Putin: la senda de Stalin
El l¨ªder ruso ha puesto en pr¨¢ctica una estrategia de restauraci¨®n imperialista
El peso de la continuidad en la historia de Rusia fue ya puesto de relieve por el ¨²ltimo Lenin, al percibir que en el funcionamiento del nuevo Estado sovi¨¦tico se reproduc¨ªan puntualmente las malformaciones propias del zarismo. Con la precisi¨®n propia de una buena reportera, Svetlana Alexi¨¦vich ha enumerado las etapas de esa continuidad hasta el desplome de la URSS: revoluci¨®n, guerra, gulag, Chern¨®bil. Y como punto de llegada, Putin: ¡°El imperio rojo, la URSS, fue cocinado por Stalin, y seg¨²n Lenin, a Stalin le gustaban los platos de sabor fuerte ¡ªrese?a la escritora galardonada con el Nobel¡ª. Hoy es Putin quien nos guisa su plato fuerte¡±.
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El imperialismo sovi¨¦tico no es una invenci¨®n propia de maledicentes occidentales, del mismo modo que el imperialismo norteamericano fue mucho m¨¢s que una expresi¨®n denigrativa, utilizada por la izquierda. Nadie lo expres¨® mejor que el propio Stalin, en noviembre de 1937, para explicar ante su coro de fieles porqu¨¦ hab¨ªa procedido a la eliminaci¨®n de los ¡°enemigos del pueblo¡± en el interior del partido. Lo cuenta Dimitrov en su diario. No fue porque se opusiesen a su l¨ªnea pol¨ªtica, sino porque supon¨ªan un peligro para la cohesi¨®n rusa de cara a preservar el enorme imperio legado por los zares. ?stos pudieron cometer graves errores, pero la expansi¨®n imperial de Rusia figuraba en su haber y deb¨ªa ser mantenida a toda costa. Tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, el mismo razonamiento es empleado por Breznev en Mosc¨² ante un Dubcek prisionero para explicarle la invasi¨®n de Checoslovaquia por los ej¨¦rcitos del Pacto de Varsovia: la URSS hab¨ªa alcanzado una frontera en el centro de Europa, al vencer en la II?Guerra Mundial, y no estaba dispuesta a retroceder un cent¨ªmetro. Por ello mismo, ten¨ªa que colocar sus peones en el interior de los partidos de las democracias populares, a fin de asegurar su subordinaci¨®n.
Es de conocimiento general que Vlad¨ªmir Putin asisti¨® con dolor a la desaparici¨®n de la URSS. A la vista de sus decisiones en los ¨²ltimos a?os, no existen dudas acerca de su voluntad de restablecer paso a paso, y por todos los medios, el sistema de dominaci¨®n ruso sobre los nuevos Estados independientes. El patr¨®n hab¨ªa sido establecido ya en tiempos de Lenin ¡ªcon Stalin como principal ejecutor¡ª mediante la reincorporaci¨®n del C¨¢ucaso, sirvi¨¦ndose a medias de la movilizaci¨®n de los comunistas en las nuevas rep¨²blicas y de la intervenci¨®n armada. Ahora Georgia pag¨® la factura, primero en Abjazia, luego en Osetia. La historia se reprodujo a escala ampliada en Ucrania, con la anexi¨®n de Crimea en un primer momento, y a poco con las insurrecciones asistidas de Donetsk y Lugansk. M¨¢s le vale a Moldavia quedarse quieta y soportar la tutela de Mosc¨². Por fin, la intervenci¨®n armada en Siria muestra que los sucesivos ¨¦xitos no se limitar¨¢n a la antigua URSS y afectan a su zona de influencia deseada: el Mediterr¨¢neo.
Es de conocimiento general que Vladimir Putin asisti¨® con dolor a la desaparici¨®n de la URSS
Al poner en pr¨¢ctica esta estrategia de restauraci¨®n imperialista, asentada sobre la idea de que Occidente es el enemigo, Putin juega, como anta?o lo hiciera Hitler, con una baza: est¨¢ dispuesto a entrar en juego con la fuerza, asumiendo el riesgo de guerra, que es escaso ya que sus adversarios desechan de antemano responder a las armas con las armas. Las sanciones econ¨®micas de la UE hacen da?o, pero el respaldo popular al regreso de Rusia como gran potencia sirve para compensarlo. Los rusos son hoy ultranacionalistas pobres, violentos, pero felices. Putin va as¨ª adelantando posiciones sin la menor preocupaci¨®n ante los costes pol¨ªticos y econ¨®micos de sus acciones b¨¦licas, mientras en sus medios de comunicaci¨®n, tipo Russia Today, vuelve el discurso maniqueo patentado en la era sovi¨¦tica.
En un libro capital para entender la agon¨ªa de la URSS, URSS. Historia del poder, hoy de imposible adquisici¨®n, obra de Rudolf Pikhoia, director de los archivos rusos bajo Yeltsin, queda de relieve el dilema irresoluble entre el reconocimiento de la plurinacionalidad de la URSS y la vocaci¨®n comunista de ejercer un poder centralizado. Al fallar ¨¦ste surgi¨® el estallido de la Uni¨®n. El empe?o de Putin consiste en reproducir el m¨¦todo de Stalin, desde la centralizaci¨®n y la eliminaci¨®n de libertades vigente en la Federaci¨®n Rusa, sirvi¨¦ndose de cada conflicto para su labor de restauraci¨®n. En su ¨²ltimo libro, Sveta Alexi¨¦vich habl¨® del fin del homo sovieticus, atrapado en los escombros del socialismo, apoy¨¢ndose en los testimonios de los susurrantes de Orlando Figes, que por fin han tomado la palabra. Pero no es seguro que el camino del infierno haya sido clausurado.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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