Podr¨ªamos
Si la c¨²pula de Podemos siempre ha manejado las lecturas de encuestas como un santo grial, ahora toca seguramente aplic¨¢rselas en carne propia y la verdad es dolorosa
La pol¨ªtica es cruel y m¨¢s bajo una din¨¢mica acelerada, que se desarrolla en un est¨®mago ardiente que engulle sin tiempo de digesti¨®n. Lo vemos con los bar¨®metros del CIS, donde las preocupaciones de los espa?oles puntualmente oscilan en favor de la actualidad como otra perversa forma de pasarela de moda lista para llevar. Por eso es tan interesante el proceso de no convergencia entre Podemos y los restos de Izquierda Unida. Pablo Iglesias hab¨ªa apostado con claridad, en unas declaraciones brutales, por descartar asociarse con la vieja escuela de la izquierda espa?ola y solo ofrec¨ªa plaza a algunas caras nuevas personificadas en Alberto Garz¨®n. Conocedor de que la idea de unidad popular era un gancho atractivo, Garz¨®n aguant¨® los desplantes en un tono que casi recordaba las peores rutinas de la violencia dom¨¦stica. Pero al final, se ha demostrado que una vez m¨¢s a quien le acertaba el olfato era a Gaspar Llamazares, perro viejo a quien todo le ol¨ªa a vaciado de un partido no ya en horas bajas, sino a punto de perder el reloj.
Pero esa misma crueldad parece cebarse con Pablo Iglesias. Las elecciones catalanas les han supuesto un descalabro, tras concurrir bajo una de las peores marcas electorales desde Jubilados por Tomelloso, con ese Catalunya s¨ª que es Pot, que muchos acabaron llamando ¡°Catalunya s¨ª que es Cup¡±. Se confirma que Podemos es presa de la aritm¨¦tica que moviliza a sus votantes. Establecida una base de descontentos o indignados, de movilizados electores que aceptan la simplificaci¨®n del concepto de casta, del concepto de ¨¦lite, del concepto de poder para el pueblo, al partido le falta un segundo impulso que personificaron candidatos como Carmena o Colau, que no solo sumaban su trayectoria y carisma personal sino que ampliaban las alas del partido con su empe?o por desmarcarse de las siglas.
Si la c¨²pula de Podemos siempre ha manejado las lecturas de encuestas como un santo grial, ahora toca seguramente aplic¨¢rselas en carne propia y la verdad es dolorosa. Garz¨®n quer¨ªa en el fondo desafiar el liderato de Pablo Iglesias y esa disputa ha contado m¨¢s que el posado unitario. Los socialistas de Pedro S¨¢nchez conf¨ªan en que a Podemos no le llegue para encarnarse del todo en una socialdemocracia renovante del mismo modo que Albert Rivera ha logrado empaquetar un neoliberalismo sin aznaridos que amenaza al PP. Despu¨¦s de hacer muchas cosas bien en la parte f¨¢cil de la competici¨®n, a Pablo Iglesias le queda aprender a hacer la m¨¢s dif¨ªcil: sumar sin restarse.
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