(Risas)
La extirpaci¨®n del socialismo que hab¨ªa sido pedido por Chile en las urnas fue obra de un manojo de iluminados, torturadores y psic¨®patas
Hace quince a?os estuvo Isabel Allende Bussi, la hija de Salvador Allende, dando una conferencia en Pontevedra. Se llen¨® el auditorio, y al terminar su charla me acerqu¨¦ con un magnetof¨®n enorme, que iba tirando de una cuerda, con el objetivo de hacerle una entrevista. Alrededor de ella se hab¨ªa formado un corro de gente: me fij¨¦ en que varias personas llevaban en sus manitas La casa de los esp¨ªritus, la novela de la escritora Isabel Allende, y cuando llegaban a la pol¨ªtica Allende la abr¨ªan la tapa para que lo firmase.
¡ª?Le pasa a menudo?
¡ª?Constantemente! Y les firmo, ?qu¨¦ voy a hacer?
Estuvo apacible y no le molest¨® que regresase constantemente al 11 de septiembre de 1973. Como yo quer¨ªa saber y saber, e incluso conocer esa cosa tan pringosa de qu¨¦ se siente y qu¨¦ se recuerda, dos despojos period¨ªsticos de los que creo me he librado con el tiempo, ella me dijo muy seria: ¡°Del 11 de septiembre del 73 recuerdo la serenidad de mi padre y sus palabras: tengo fe en Chile y su destino¡±. Fue el titular. Yo ya recitaba de memoria los dos ¨²ltimos p¨¢rrafos de la autobiograf¨ªa de Neruda (¡°escribo estas r¨¢pidas l¨ªneas¡±) que muri¨® doce d¨ªas despu¨¦s: ¡°Aquel cad¨¢ver que march¨® a la sepultura acompa?ado por una sola mujer que llevaba en s¨ª misma todo el dolor del mundo, aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada por las balas de las ametralladoras de los soldados de Chile, que otra vez hab¨ªan traicionado a Chile¡±. Era la ¨¦poca de una novia chilena, hija de un embajador que hab¨ªa sido represaliado, y de la nueva trova de Pablo Milan¨¦s, que en Am¨¦rica es Pablo, como Neruda: ¡°De lo que fue Santiago ensangrentado¡±. Escuch¨¦ a Milan¨¦s hace una semana en un concierto en Medell¨ªn cortes¨ªa de los premios Garc¨ªa M¨¢rquez; record¨® que Yo pisar¨¦ las calles nuevamente es la ¨²nica canci¨®n que escribi¨® en diez minutos.
La entrega esta semana de Estados Unidos de documentos que prueban la orden de Pinochet de atentar en Washington contra Orlando Letelier, de reclamar el asesinato de su propio jefe de la polic¨ªa secreta para que no hablase y de la caza que la DINA habr¨ªa emprendido para matar a la viuda y la hija de Allende, aquella Isabel, exhibe la v¨ªscera conocida del r¨¦gimen, s¨®lo confirma que la extirpaci¨®n del socialismo que hab¨ªa sido pedido por Chile en las urnas fue obra de un manojo de iluminados, torturadores y psic¨®patas puestos de acuerdo alrededor de la frase con que Pinochet despach¨® a Allende mientras bombardeaba La Moneda: ¡°Se mantiene el ofrecimiento de sacarlo del pa¨ªs... Y el avi¨®n se cae, viejo, cuando vaya volando (Risas)¡±.
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