de una manera de hacer pol¨ªtica y, sobre todo, de una manera de hacer negocios. Si se confirman las presunciones de la justicia contenidas en los expedientes de investigaci¨®n estar¨ªamos ante otro caso de caza y captura de comisiones a cambio de adjudicaciones irregulares, adem¨¢s de intrincados procedimientos para ocultar las obligaciones fiscales. Este no es el modelo de econom¨ªa que quieren los ciudadanos y, desde luego, tampoco el modelo que defend¨ªa en abstracto el exvicepresidente en sus discursos.
Como es de rigor, los hechos han de investigarse hasta el final. Pero tambi¨¦n hay que pedir una cierta rapidez que no est¨¦ re?ida con el rigor; no es lo mismo sustanciar el caso en el plazo de entre 12 y 18 meses que demorarlo hasta que se convierta, a efectos de los ciudadanos afectados y de la percepci¨®n social, en un caso eterno y, por lo tanto, olvidado. Tanto los implicados (el juez interrogar¨¢ a otras 16 personas adem¨¢s de Rato) como los contribuyentes lo agradecer¨¢n.
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