Cortinas de humo
Los pa¨ªses europeos dan una respuesta decepcionante al esc¨¢ndalo Volkswagen
![Símbolo de Volkswagen en un concesionario de Viena.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DZARUXIRPUK7OMUOY4TLETHW6E.jpg?auth=f76b7b67792180d0dbf0947b7059ed58641292f3ef88ab7e784c3e346e9b55dc&width=414)
El esc¨¢ndalo delictivo de los motores trucados de Volkswagen (VW) est¨¢ llegando al punto exacto de cocci¨®n donde se clarifican las posiciones de cada uno de los actores o pacientes del fraude. Bruselas ha ofrecido una reacci¨®n de baja intensidad, consciente de que la firma de Wolfsburg representa crecimiento y empleo en Europa; Alemania ha tardado en decidir un registro de la sede de la firma automovil¨ªstica, imprescindible para descubrir a los autores del desm¨¢n, y desde Estados Unidos un grupo de congresistas ha pedido la apertura de un proceso penal, para que los responsables paguen las consecuencias de la estafa. La irritaci¨®n en el mercado estadounidense se ha disparado cuando se anunci¨® que Michael Horn conoc¨ªa el trucaje delictivo desde la primavera de 2014 y guard¨® un silencio c¨®mplice.
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En realidad, no es veros¨ªmil la hip¨®tesis de un enga?o masivo (11 millones de veh¨ªculos afectados) del que no tuviera conocimiento un amplio grupo de directivos de VW. Este es el argumento que justifica la petici¨®n de los congresistas de que se abran procesos penales que puedan acabar en c¨¢rcel. Es m¨¢s probable que estemos, no ante un caso de negligencia ¡ªla alta direcci¨®n de la compa?¨ªa no supo o no pudo controlar las pr¨¢cticas delictivas de un grupo de empleados bellacos¡ª, sino ante una infracci¨®n consciente de las normas de emisi¨®n de gases nocivos y otras leyes medioambientales. La vulneraci¨®n legal se habr¨ªa producido para soslayar las limitaciones econ¨®micas que se derivan de normas estrictas; la conducta ser¨ªa dolosa.
Para corroborar o descartar esta hip¨®tesis es imprescindible practicar una investigaci¨®n judicial r¨¢pida. Y eso precisamente es lo que no est¨¢n haciendo las autoridades alemanas. La respuesta de los Gobiernos europeos tambi¨¦n es, en general, decepcionante. Parecen m¨¢s interesados en observar el impacto de la crisis sobre VW que en defender los intereses de los ciudadanos enga?ados. El caso del Gobierno espa?ol es de una pobreza pol¨ªtica singular. El ministro de Industria, Jos¨¦ Manuel Soria, no s¨®lo se confundi¨® a s¨ª mismo proclamando primero que los responsables espa?oles de la crisis estaban en permanente contacto con Wolfsburg para decir despu¨¦s que la compa?¨ªa no les respond¨ªa al tel¨¦fono y retornar, al fin, a la tesis del contacto permanente, sino que se ha ofrecido como portavoz insospechado de </CF>direcci¨®n de VW al asegurar que las inversiones en Espa?a (4.200 millones) est¨¢n garantizadas. Los empleados de Martorell y Landaben estar¨ªan m¨¢s tranquilos si fuera Matthias M¨¹ller quien pronunciase las palabras m¨¢gicas.
Mientras tanto, los afectados por la estafa no saben a qu¨¦ atenerse. Hoy desconocen qu¨¦ tipo de correcciones necesitar¨¢n sus coches, ni en qu¨¦ estado quedar¨¢n despu¨¦s de desmantelar el software fraudulento (es probable que pierdan potencia), ni durante cu¨¢nto tiempo deber¨¢n prescindir del veh¨ªculo, ni los procedimientos para acceder a los arreglos. La informaci¨®n que reciben de los tel¨¦fonos habilitados por Volkswagen es muy deficiente. Proliferan las asociaciones de afectados, pero las reclamaciones legales tendr¨¢n que pagarlas de su bolsillo y desconf¨ªan de que la presi¨®n del Gobierno sobre VW sea efectiva.
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